Disparidad económica

Mariana Velasco

En 2020, lejos de una equidad laboral entre hombres y mujeres, la brecha parece agrandarse, confirmando el ‘techo de cristal’ que fue acuñado hace 34 años para hacer referencia a las barreras invisibles con las cuales las mujeres deben chocar en el ámbito laboral.

Mujeres trabajadoras, educadas y altamente calificadas debían enfrentarse a situaciones en desventaja con los hombres. La meritocracia parecería no aplicarse al sexo femenino.

La disparidad económica entre los géneros afecta a toda la sociedad. “Las cosas no cambian; cambiamos nosotros”, escribió el filósofo estadounidense Henry David Thoreau. En economía de género, el debate recién empieza. Esta disparidad económica entre los sexos no se saldará hasta dentro de 214 años, es decir, hasta el 2234, según el último Global Gender Gap Report del Foro Económico Mundial.

Sumado a esto, la tendencia mundial denominada ‘impuesto rosa’ hace que la versión femenina de un producto resulte más cara solo por estar dirigido a ese público. La cuestión también se extiende a otros gastos que los usos sociales hacen muy difíciles de evitar, como el maquillaje, peluquería, entre otros, que elevan los gastos domésticos frente a los de los hombres. El ‘impuesto rosa’ tampoco discrimina por edades y las niñas también se ven perjudicadas desde que nacen: chupetes, platos y vasos de plástico, mochilas y disfraces son algunos de los artículos alcanzados por ese impuesto al género que se traduce en desmesuradas. ¿Qué ocurriría si decidieran boicotear la compra de esos productos?

El generar conciencia de la discriminación a las mujeres es un trabajo de largo plazo para lograr la voluntad política y hacer justicia. Se requiere de la decisión de todos para saldar esta problemática y cerrar la brecha económica de una vez por todas.

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