‘Disparen, señores, disparen’

Karla Jaramillo Puertas

En días anteriores, escuchamos a la alcaldesa de Guayaquil exhortar a los policías: “Disparen, disparen, disparen, porque solo en medio segundo existe la diferencia de que ustedes sean o no los héroes de la historia”, haciendo alusión al repugnante caso de Diana Carolina, en Ibarra, cuando fue apuñalada por su conviviente de nacionalidad extranjera.

De este pronunciamiento se desprenden varias lecturas.

Primero: la violencia atrae más violencia. Este exhorto, en la práctica, tiene el efecto contrario; es decir, los cientos de delincuentes y mafias adquirirán más y mejores armas; esto considerando que, en muchos de los casos, están mejor equipados que la misma institución encargada de vigilar el orden.

Segundo: El caso de Carolina jamás fue catalogado como crimen común. Desde un inicio se lo definió como femicidio (que es el resultado de la violencia extrema contra las mujeres simplemente por el hecho de ser mujer y que es el reflejo de la existencia de relaciones inequitativas, desiguales y basadas en el poder). Figura jurídica por la cual el venezolano fue juzgado a 37 años de prisión. Siendo así, lo que se debe combatir es el machismo y la cosificación de la mujer; es decir, que las féminas no seamos tomadas como una cosa u objeto, al que el hombre puede mandar y hacer con nosotras lo que se le antoje.

Tercero: La delincuencia obedece a problemas estructurales. En los que la desigualdad social, el desempleo, el no acceso a espacios de sana recreación, así como las pocas oportunidades que tienen los jóvenes a la universidad y otros factores deben ser considerados como estrategias de solución.

Cuarto: No se trata de ser héroes o no. Los policías deben cumplir con su deber, aplicando las normas y parámetros de seguridad antes que buscar el reconocimiento o no que se les pueda hacer. (O)

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