Hasta cuándo Latinoamérica

Pablo Ortiz Muñoz

Desde la llegada de los conquistadores a lo que hoy conocemos como Latinoamérica, el continente ha sido el escenario para la imposición de ideas, cultura, religión y hasta formas de pensar. Si solo observamos la evolución histórica, este panorama no cambio con las brisas de las gestas libertarias, ni con los aromas del modernismo. Toda nuestra historia ha estado supeditada a disposiciones externas, que no nos ha permitido encontrar nuestro propio camino. El problema no solo lo debemos atribuir a la injerencia externa, sería absurdo pretender eso, tan culpables han sido nuestros líderes, como el propio pueblo que lo ha permitido.

Solo imaginemos las gestas libertarias, el cambio de patrón no fue nada halagador, la producción y la riqueza tuvo nuevo dueño. Se nos impusieron precios, cuotas, condiciones y hasta cuanto debíamos producir y que. Es decir el continente cambio de dueños.

Luego se idealizaron las corrientes capitalista y socialista y los latinoamericanos ciegos y torpes las aceptamos, volviéndonos aún más vulnerables y frágiles a las disposiciones de cualquier potencia extrajera. Se impusieron dictaduras, se pelearon guerras y se hicieron revoluciones, sin tener la más mínima idea del porqué. Todo esto para satisfacer ambiciones con sabor a expansionismo. Estos acontecimientos generaron caos y en muchos casos hasta anarquía, primo el populismo, la confrontación y la lucha de poder, secuelas que se las heredó en el siglo XXI.

Pero que hemos aprendido de esto, nada, absolutamente nada; se llenaron la boca nuevamente y nos hablaron de socialismo y revolución, de gobiernos progresistas y como siempre volvimos a equivocarnos.

Solo observemos y meditemos algo, primero Cuba, luego Nicaragua, después Venezuela, todos países en ruinas: quieren hacer lo mismo con Ecuador, Bolivia, Brasil y Chile. Confabulan para generar caos y terror, sembrando miedo en la población, que impotente observa los acontecimientos, sin poder reaccionar por temor. Los métodos y las estrategias son los mismos, acaso no lo vemos o no lo queremos observar.

Es hora de reaccionar, de renovarnos, de pensar en nuestras propias formas de gobierno, en nuestra propia ideología y en nuestros intereses, y no en los de otros, que lo único que han dejado es lágrimas y sabor amargo en nuestros pueblos. (O)

[email protected]

Pablo Ortiz Muñoz

Desde la llegada de los conquistadores a lo que hoy conocemos como Latinoamérica, el continente ha sido el escenario para la imposición de ideas, cultura, religión y hasta formas de pensar. Si solo observamos la evolución histórica, este panorama no cambio con las brisas de las gestas libertarias, ni con los aromas del modernismo. Toda nuestra historia ha estado supeditada a disposiciones externas, que no nos ha permitido encontrar nuestro propio camino. El problema no solo lo debemos atribuir a la injerencia externa, sería absurdo pretender eso, tan culpables han sido nuestros líderes, como el propio pueblo que lo ha permitido.

Solo imaginemos las gestas libertarias, el cambio de patrón no fue nada halagador, la producción y la riqueza tuvo nuevo dueño. Se nos impusieron precios, cuotas, condiciones y hasta cuanto debíamos producir y que. Es decir el continente cambio de dueños.

Luego se idealizaron las corrientes capitalista y socialista y los latinoamericanos ciegos y torpes las aceptamos, volviéndonos aún más vulnerables y frágiles a las disposiciones de cualquier potencia extrajera. Se impusieron dictaduras, se pelearon guerras y se hicieron revoluciones, sin tener la más mínima idea del porqué. Todo esto para satisfacer ambiciones con sabor a expansionismo. Estos acontecimientos generaron caos y en muchos casos hasta anarquía, primo el populismo, la confrontación y la lucha de poder, secuelas que se las heredó en el siglo XXI.

Pero que hemos aprendido de esto, nada, absolutamente nada; se llenaron la boca nuevamente y nos hablaron de socialismo y revolución, de gobiernos progresistas y como siempre volvimos a equivocarnos.

Solo observemos y meditemos algo, primero Cuba, luego Nicaragua, después Venezuela, todos países en ruinas: quieren hacer lo mismo con Ecuador, Bolivia, Brasil y Chile. Confabulan para generar caos y terror, sembrando miedo en la población, que impotente observa los acontecimientos, sin poder reaccionar por temor. Los métodos y las estrategias son los mismos, acaso no lo vemos o no lo queremos observar.

Es hora de reaccionar, de renovarnos, de pensar en nuestras propias formas de gobierno, en nuestra propia ideología y en nuestros intereses, y no en los de otros, que lo único que han dejado es lágrimas y sabor amargo en nuestros pueblos. (O)

[email protected]

Pablo Ortiz Muñoz

Desde la llegada de los conquistadores a lo que hoy conocemos como Latinoamérica, el continente ha sido el escenario para la imposición de ideas, cultura, religión y hasta formas de pensar. Si solo observamos la evolución histórica, este panorama no cambio con las brisas de las gestas libertarias, ni con los aromas del modernismo. Toda nuestra historia ha estado supeditada a disposiciones externas, que no nos ha permitido encontrar nuestro propio camino. El problema no solo lo debemos atribuir a la injerencia externa, sería absurdo pretender eso, tan culpables han sido nuestros líderes, como el propio pueblo que lo ha permitido.

Solo imaginemos las gestas libertarias, el cambio de patrón no fue nada halagador, la producción y la riqueza tuvo nuevo dueño. Se nos impusieron precios, cuotas, condiciones y hasta cuanto debíamos producir y que. Es decir el continente cambio de dueños.

Luego se idealizaron las corrientes capitalista y socialista y los latinoamericanos ciegos y torpes las aceptamos, volviéndonos aún más vulnerables y frágiles a las disposiciones de cualquier potencia extrajera. Se impusieron dictaduras, se pelearon guerras y se hicieron revoluciones, sin tener la más mínima idea del porqué. Todo esto para satisfacer ambiciones con sabor a expansionismo. Estos acontecimientos generaron caos y en muchos casos hasta anarquía, primo el populismo, la confrontación y la lucha de poder, secuelas que se las heredó en el siglo XXI.

Pero que hemos aprendido de esto, nada, absolutamente nada; se llenaron la boca nuevamente y nos hablaron de socialismo y revolución, de gobiernos progresistas y como siempre volvimos a equivocarnos.

Solo observemos y meditemos algo, primero Cuba, luego Nicaragua, después Venezuela, todos países en ruinas: quieren hacer lo mismo con Ecuador, Bolivia, Brasil y Chile. Confabulan para generar caos y terror, sembrando miedo en la población, que impotente observa los acontecimientos, sin poder reaccionar por temor. Los métodos y las estrategias son los mismos, acaso no lo vemos o no lo queremos observar.

Es hora de reaccionar, de renovarnos, de pensar en nuestras propias formas de gobierno, en nuestra propia ideología y en nuestros intereses, y no en los de otros, que lo único que han dejado es lágrimas y sabor amargo en nuestros pueblos. (O)

[email protected]

Pablo Ortiz Muñoz

Desde la llegada de los conquistadores a lo que hoy conocemos como Latinoamérica, el continente ha sido el escenario para la imposición de ideas, cultura, religión y hasta formas de pensar. Si solo observamos la evolución histórica, este panorama no cambio con las brisas de las gestas libertarias, ni con los aromas del modernismo. Toda nuestra historia ha estado supeditada a disposiciones externas, que no nos ha permitido encontrar nuestro propio camino. El problema no solo lo debemos atribuir a la injerencia externa, sería absurdo pretender eso, tan culpables han sido nuestros líderes, como el propio pueblo que lo ha permitido.

Solo imaginemos las gestas libertarias, el cambio de patrón no fue nada halagador, la producción y la riqueza tuvo nuevo dueño. Se nos impusieron precios, cuotas, condiciones y hasta cuanto debíamos producir y que. Es decir el continente cambio de dueños.

Luego se idealizaron las corrientes capitalista y socialista y los latinoamericanos ciegos y torpes las aceptamos, volviéndonos aún más vulnerables y frágiles a las disposiciones de cualquier potencia extrajera. Se impusieron dictaduras, se pelearon guerras y se hicieron revoluciones, sin tener la más mínima idea del porqué. Todo esto para satisfacer ambiciones con sabor a expansionismo. Estos acontecimientos generaron caos y en muchos casos hasta anarquía, primo el populismo, la confrontación y la lucha de poder, secuelas que se las heredó en el siglo XXI.

Pero que hemos aprendido de esto, nada, absolutamente nada; se llenaron la boca nuevamente y nos hablaron de socialismo y revolución, de gobiernos progresistas y como siempre volvimos a equivocarnos.

Solo observemos y meditemos algo, primero Cuba, luego Nicaragua, después Venezuela, todos países en ruinas: quieren hacer lo mismo con Ecuador, Bolivia, Brasil y Chile. Confabulan para generar caos y terror, sembrando miedo en la población, que impotente observa los acontecimientos, sin poder reaccionar por temor. Los métodos y las estrategias son los mismos, acaso no lo vemos o no lo queremos observar.

Es hora de reaccionar, de renovarnos, de pensar en nuestras propias formas de gobierno, en nuestra propia ideología y en nuestros intereses, y no en los de otros, que lo único que han dejado es lágrimas y sabor amargo en nuestros pueblos. (O)

[email protected]