‘Takina’, la música de los Napo Runa

HERENCIA. Maximiliano Grefa ha cultivado la música en sus hijos y nietos. (Foto: Captura Revista INPC)
HERENCIA. Maximiliano Grefa ha cultivado la música en sus hijos y nietos. (Foto: Captura Revista INPC)
HERENCIA. Maximiliano Grefa ha cultivado la música en sus hijos y nietos. (Foto: Captura Revista INPC)
HERENCIA. Maximiliano Grefa ha cultivado la música en sus hijos y nietos. (Foto: Captura Revista INPC)
HERENCIA. Maximiliano Grefa ha cultivado la música en sus hijos y nietos. (Foto: Captura Revista INPC)
HERENCIA. Maximiliano Grefa ha cultivado la música en sus hijos y nietos. (Foto: Captura Revista INPC)
HERENCIA. Maximiliano Grefa ha cultivado la música en sus hijos y nietos. (Foto: Captura Revista INPC)
HERENCIA. Maximiliano Grefa ha cultivado la música en sus hijos y nietos. (Foto: Captura Revista INPC)

‘Los jilgueritos’, grupo fundado por el músico Silverio Grefa, un kichwa del Napo, difunde la ‘takina’ que es la música propia de ese pueblo indígena, a través de la cual cuentan la cotidianidad de su gente, así como las tradiciones, costumbres, prácticas socio-culturales milenarias.

La música de los kichwas del Napo o Napo runas, tiene un rol importante porque, a través de la oralidad, transmiten de generación en generación los valores, las tradiciones y la historia del pueblo que habita en la Amazonía.

Antiguamente la takina era practicada por los padres de familia quienes se encargaban de contar la historia de los ancestros, pero también era el medio para enseñar a los hijos la importancia de los elementos de la naturaleza y la importancia de los dioses… Generalmente esta enseñanza la realizaban en las mañanas, tiempo en que compartían la bebida de wayusa.

El camino del conocimiento

El testimonio de Grefa, considerado una fuente viva de información y conocimiento de su cultura, por su conocimiento y versatilidad en la ejecución de instrumentos como el tambor, el pingullo, el violín, pero sobre todo el canto y la composición, fue recogido por el gestor cultural Marco Yunga, y publicado en la Revista Patrimonio Cultural Inmaterial.

Entonces para Silverio “takina es poder, es energía, es el paju (un don)”, porque no existe otra forma más poderosa de contar la historia, de transformar lo terrenal, de hablar en conjunto con los espíritus de la sacha (selva) y de reconstruir constantemente “nuestra propia vida”.

Por ello, la música y los instrumentos están presente en momentos cotidianos y rituales de los Napo Runa. Por ejemplo, el pingullo, melodiosamente entonado, acompaña a los rukuyaya (mayores o abuelos), que transmiten sus memorias a los hijos durante la hora de la wuayusa; el tambor y el violín determinan la voluntad del versiaru (el que evoca los versos) que compromete en matrimonio a través de su canto a una nueva pareja; y el canto de las mujeres que en susurros recorre y atrapa las pasiones y deseos. (DLH)

‘Los jilgueritos’, grupo fundado por el músico Silverio Grefa, un kichwa del Napo, difunde la ‘takina’ que es la música propia de ese pueblo indígena, a través de la cual cuentan la cotidianidad de su gente, así como las tradiciones, costumbres, prácticas socio-culturales milenarias.

La música de los kichwas del Napo o Napo runas, tiene un rol importante porque, a través de la oralidad, transmiten de generación en generación los valores, las tradiciones y la historia del pueblo que habita en la Amazonía.

Antiguamente la takina era practicada por los padres de familia quienes se encargaban de contar la historia de los ancestros, pero también era el medio para enseñar a los hijos la importancia de los elementos de la naturaleza y la importancia de los dioses… Generalmente esta enseñanza la realizaban en las mañanas, tiempo en que compartían la bebida de wayusa.

El camino del conocimiento

El testimonio de Grefa, considerado una fuente viva de información y conocimiento de su cultura, por su conocimiento y versatilidad en la ejecución de instrumentos como el tambor, el pingullo, el violín, pero sobre todo el canto y la composición, fue recogido por el gestor cultural Marco Yunga, y publicado en la Revista Patrimonio Cultural Inmaterial.

Entonces para Silverio “takina es poder, es energía, es el paju (un don)”, porque no existe otra forma más poderosa de contar la historia, de transformar lo terrenal, de hablar en conjunto con los espíritus de la sacha (selva) y de reconstruir constantemente “nuestra propia vida”.

Por ello, la música y los instrumentos están presente en momentos cotidianos y rituales de los Napo Runa. Por ejemplo, el pingullo, melodiosamente entonado, acompaña a los rukuyaya (mayores o abuelos), que transmiten sus memorias a los hijos durante la hora de la wuayusa; el tambor y el violín determinan la voluntad del versiaru (el que evoca los versos) que compromete en matrimonio a través de su canto a una nueva pareja; y el canto de las mujeres que en susurros recorre y atrapa las pasiones y deseos. (DLH)

‘Los jilgueritos’, grupo fundado por el músico Silverio Grefa, un kichwa del Napo, difunde la ‘takina’ que es la música propia de ese pueblo indígena, a través de la cual cuentan la cotidianidad de su gente, así como las tradiciones, costumbres, prácticas socio-culturales milenarias.

La música de los kichwas del Napo o Napo runas, tiene un rol importante porque, a través de la oralidad, transmiten de generación en generación los valores, las tradiciones y la historia del pueblo que habita en la Amazonía.

Antiguamente la takina era practicada por los padres de familia quienes se encargaban de contar la historia de los ancestros, pero también era el medio para enseñar a los hijos la importancia de los elementos de la naturaleza y la importancia de los dioses… Generalmente esta enseñanza la realizaban en las mañanas, tiempo en que compartían la bebida de wayusa.

El camino del conocimiento

El testimonio de Grefa, considerado una fuente viva de información y conocimiento de su cultura, por su conocimiento y versatilidad en la ejecución de instrumentos como el tambor, el pingullo, el violín, pero sobre todo el canto y la composición, fue recogido por el gestor cultural Marco Yunga, y publicado en la Revista Patrimonio Cultural Inmaterial.

Entonces para Silverio “takina es poder, es energía, es el paju (un don)”, porque no existe otra forma más poderosa de contar la historia, de transformar lo terrenal, de hablar en conjunto con los espíritus de la sacha (selva) y de reconstruir constantemente “nuestra propia vida”.

Por ello, la música y los instrumentos están presente en momentos cotidianos y rituales de los Napo Runa. Por ejemplo, el pingullo, melodiosamente entonado, acompaña a los rukuyaya (mayores o abuelos), que transmiten sus memorias a los hijos durante la hora de la wuayusa; el tambor y el violín determinan la voluntad del versiaru (el que evoca los versos) que compromete en matrimonio a través de su canto a una nueva pareja; y el canto de las mujeres que en susurros recorre y atrapa las pasiones y deseos. (DLH)

‘Los jilgueritos’, grupo fundado por el músico Silverio Grefa, un kichwa del Napo, difunde la ‘takina’ que es la música propia de ese pueblo indígena, a través de la cual cuentan la cotidianidad de su gente, así como las tradiciones, costumbres, prácticas socio-culturales milenarias.

La música de los kichwas del Napo o Napo runas, tiene un rol importante porque, a través de la oralidad, transmiten de generación en generación los valores, las tradiciones y la historia del pueblo que habita en la Amazonía.

Antiguamente la takina era practicada por los padres de familia quienes se encargaban de contar la historia de los ancestros, pero también era el medio para enseñar a los hijos la importancia de los elementos de la naturaleza y la importancia de los dioses… Generalmente esta enseñanza la realizaban en las mañanas, tiempo en que compartían la bebida de wayusa.

El camino del conocimiento

El testimonio de Grefa, considerado una fuente viva de información y conocimiento de su cultura, por su conocimiento y versatilidad en la ejecución de instrumentos como el tambor, el pingullo, el violín, pero sobre todo el canto y la composición, fue recogido por el gestor cultural Marco Yunga, y publicado en la Revista Patrimonio Cultural Inmaterial.

Entonces para Silverio “takina es poder, es energía, es el paju (un don)”, porque no existe otra forma más poderosa de contar la historia, de transformar lo terrenal, de hablar en conjunto con los espíritus de la sacha (selva) y de reconstruir constantemente “nuestra propia vida”.

Por ello, la música y los instrumentos están presente en momentos cotidianos y rituales de los Napo Runa. Por ejemplo, el pingullo, melodiosamente entonado, acompaña a los rukuyaya (mayores o abuelos), que transmiten sus memorias a los hijos durante la hora de la wuayusa; el tambor y el violín determinan la voluntad del versiaru (el que evoca los versos) que compromete en matrimonio a través de su canto a una nueva pareja; y el canto de las mujeres que en susurros recorre y atrapa las pasiones y deseos. (DLH)