Fascismo y democracia

Rodrigo Contero Peñafiel

El fascismo es un sistema que subordina a los seres humanos con propósitos específicos que debilitan el perfeccionamiento de la individualidad. La democracia crea las condiciones políticas, económicas y culturales dirigidas a buscar el desarrollo pleno del individuo. La democracia requiere la cooperación permanente de las personas y una economía social planificada, más nunca de un extenso sistema industrial que demande un alto grado de centralización y numerosa burocracia que administre a una entidad concentrada.

La iniciativa, voluntad y racionalidad son parte del desarrollo personal de los individuos que evita la subordinación de los pueblos con fines económico-sociales y la cooperación activa, real y oportuna de organismos y entidades libres e independientes ante un control autoritario que interviene en todas las entidades de un sistema de gobierno “socialista” concentrador del poder y del sistema de justicia.

El hombre como parte de la sociedad es capaz de planificar el sistema de gobierno con el propósito de atender las necesidades humanas. Si todos participamos activamente en el proceso social del país evitaremos la improvisación, el oportunismo y la impotencia que transforma a las personas en autómatas que van perdiendo el sentido del presente y el futuro.

El éxito sobre todas las formas de autoritarismo solo es posible si la democracia avanza hasta alcanzar los objetivos de libertad sin que el pueblo pierda la fe en sus posibilidades de supervivencia, y luche permanente por la justicia y democracia hasta lograr sus metas y objetivos.

Todos los países en el mundo requieren de líderes con calidad humana, conocimiento, independencia y confianza en sí mismos que los llevan hasta alcanzar el éxito. La mediocridad, el autoritarismo, la concentración del poder con tendencias y actitudes de carácter compulsivo destruyen la vida de la gente y la sumen en la pobreza, la corrupción, la mendicidad y el abandono; esto se llama fascismo.

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