La fibra de cabuya, material insigne de los salasacas

TRADICIÓN. Con paciencia y habilidad, los tejidos se confeccionan en telares artesanales.
TRADICIÓN. Con paciencia y habilidad, los tejidos se confeccionan en telares artesanales.
TRADICIÓN. Con paciencia y habilidad, los tejidos se confeccionan en telares artesanales.
TRADICIÓN. Con paciencia y habilidad, los tejidos se confeccionan en telares artesanales.
TRADICIÓN. Con paciencia y habilidad, los tejidos se confeccionan en telares artesanales.
TRADICIÓN. Con paciencia y habilidad, los tejidos se confeccionan en telares artesanales.
TRADICIÓN. Con paciencia y habilidad, los tejidos se confeccionan en telares artesanales.
TRADICIÓN. Con paciencia y habilidad, los tejidos se confeccionan en telares artesanales.

Los trabajos con la cabuya, una planta endémica del Perú, que también se encuentra en los andes de Ecuador y Colombia, son tesoros artesanales que sobreviven en varias zonas del país.

Su fibra se utilizó originalmente para confeccionar shigras, sandalias y los costales en los que se exportaba el maíz, la cebada y demás granos a diferentes lugares del Ecuador.

Tiempo atrás, muchos utilizaron esta planta para confeccionar artesanías como sombreros o bolsas de mercado.

La siembra de cabuya disminuyó en las últimas décadas, al punto de que estas tradiciones estuvieron a punto de desaparecer.

No obstante, familias de artesanos como la de Ramona Chango, oriunda de la comunidad de Salasaca, en Tungurahua, pusieron manos a la obra para no perder las costumbres de sus ancestros.

Elaboración

Chango explica que los trabajos se realizan a mano. Una vez cosechada la fibra, se cortan las pencas, se machucan y se las coloca por ocho días en agua hasta que fermenten. Luego se las lava bien y se procede a tinturarlas de diferentes colores que tienen que ver con la naturaleza, por eso, en su mayoría, son verdes y rojas.

TOME NOTA
El costo de un bolso de cabuya va de 5 hasta 15 dólares.
Luego del proceso -que tarda dos semanas- se logra sacar los hilos finos de color dorado. Chango aprendió esta preparación a los 15 años gracias a sus padres, quienes le transmitieron esta técnica con más de 150 años de práctica.

“Los conocimientos vienen desde mis tatarabuelos. Ellos trabajaban la cabuya tejiendo shigras, bolsos, sandalias y saquillos de todos los tamaños para guardar los granos”, dice.

Una vez tinturadas, se pasa a elaborar las madejas de hilo y se inicia el tejido. Los productos terminados son comercializados en un local de la Plaza Artesanal de Llikakama, en Salasaca. Chango es una de las cuatro artesanas que todavía utilizan la cabuya en la elaboración de sus artículos.

Los trabajos con la cabuya, una planta endémica del Perú, que también se encuentra en los andes de Ecuador y Colombia, son tesoros artesanales que sobreviven en varias zonas del país.

Su fibra se utilizó originalmente para confeccionar shigras, sandalias y los costales en los que se exportaba el maíz, la cebada y demás granos a diferentes lugares del Ecuador.

Tiempo atrás, muchos utilizaron esta planta para confeccionar artesanías como sombreros o bolsas de mercado.

La siembra de cabuya disminuyó en las últimas décadas, al punto de que estas tradiciones estuvieron a punto de desaparecer.

No obstante, familias de artesanos como la de Ramona Chango, oriunda de la comunidad de Salasaca, en Tungurahua, pusieron manos a la obra para no perder las costumbres de sus ancestros.

Elaboración

Chango explica que los trabajos se realizan a mano. Una vez cosechada la fibra, se cortan las pencas, se machucan y se las coloca por ocho días en agua hasta que fermenten. Luego se las lava bien y se procede a tinturarlas de diferentes colores que tienen que ver con la naturaleza, por eso, en su mayoría, son verdes y rojas.

TOME NOTA
El costo de un bolso de cabuya va de 5 hasta 15 dólares.
Luego del proceso -que tarda dos semanas- se logra sacar los hilos finos de color dorado. Chango aprendió esta preparación a los 15 años gracias a sus padres, quienes le transmitieron esta técnica con más de 150 años de práctica.

“Los conocimientos vienen desde mis tatarabuelos. Ellos trabajaban la cabuya tejiendo shigras, bolsos, sandalias y saquillos de todos los tamaños para guardar los granos”, dice.

Una vez tinturadas, se pasa a elaborar las madejas de hilo y se inicia el tejido. Los productos terminados son comercializados en un local de la Plaza Artesanal de Llikakama, en Salasaca. Chango es una de las cuatro artesanas que todavía utilizan la cabuya en la elaboración de sus artículos.

Los trabajos con la cabuya, una planta endémica del Perú, que también se encuentra en los andes de Ecuador y Colombia, son tesoros artesanales que sobreviven en varias zonas del país.

Su fibra se utilizó originalmente para confeccionar shigras, sandalias y los costales en los que se exportaba el maíz, la cebada y demás granos a diferentes lugares del Ecuador.

Tiempo atrás, muchos utilizaron esta planta para confeccionar artesanías como sombreros o bolsas de mercado.

La siembra de cabuya disminuyó en las últimas décadas, al punto de que estas tradiciones estuvieron a punto de desaparecer.

No obstante, familias de artesanos como la de Ramona Chango, oriunda de la comunidad de Salasaca, en Tungurahua, pusieron manos a la obra para no perder las costumbres de sus ancestros.

Elaboración

Chango explica que los trabajos se realizan a mano. Una vez cosechada la fibra, se cortan las pencas, se machucan y se las coloca por ocho días en agua hasta que fermenten. Luego se las lava bien y se procede a tinturarlas de diferentes colores que tienen que ver con la naturaleza, por eso, en su mayoría, son verdes y rojas.

TOME NOTA
El costo de un bolso de cabuya va de 5 hasta 15 dólares.
Luego del proceso -que tarda dos semanas- se logra sacar los hilos finos de color dorado. Chango aprendió esta preparación a los 15 años gracias a sus padres, quienes le transmitieron esta técnica con más de 150 años de práctica.

“Los conocimientos vienen desde mis tatarabuelos. Ellos trabajaban la cabuya tejiendo shigras, bolsos, sandalias y saquillos de todos los tamaños para guardar los granos”, dice.

Una vez tinturadas, se pasa a elaborar las madejas de hilo y se inicia el tejido. Los productos terminados son comercializados en un local de la Plaza Artesanal de Llikakama, en Salasaca. Chango es una de las cuatro artesanas que todavía utilizan la cabuya en la elaboración de sus artículos.

Los trabajos con la cabuya, una planta endémica del Perú, que también se encuentra en los andes de Ecuador y Colombia, son tesoros artesanales que sobreviven en varias zonas del país.

Su fibra se utilizó originalmente para confeccionar shigras, sandalias y los costales en los que se exportaba el maíz, la cebada y demás granos a diferentes lugares del Ecuador.

Tiempo atrás, muchos utilizaron esta planta para confeccionar artesanías como sombreros o bolsas de mercado.

La siembra de cabuya disminuyó en las últimas décadas, al punto de que estas tradiciones estuvieron a punto de desaparecer.

No obstante, familias de artesanos como la de Ramona Chango, oriunda de la comunidad de Salasaca, en Tungurahua, pusieron manos a la obra para no perder las costumbres de sus ancestros.

Elaboración

Chango explica que los trabajos se realizan a mano. Una vez cosechada la fibra, se cortan las pencas, se machucan y se las coloca por ocho días en agua hasta que fermenten. Luego se las lava bien y se procede a tinturarlas de diferentes colores que tienen que ver con la naturaleza, por eso, en su mayoría, son verdes y rojas.

TOME NOTA
El costo de un bolso de cabuya va de 5 hasta 15 dólares.
Luego del proceso -que tarda dos semanas- se logra sacar los hilos finos de color dorado. Chango aprendió esta preparación a los 15 años gracias a sus padres, quienes le transmitieron esta técnica con más de 150 años de práctica.

“Los conocimientos vienen desde mis tatarabuelos. Ellos trabajaban la cabuya tejiendo shigras, bolsos, sandalias y saquillos de todos los tamaños para guardar los granos”, dice.

Una vez tinturadas, se pasa a elaborar las madejas de hilo y se inicia el tejido. Los productos terminados son comercializados en un local de la Plaza Artesanal de Llikakama, en Salasaca. Chango es una de las cuatro artesanas que todavía utilizan la cabuya en la elaboración de sus artículos.

HERENCIA. Esta técnica es transmitida por las mujeres mayores a las nuevas generaciones.
HERENCIA. Esta técnica es transmitida por las mujeres mayores a las nuevas generaciones.
HERENCIA. Esta técnica es transmitida por las mujeres mayores a las nuevas generaciones.
HERENCIA. Esta técnica es transmitida por las mujeres mayores a las nuevas generaciones.
HERENCIA. Esta técnica es transmitida por las mujeres mayores a las nuevas generaciones.
HERENCIA. Esta técnica es transmitida por las mujeres mayores a las nuevas generaciones.
HERENCIA. Esta técnica es transmitida por las mujeres mayores a las nuevas generaciones.
HERENCIA. Esta técnica es transmitida por las mujeres mayores a las nuevas generaciones.

Tradición en riesgo

En el corredor de su pequeña casa, funciona el taller. Está ubicado en la comunidad de Churumanga, a 10 minutos de este centro poblado en la vía Ambato-Baños. Allí diseña los nuevos modelos de bolsos con la ayuda de sus hijas.

Lentamente ordena cada una de las hebras para tejer y dar forma a estos artículos. Elvia Chango, su hija, explica que las fibras de nailon y la lana sintética están reemplazando a la cabuya. La gente adulta de la comunidad aún la usa, aunque pierde vigencia entre los jóvenes.

Los costales, los bolsos y las shigras autóctonas indígenas son sutituidos por las mochilas, las telas sintéticas, las carteras y las fundas plásticas.

“Para atraer a los jóvenes estamos sacando nuevos modelos de bolsos y shigras. Eso está ayudando a que nuevamente empiecen a usarlos. Son resistentes y están forrados con tela y tienen una duración de hasta 15 años”, afirma la joven.

Ella aprendió de su madre los secretos en la elaboración de estas manualidades; hace los bolsos y las shigras con dos tipos de agarraderas a los costados o los complementa con una faja para llevarlos en el hombro o para cruzarla por el cuello.

Con paciencia envuelve los hilos en el telar construido con madera. Luego, pasándolos de un lado a otro y ajustando con una madera alargada, da forma a una especie de tela rústica y gruesa de varios colores.

Una vez lista, con una aguja, cose y va uniendo las partes que dan forma a un costal o al bolso que es decorado con una faja tejida con lana de borrego. (DA)

Tradición en riesgo

En el corredor de su pequeña casa, funciona el taller. Está ubicado en la comunidad de Churumanga, a 10 minutos de este centro poblado en la vía Ambato-Baños. Allí diseña los nuevos modelos de bolsos con la ayuda de sus hijas.

Lentamente ordena cada una de las hebras para tejer y dar forma a estos artículos. Elvia Chango, su hija, explica que las fibras de nailon y la lana sintética están reemplazando a la cabuya. La gente adulta de la comunidad aún la usa, aunque pierde vigencia entre los jóvenes.

Los costales, los bolsos y las shigras autóctonas indígenas son sutituidos por las mochilas, las telas sintéticas, las carteras y las fundas plásticas.

“Para atraer a los jóvenes estamos sacando nuevos modelos de bolsos y shigras. Eso está ayudando a que nuevamente empiecen a usarlos. Son resistentes y están forrados con tela y tienen una duración de hasta 15 años”, afirma la joven.

Ella aprendió de su madre los secretos en la elaboración de estas manualidades; hace los bolsos y las shigras con dos tipos de agarraderas a los costados o los complementa con una faja para llevarlos en el hombro o para cruzarla por el cuello.

Con paciencia envuelve los hilos en el telar construido con madera. Luego, pasándolos de un lado a otro y ajustando con una madera alargada, da forma a una especie de tela rústica y gruesa de varios colores.

Una vez lista, con una aguja, cose y va uniendo las partes que dan forma a un costal o al bolso que es decorado con una faja tejida con lana de borrego. (DA)

Tradición en riesgo

En el corredor de su pequeña casa, funciona el taller. Está ubicado en la comunidad de Churumanga, a 10 minutos de este centro poblado en la vía Ambato-Baños. Allí diseña los nuevos modelos de bolsos con la ayuda de sus hijas.

Lentamente ordena cada una de las hebras para tejer y dar forma a estos artículos. Elvia Chango, su hija, explica que las fibras de nailon y la lana sintética están reemplazando a la cabuya. La gente adulta de la comunidad aún la usa, aunque pierde vigencia entre los jóvenes.

Los costales, los bolsos y las shigras autóctonas indígenas son sutituidos por las mochilas, las telas sintéticas, las carteras y las fundas plásticas.

“Para atraer a los jóvenes estamos sacando nuevos modelos de bolsos y shigras. Eso está ayudando a que nuevamente empiecen a usarlos. Son resistentes y están forrados con tela y tienen una duración de hasta 15 años”, afirma la joven.

Ella aprendió de su madre los secretos en la elaboración de estas manualidades; hace los bolsos y las shigras con dos tipos de agarraderas a los costados o los complementa con una faja para llevarlos en el hombro o para cruzarla por el cuello.

Con paciencia envuelve los hilos en el telar construido con madera. Luego, pasándolos de un lado a otro y ajustando con una madera alargada, da forma a una especie de tela rústica y gruesa de varios colores.

Una vez lista, con una aguja, cose y va uniendo las partes que dan forma a un costal o al bolso que es decorado con una faja tejida con lana de borrego. (DA)

Tradición en riesgo

En el corredor de su pequeña casa, funciona el taller. Está ubicado en la comunidad de Churumanga, a 10 minutos de este centro poblado en la vía Ambato-Baños. Allí diseña los nuevos modelos de bolsos con la ayuda de sus hijas.

Lentamente ordena cada una de las hebras para tejer y dar forma a estos artículos. Elvia Chango, su hija, explica que las fibras de nailon y la lana sintética están reemplazando a la cabuya. La gente adulta de la comunidad aún la usa, aunque pierde vigencia entre los jóvenes.

Los costales, los bolsos y las shigras autóctonas indígenas son sutituidos por las mochilas, las telas sintéticas, las carteras y las fundas plásticas.

“Para atraer a los jóvenes estamos sacando nuevos modelos de bolsos y shigras. Eso está ayudando a que nuevamente empiecen a usarlos. Son resistentes y están forrados con tela y tienen una duración de hasta 15 años”, afirma la joven.

Ella aprendió de su madre los secretos en la elaboración de estas manualidades; hace los bolsos y las shigras con dos tipos de agarraderas a los costados o los complementa con una faja para llevarlos en el hombro o para cruzarla por el cuello.

Con paciencia envuelve los hilos en el telar construido con madera. Luego, pasándolos de un lado a otro y ajustando con una madera alargada, da forma a una especie de tela rústica y gruesa de varios colores.

Una vez lista, con una aguja, cose y va uniendo las partes que dan forma a un costal o al bolso que es decorado con una faja tejida con lana de borrego. (DA)