Awacs

Rodrigo Santillán Peralbo

El Art. 5 de la Constitución prohíbe establecer bases militares o instalaciones extranjeras o ceder bases militares nacionales a fuerzas armadas o de seguridad extranjeras. Si se permite, como hasta ahora, que los aviones espías Awacs de Estados Unidos, usen a su antojo, el aeropuerto de la Isla San Cristóbal en Galápagos, Patrimonio Natural de la Humanidad, de alguna manera, se estaría violentando la disposición constitucional y, se pondría en peligro la flora y fauna, únicas en el mundo, ya que podría haber derrames de combustibles como ya ha ocurrido en bases militares en Japón, Holanda o Alemania.

En la base aérea de Estados Unidos en Yokota, al oeste de Tokio han ocurrido varios accidentes con derrame de combustibles que han producido severos daños a los ecosistemas, según informaba la revista militar Stars and Stripes.

La periodista Marlise Simons, en el prestigioso diario The New York Times, decía que en la frontera donde convergen Bélgica, Alemania y Holanda, una zona densamente poblada, en el lado alemán existe la base aérea Geilenkirchen transformada en base de operaciones de la flota Awacs de la OTAN que afecta a unas 300 mil personas por el pavoroso rugido de los motores que “chirrían y silban”. Los ciudadanos holandeses informaron que “los agricultores han traído verduras manchadas de combustible”. Afirman que la contaminación es grave y altamente peligrosa para la salud.

¿Quiénes serían los responsables en casos de contaminación de Galápagos, ya que, inclusive, Estados Unidos ha dicho que modernizará el aeropuerto de San Cristóbal y construirá depósitos de combustible para los Awacs y Orión? Los asambleístas, en particular, quienes conforman la Comisión de Relaciones Internacionales, tienen la elevada misión de proteger los ecosistemas de Galápagos.

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