La paz con el enemigo

El histórico acuerdo entre Washington y los talibanes -que debió firmarse ayer- tiende a preparar la salida de las tropas de Estados Unidos de la guerra más larga de su historia e iniciar negociaciones de paz entre las diferentes partes en Afganistán, un país devastado por la violencia desde hace más de 40 años.

De paso, este hecho augura el fin de la intervención estadounidense lanzada en octubre de 2001 en respuesta a los atentados del 11 de septiembre.
Más de 100.000 civiles afganos han resultado muertos o heridos en la última década, y el conflicto le ha costado a los contribuyentes estadounidenses un billón de dólares en gastos militares.

El acuerdo quiere poner fin a 18 años de guerra y reducir la presencia militar ‘gringa’ a cambio de varios compromisos de los talibanes.

No hay que olvidar, sin embargo, que fue Estados Unidos el que ayudó a engendrar a su enemigo en los años ochenta. El suministro de armas a los islamistas que luchaban contra las tropas invasoras soviéticas fue visto como una jugada maestra de la estrategia de la Guerra Fría entre Washington y Moscú. Incluso el presidente Reagan los denominó “freedom fighters” (“luchadores por la libertad”). Pero tuvo como efecto inesperado la creación de una milicia radical asociada a Osama bin Laden y al Qaeda.

Dos décadas después EE.UU. sufrió en su propio territorio el ataque por parte de quienes fueron sus aliados.

Por todo esto, que se firme ahora la paz es valioso, sobre todo cuando ocurre bajo la presidencia de un ‘halcón’ como Donald Trump.


Decimos una necedad y a fuerza de repetirla acabamos creyéndola”. Voltaire. Filósofo y escritor francés (1694-1778)
Aquel a quien no le gusta el vino, ni la mujer, ni el canto, será un necio toda su vida”. Martin Lutero. Reformador alemán (1483-1546)