Eje de transformación social

Lucía Margarita Figueroa Robles

Sin temor a equivocarnos, la cultura es el eje transversal de toda transformación social, constituyendo nuestra conciencia crítica. De ahí que la belleza de nuestra cantera inagotable de artistas, del arte y la cultura que se respiran a cada paso, provienen de nuestros valores como ciudadanos de nuestra “Loja pequeñita y de cristal” como dice la canción de Solano de la Sala, y es que indudablemente nuestra egregia figura de la cultura ecuatoriana, el destacado Manuel Benjamín Carrión, ya lo había presagiado, al declarar que podríamos convertirnos en una potencia del arte y la cultura, frente al ilimitado talento que surge naturalmente de quienes han germinado del suelo fértil al sur de la región. De ahí que luego de un largo itinerario de intelectuales lojanos, que han dejado sus huellas profundas impregnadas en nuestras almas sensitivas, junto al amor a la literatura, la pintura, las artes escénicas, la danza pero sobre todo la música, sumado a la sensibilidad exquisita de quienes crean, proponen, generan, se cuestionan de acuerdo a sus convicciones; luego de estas referencias continúan emergiendo las nuevas promesas y generaciones de artistas lojanos que anhelan mantener nuestro bien ganado título de capital cultural del país. Hoy culmina el festival que durante dos semanas ha unido tanto a las artes como a los artistas en toda su expresión, y es que lejos de ver situaciones que quizá puedan salirse un poco de contexto, lo realmente importante es que nuestra Loja viva sus 199 años de independencia con lo que nos ha destacado a los habitantes de una ciudad culta, que es la creatividad y el talento. No cabe duda que el arte requiere humildad, desde el momento en el que nos atrevemos a tomar una partitura, un lienzo, un libro, la tinta, un guión, para conseguir que otras personas vivan la obra, se transporten a través de su esencia pura, a la realidad de quien la compuso o quien la propuso, expresando con su arte lo que está plasmado en su interior. (O)

[email protected]

Lucía Margarita Figueroa Robles

Sin temor a equivocarnos, la cultura es el eje transversal de toda transformación social, constituyendo nuestra conciencia crítica. De ahí que la belleza de nuestra cantera inagotable de artistas, del arte y la cultura que se respiran a cada paso, provienen de nuestros valores como ciudadanos de nuestra “Loja pequeñita y de cristal” como dice la canción de Solano de la Sala, y es que indudablemente nuestra egregia figura de la cultura ecuatoriana, el destacado Manuel Benjamín Carrión, ya lo había presagiado, al declarar que podríamos convertirnos en una potencia del arte y la cultura, frente al ilimitado talento que surge naturalmente de quienes han germinado del suelo fértil al sur de la región. De ahí que luego de un largo itinerario de intelectuales lojanos, que han dejado sus huellas profundas impregnadas en nuestras almas sensitivas, junto al amor a la literatura, la pintura, las artes escénicas, la danza pero sobre todo la música, sumado a la sensibilidad exquisita de quienes crean, proponen, generan, se cuestionan de acuerdo a sus convicciones; luego de estas referencias continúan emergiendo las nuevas promesas y generaciones de artistas lojanos que anhelan mantener nuestro bien ganado título de capital cultural del país. Hoy culmina el festival que durante dos semanas ha unido tanto a las artes como a los artistas en toda su expresión, y es que lejos de ver situaciones que quizá puedan salirse un poco de contexto, lo realmente importante es que nuestra Loja viva sus 199 años de independencia con lo que nos ha destacado a los habitantes de una ciudad culta, que es la creatividad y el talento. No cabe duda que el arte requiere humildad, desde el momento en el que nos atrevemos a tomar una partitura, un lienzo, un libro, la tinta, un guión, para conseguir que otras personas vivan la obra, se transporten a través de su esencia pura, a la realidad de quien la compuso o quien la propuso, expresando con su arte lo que está plasmado en su interior. (O)

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Sin temor a equivocarnos, la cultura es el eje transversal de toda transformación social, constituyendo nuestra conciencia crítica. De ahí que la belleza de nuestra cantera inagotable de artistas, del arte y la cultura que se respiran a cada paso, provienen de nuestros valores como ciudadanos de nuestra “Loja pequeñita y de cristal” como dice la canción de Solano de la Sala, y es que indudablemente nuestra egregia figura de la cultura ecuatoriana, el destacado Manuel Benjamín Carrión, ya lo había presagiado, al declarar que podríamos convertirnos en una potencia del arte y la cultura, frente al ilimitado talento que surge naturalmente de quienes han germinado del suelo fértil al sur de la región. De ahí que luego de un largo itinerario de intelectuales lojanos, que han dejado sus huellas profundas impregnadas en nuestras almas sensitivas, junto al amor a la literatura, la pintura, las artes escénicas, la danza pero sobre todo la música, sumado a la sensibilidad exquisita de quienes crean, proponen, generan, se cuestionan de acuerdo a sus convicciones; luego de estas referencias continúan emergiendo las nuevas promesas y generaciones de artistas lojanos que anhelan mantener nuestro bien ganado título de capital cultural del país. Hoy culmina el festival que durante dos semanas ha unido tanto a las artes como a los artistas en toda su expresión, y es que lejos de ver situaciones que quizá puedan salirse un poco de contexto, lo realmente importante es que nuestra Loja viva sus 199 años de independencia con lo que nos ha destacado a los habitantes de una ciudad culta, que es la creatividad y el talento. No cabe duda que el arte requiere humildad, desde el momento en el que nos atrevemos a tomar una partitura, un lienzo, un libro, la tinta, un guión, para conseguir que otras personas vivan la obra, se transporten a través de su esencia pura, a la realidad de quien la compuso o quien la propuso, expresando con su arte lo que está plasmado en su interior. (O)

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Sin temor a equivocarnos, la cultura es el eje transversal de toda transformación social, constituyendo nuestra conciencia crítica. De ahí que la belleza de nuestra cantera inagotable de artistas, del arte y la cultura que se respiran a cada paso, provienen de nuestros valores como ciudadanos de nuestra “Loja pequeñita y de cristal” como dice la canción de Solano de la Sala, y es que indudablemente nuestra egregia figura de la cultura ecuatoriana, el destacado Manuel Benjamín Carrión, ya lo había presagiado, al declarar que podríamos convertirnos en una potencia del arte y la cultura, frente al ilimitado talento que surge naturalmente de quienes han germinado del suelo fértil al sur de la región. De ahí que luego de un largo itinerario de intelectuales lojanos, que han dejado sus huellas profundas impregnadas en nuestras almas sensitivas, junto al amor a la literatura, la pintura, las artes escénicas, la danza pero sobre todo la música, sumado a la sensibilidad exquisita de quienes crean, proponen, generan, se cuestionan de acuerdo a sus convicciones; luego de estas referencias continúan emergiendo las nuevas promesas y generaciones de artistas lojanos que anhelan mantener nuestro bien ganado título de capital cultural del país. Hoy culmina el festival que durante dos semanas ha unido tanto a las artes como a los artistas en toda su expresión, y es que lejos de ver situaciones que quizá puedan salirse un poco de contexto, lo realmente importante es que nuestra Loja viva sus 199 años de independencia con lo que nos ha destacado a los habitantes de una ciudad culta, que es la creatividad y el talento. No cabe duda que el arte requiere humildad, desde el momento en el que nos atrevemos a tomar una partitura, un lienzo, un libro, la tinta, un guión, para conseguir que otras personas vivan la obra, se transporten a través de su esencia pura, a la realidad de quien la compuso o quien la propuso, expresando con su arte lo que está plasmado en su interior. (O)

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