La marimba es un saber que se hereda

INTERÉS. Los niños veían e imitaban. Ahora hay escuelas de marimba donde aprenden con guías.
INTERÉS. Los niños veían e imitaban. Ahora hay escuelas de marimba donde aprenden con guías.
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INTERÉS. Los niños veían e imitaban. Ahora hay escuelas de marimba donde aprenden con guías.
INTERÉS. Los niños veían e imitaban. Ahora hay escuelas de marimba donde aprenden con guías.
INTERÉS. Los niños veían e imitaban. Ahora hay escuelas de marimba donde aprenden con guías.
INTERÉS. Los niños veían e imitaban. Ahora hay escuelas de marimba donde aprenden con guías.
INTERÉS. Los niños veían e imitaban. Ahora hay escuelas de marimba donde aprenden con guías.

Construir la marimba, ejecutar su música y bailarla es un aprendizaje que empieza en la niñez, cuando los interesados observan e imitan lo que realizan sus mayores. Así lo hicieron Lubis Mina, Papá Roncón, Francisco ‘Marimba’, Jackson Arroyo y Roberto Escobar, entre otros constructores, músicos y bailarines, cuyos testimonios los recoge Pablo Minda Batallas, antropólogo y activista afro, en su libro ‘La marimba como Patrimonio Cultural Inmaterial’.

El documento señala que la mayor parte de las personas que saben tocar y construir la marimba e instrumentos acompañantes, han asimilado de sus padres u otros familiares.

De los grandes

Roberto Escobar heredó los talentos de su padre, quien tocaba marimba, guitarra, acordeón y bombo; y de su madre que gustaba mucho de cantar, refiere Minda en su libro.

También fue el caso de Lubis Minda, profesora de danza tradicional, oriunda de la comunidad de Urbina (San Lorenzo-Esmeraldas). Menciona que aprendió a bailar y tocar la marimba y el bombo viendo, a escondidas, a sus mayores durante las fiestas que se realizaban en “las casas grandes del pueblo”. Cuando su padre la descubrió, prefirió seguirle enseñándo el arte en casa.

Mientras que Guillermo Ayoví, más conocido como Papa Roncón, uno de los más reputados músicos y constructores de instrumentos tradicionales, relata que sus maestros fueron indígenas de las comunidades chachis. Esta situación, según Minda Batallas, es una muestra de la proximidad existente entre las comunidades de afroesmeraldeñas e indígenas chachi y las relaciones de amistad e intercambio entre estas.

Francisco ‘Marimba’, músico y promotor de Quinindé, proviene de una familia apegada al canto, el baile, la música, el bombo, el cununo, la maraca, el guasá y la guitarra. Ese entorno lo llevó a bailar la marimba desde que tenía cinco años, época en la que ya iba a los arrullos y esperaba a los músicos y bailarines en los lugares de descanso.

Los cambios han llegado

Minda Batallas escribe en su libro que existe otra forma de aprendizaje, tanto de la construcción como de la ejecución de la marimba y de los bailes tradicionales.

Hay escuelas de marimba, unas impulsadas por el Gobierno central o los gobiernos seccionales, y otras formadas por los propios detentores de conocimientos tradicionales. En ellas un maestro enseña a tocar ese instrumento, así como el bombo, el cununo, el guasá y las maracas.

En ‘La marimba como Patrimonio Cultural Inmaterial’ también se recoge información de costumbres ancestrales contadas por Papá Roncón. Había que rezar antes de bailar la marimba o tocar piezas como el llamado bambuco, debido a que los viejos creían que subía el beruño (el demonio o el diablo que entraba a las casas donde se estaba tocando). (DLH)

Experiencia diaria

La danza expresa momentos de la vida cotidiana, del trabajo, de la vida erótica y sexual, del amor y el desamor, o de la naturaleza y su destrucción.

Estos eventos son representados por medio del movimiento corporal de los bailarines y las bailarinas, y de la población en general, relata Pablo Minda Batallas, en el libro ‘La marimba como Patrimonio Cultural Inmaterial’.

Construir la marimba, ejecutar su música y bailarla es un aprendizaje que empieza en la niñez, cuando los interesados observan e imitan lo que realizan sus mayores. Así lo hicieron Lubis Mina, Papá Roncón, Francisco ‘Marimba’, Jackson Arroyo y Roberto Escobar, entre otros constructores, músicos y bailarines, cuyos testimonios los recoge Pablo Minda Batallas, antropólogo y activista afro, en su libro ‘La marimba como Patrimonio Cultural Inmaterial’.

El documento señala que la mayor parte de las personas que saben tocar y construir la marimba e instrumentos acompañantes, han asimilado de sus padres u otros familiares.

De los grandes

Roberto Escobar heredó los talentos de su padre, quien tocaba marimba, guitarra, acordeón y bombo; y de su madre que gustaba mucho de cantar, refiere Minda en su libro.

También fue el caso de Lubis Minda, profesora de danza tradicional, oriunda de la comunidad de Urbina (San Lorenzo-Esmeraldas). Menciona que aprendió a bailar y tocar la marimba y el bombo viendo, a escondidas, a sus mayores durante las fiestas que se realizaban en “las casas grandes del pueblo”. Cuando su padre la descubrió, prefirió seguirle enseñándo el arte en casa.

Mientras que Guillermo Ayoví, más conocido como Papa Roncón, uno de los más reputados músicos y constructores de instrumentos tradicionales, relata que sus maestros fueron indígenas de las comunidades chachis. Esta situación, según Minda Batallas, es una muestra de la proximidad existente entre las comunidades de afroesmeraldeñas e indígenas chachi y las relaciones de amistad e intercambio entre estas.

Francisco ‘Marimba’, músico y promotor de Quinindé, proviene de una familia apegada al canto, el baile, la música, el bombo, el cununo, la maraca, el guasá y la guitarra. Ese entorno lo llevó a bailar la marimba desde que tenía cinco años, época en la que ya iba a los arrullos y esperaba a los músicos y bailarines en los lugares de descanso.

Los cambios han llegado

Minda Batallas escribe en su libro que existe otra forma de aprendizaje, tanto de la construcción como de la ejecución de la marimba y de los bailes tradicionales.

Hay escuelas de marimba, unas impulsadas por el Gobierno central o los gobiernos seccionales, y otras formadas por los propios detentores de conocimientos tradicionales. En ellas un maestro enseña a tocar ese instrumento, así como el bombo, el cununo, el guasá y las maracas.

En ‘La marimba como Patrimonio Cultural Inmaterial’ también se recoge información de costumbres ancestrales contadas por Papá Roncón. Había que rezar antes de bailar la marimba o tocar piezas como el llamado bambuco, debido a que los viejos creían que subía el beruño (el demonio o el diablo que entraba a las casas donde se estaba tocando). (DLH)

Experiencia diaria

La danza expresa momentos de la vida cotidiana, del trabajo, de la vida erótica y sexual, del amor y el desamor, o de la naturaleza y su destrucción.

Estos eventos son representados por medio del movimiento corporal de los bailarines y las bailarinas, y de la población en general, relata Pablo Minda Batallas, en el libro ‘La marimba como Patrimonio Cultural Inmaterial’.

Construir la marimba, ejecutar su música y bailarla es un aprendizaje que empieza en la niñez, cuando los interesados observan e imitan lo que realizan sus mayores. Así lo hicieron Lubis Mina, Papá Roncón, Francisco ‘Marimba’, Jackson Arroyo y Roberto Escobar, entre otros constructores, músicos y bailarines, cuyos testimonios los recoge Pablo Minda Batallas, antropólogo y activista afro, en su libro ‘La marimba como Patrimonio Cultural Inmaterial’.

El documento señala que la mayor parte de las personas que saben tocar y construir la marimba e instrumentos acompañantes, han asimilado de sus padres u otros familiares.

De los grandes

Roberto Escobar heredó los talentos de su padre, quien tocaba marimba, guitarra, acordeón y bombo; y de su madre que gustaba mucho de cantar, refiere Minda en su libro.

También fue el caso de Lubis Minda, profesora de danza tradicional, oriunda de la comunidad de Urbina (San Lorenzo-Esmeraldas). Menciona que aprendió a bailar y tocar la marimba y el bombo viendo, a escondidas, a sus mayores durante las fiestas que se realizaban en “las casas grandes del pueblo”. Cuando su padre la descubrió, prefirió seguirle enseñándo el arte en casa.

Mientras que Guillermo Ayoví, más conocido como Papa Roncón, uno de los más reputados músicos y constructores de instrumentos tradicionales, relata que sus maestros fueron indígenas de las comunidades chachis. Esta situación, según Minda Batallas, es una muestra de la proximidad existente entre las comunidades de afroesmeraldeñas e indígenas chachi y las relaciones de amistad e intercambio entre estas.

Francisco ‘Marimba’, músico y promotor de Quinindé, proviene de una familia apegada al canto, el baile, la música, el bombo, el cununo, la maraca, el guasá y la guitarra. Ese entorno lo llevó a bailar la marimba desde que tenía cinco años, época en la que ya iba a los arrullos y esperaba a los músicos y bailarines en los lugares de descanso.

Los cambios han llegado

Minda Batallas escribe en su libro que existe otra forma de aprendizaje, tanto de la construcción como de la ejecución de la marimba y de los bailes tradicionales.

Hay escuelas de marimba, unas impulsadas por el Gobierno central o los gobiernos seccionales, y otras formadas por los propios detentores de conocimientos tradicionales. En ellas un maestro enseña a tocar ese instrumento, así como el bombo, el cununo, el guasá y las maracas.

En ‘La marimba como Patrimonio Cultural Inmaterial’ también se recoge información de costumbres ancestrales contadas por Papá Roncón. Había que rezar antes de bailar la marimba o tocar piezas como el llamado bambuco, debido a que los viejos creían que subía el beruño (el demonio o el diablo que entraba a las casas donde se estaba tocando). (DLH)

Experiencia diaria

La danza expresa momentos de la vida cotidiana, del trabajo, de la vida erótica y sexual, del amor y el desamor, o de la naturaleza y su destrucción.

Estos eventos son representados por medio del movimiento corporal de los bailarines y las bailarinas, y de la población en general, relata Pablo Minda Batallas, en el libro ‘La marimba como Patrimonio Cultural Inmaterial’.

Construir la marimba, ejecutar su música y bailarla es un aprendizaje que empieza en la niñez, cuando los interesados observan e imitan lo que realizan sus mayores. Así lo hicieron Lubis Mina, Papá Roncón, Francisco ‘Marimba’, Jackson Arroyo y Roberto Escobar, entre otros constructores, músicos y bailarines, cuyos testimonios los recoge Pablo Minda Batallas, antropólogo y activista afro, en su libro ‘La marimba como Patrimonio Cultural Inmaterial’.

El documento señala que la mayor parte de las personas que saben tocar y construir la marimba e instrumentos acompañantes, han asimilado de sus padres u otros familiares.

De los grandes

Roberto Escobar heredó los talentos de su padre, quien tocaba marimba, guitarra, acordeón y bombo; y de su madre que gustaba mucho de cantar, refiere Minda en su libro.

También fue el caso de Lubis Minda, profesora de danza tradicional, oriunda de la comunidad de Urbina (San Lorenzo-Esmeraldas). Menciona que aprendió a bailar y tocar la marimba y el bombo viendo, a escondidas, a sus mayores durante las fiestas que se realizaban en “las casas grandes del pueblo”. Cuando su padre la descubrió, prefirió seguirle enseñándo el arte en casa.

Mientras que Guillermo Ayoví, más conocido como Papa Roncón, uno de los más reputados músicos y constructores de instrumentos tradicionales, relata que sus maestros fueron indígenas de las comunidades chachis. Esta situación, según Minda Batallas, es una muestra de la proximidad existente entre las comunidades de afroesmeraldeñas e indígenas chachi y las relaciones de amistad e intercambio entre estas.

Francisco ‘Marimba’, músico y promotor de Quinindé, proviene de una familia apegada al canto, el baile, la música, el bombo, el cununo, la maraca, el guasá y la guitarra. Ese entorno lo llevó a bailar la marimba desde que tenía cinco años, época en la que ya iba a los arrullos y esperaba a los músicos y bailarines en los lugares de descanso.

Los cambios han llegado

Minda Batallas escribe en su libro que existe otra forma de aprendizaje, tanto de la construcción como de la ejecución de la marimba y de los bailes tradicionales.

Hay escuelas de marimba, unas impulsadas por el Gobierno central o los gobiernos seccionales, y otras formadas por los propios detentores de conocimientos tradicionales. En ellas un maestro enseña a tocar ese instrumento, así como el bombo, el cununo, el guasá y las maracas.

En ‘La marimba como Patrimonio Cultural Inmaterial’ también se recoge información de costumbres ancestrales contadas por Papá Roncón. Había que rezar antes de bailar la marimba o tocar piezas como el llamado bambuco, debido a que los viejos creían que subía el beruño (el demonio o el diablo que entraba a las casas donde se estaba tocando). (DLH)

Experiencia diaria

La danza expresa momentos de la vida cotidiana, del trabajo, de la vida erótica y sexual, del amor y el desamor, o de la naturaleza y su destrucción.

Estos eventos son representados por medio del movimiento corporal de los bailarines y las bailarinas, y de la población en general, relata Pablo Minda Batallas, en el libro ‘La marimba como Patrimonio Cultural Inmaterial’.