Comportamiento político

EDUARDO TABÁREZ RAMÍREZ

De a poco van apareciendo quienes bajo distintas formas de comunicación aspiran a ser parte activa del cambio. Los defensores de las grandes mayorías, el tiempo corre inexorablemente, pronto tendremos nuevos salvadores.

En política existen diversas conductas, cada acción de lo que se hace y se dice se sustenta bajo el interés personal. El tablero electoral es una heterogeneidad de posiciones, cada uno con su propia impronta. En esta mezcla de actores están: los temerosos, los insensatos, los sinvergüenzas, los auténticos (estos son pocos) definir las características y su definición tomará largos comentarios, trataré de ser sucinto.

Los del acomodo. Son quienes carecen de identidad para con los demás, sus pasos van acordes a quien ostenta el poder, huyen de quien es contrario al jefe de turno, son poco visibles y manejan un bajo perfil, pero son buenos estrategas en utilizar a otros, por esencia es egoísta, primero él, segundo él.

Los temerosos. Con tal de no verse inmersos en situaciones incómodas, no tienen problema en adelantarse en delaciones contra terceros, poseen pobre manejo emocional, conocen sus limitaciones intelectuales, son precavidos, andan siempre a la defensiva, son prudentes cuando hablan en público.

Los insensatos. Son presa fácil de los del acomodo, repiten lo que otros dicen, son nobles por acción y omisión, solo ven lo que está cerca de ellos, carecen de intuición, creen en los halagos, son los chivos expiatorios de los sinvergüenzas, su virtud la sustentan en el desconocimiento, su mayor logro es terminar en problemas por encubridores ‘inocentes’.

Los sinvergüenzas. Ocupan al mayor espacio en la mesa, su mejor carta de presentación es que nunca se arrepienten, son poseedores de la piedra filosofal, son los primeros que se hacen invitar a un cóctel políticos. La técnica de la confusión la conocen perfectamente, son firmes en sus expresiones y eluden con habilidad las preguntas; para los sinvergüenzas la estética es importante, son condescendientes y consideran a sus contrarios con tal de obtener sus propósitos. En su interior no les importa si ellos no son primeros cuando se trata de ganar algo deshonesto, en su mente el fin justifica los medios y los medios justifican el fin.

Por último, los auténticos. Son tan pocos que terminan esfumándose, probablemente son los que deberían seguir como actores, al menos son firmes en sus ideales y navegan contra corriente, su falta de carisma no les permite convencer a las masas. Son peligrosos cuando logran el poder. Yo me quedo con quienes luchan por la verdad.

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