Gracias Mons. Minda

POR: Luis Fernando Revelo

Dice el libro del Eclesiastés que hay tiempo para todo. Hoy es el tiempo para hablar y para agradecer. Y el apóstol Pablo lo dijo: “Muéstrense agradecidos con los que se afanan por ustedes, para dirigirlos y aconsejarlos en las cosas del Señor. Ténganles mucho aprecio y cariño por lo que hacen”. Mons. Iván Minda ha sido un Prelado aureolado de sabiduría, de santidad, y sobre todo, de humildad. Floreció en el místico nidal del Seminario Mayor Nuestra Señora de la Esperanza, en el Seminario Internacional “Bidasoa» y en la Universidad de Navarra en Pamplona (España).

Hace 15 meses tomó posesión de nuestra diócesis en calidad de Administrador apostólico para honrarla con su fecunda labor episcopal, con su enseñanza viviente, con su estímulo y con su ejemplo. Hombre austero, de palabra sencilla, persuadida y persuisiva, de plegaria sincera y confiada, un hombre de Dios profundamente eclesial. Ha sabido imprimir continuidad a la misión apostólica de esa magnífica pléyade de obispos que le antecedieron desde 1 862. Jamás debemos olvidar que esta diócesis a lo largo de su devenir histórico supo singularizarse al haber sido gobernada por virtuosos Prelados.

Encomiable ha sido su misión evangelizadora en la corta estadía episcopal. Allí fulge nuestra Catedral, mudo testigo de nuestro acaecer citadino, que se ha ido reconstruyendo con sus brillantes iniciativas y un manejo transparente de los recursos económicos. Y qué diremos de esos otros íconos de la ibarreñidad, la Capilla episcopal, el complejo catedralicio, donde su sandalia de peregrino y de pastor deja una estela luminosa de proficuas realizaciones. Celebramos su estadía con el himno gigante orquestado por la gratitud de laicos y religiosos. Gracias y hasta siempre Monseñor.