Ecuador recupera 530 bienes culturales por el gesto de un heredero alemán

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Quito, EFE

Un proceso ágil, poco costoso y exento de todo tipo de líos legales, permitió a Ecuador recuperar 530 bienes culturales y patrimoniales, gracias al gesto de un alemán que las recibió en herencia y quiso devolverlas voluntariamente a su entorno natural.

Corría el año 2015 cuando Josef Rettinger se contactó con la Embajada de Ecuador en Alemania para averiguar sobre el destino que debería tener la colección de objetos con características arqueológicas que recibió en herencia de un tío suyo, que había vivido en el país andino entre 1985 y 2005.

«No podemos determinar cómo, cuándo ni (por) dónde», salieron los bienes porque se trató de un «traslado ilegal», dijo a Efe Joaquín Moscoso, director ejecutivo del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), pero las piezas proceden de culturas precolombinas tan antiguas como la Valdivia o la Chorrera.

UNA DE LAS REPATRIACIONES «MÁS BARATAS» DE ECUADOR

Entre las 530 piezas repatriadas el pasado 14 de octubre hay estatuillas antropomorfas, zoomorfas, cuencos, narigueras, y otros objetos en diferente paleta de materiales: cerámica, hueso, piedra, vidrio, metales y concha.

Su origen se remonta, entre otras, a las culturas Valdivia, Chorrera, Guangala, La Tolita, Jama Coaque, Bahía, Manteña, Milagro Quevedo y otras de la costa ecuatoriana, algunas con una antigüedad de más de un milenio antes de la Era Común.

Depositadas por el momento en el INPC, expertos trabajan ahora en la limpieza y catálogo de las piezas, que miden desde medio centímetro (cuentas de collares) hasta unos 45 centímetros (vasijas).

Allí está, por ejemplo una vasija de cerámica asociada a la cultura Cosanga-Panzaleo (Andes), de 35 centímetros de alto por 30 de diámetro en su parte más amplia.

Se trata de un recipiente de contorno compuesto y es una representación antropomorfa, que tiene base anular, cuerpo globular con apéndices alargados a manera de brazos recogidos hacia la boca con las manos juntas y los dedos entrelazados.

De cuello cóncavo, gollete con representación de rostro humano, ojos tipo botón, nariz prominente, boca entreabierta, orejas en forma de «C» en sentido horizontal, la pieza fue elaborada a mano mediante la técnica del acordelado expandido.

Tiene decoración de pintura negativa postcocción, con diseños geométricos en color rojo sobre blanco, también presenta engobe («baño de arcilla») de color rojo alisado.

Aparentemente está completa, pero presenta repintes actuales, principalmente en el rostro y el borde del recipiente pues generalmente los comerciantes de objetos arqueológicos suelen realizar modificaciones a los bienes para que sean más vistosos y así comercializarlos más rápidamente, explicó a Efe Andrea Yánez, arqueóloga y catalogadora del INPC.

Los bienes llegaron vía aérea a Ecuador en dos cajas altamente protegidas y con todos los seguros correspondientes, en un proceso que le costó al Ministerio de Cultura y Patrimonio 5.000 dólares, una de las repatriaciones «más baratas», reconoció Moscoso.

En años anteriores, por el retorno de seis objetos desde Alemania el Ministerio tuvo que invertir más de 100.000 dólares en trámites judiciales y otros costes, mientras que para repatriar otras 4.000 piezas desde Italia invirtió medio millón de dólares porque implicaban más seguros y movilizaciones «gigantes».

EL ADN CULTURAL DE UN PAÍS

Para el ministro de Cultura y Patrimonio, Juan Fernando Velasco, la llegada de los bienes pone de manifiesto que la recuperación del patrimonio nacional es «una política de Estado» en Ecuador, que ha logrado desde 2010 la repatriación de unas 7.000 piezas y la recuperación de un número similar en operativos nacionales.

«Es una mutilación hacia los pueblos el hecho (de) que pierdan sus tesoros arqueológicos en donde está cifrado el ADN cultural de nuestras naciones», lamentó el ministro en una entrevista con Efe en la que manifestó su preocupación por el tráfico de este tipo de bienes.

Comentó que en las relaciones culturales y sociales que se desvelan del estudio de las piezas arqueológicas se puede «entender la sociedad cultural actual».

En la operación de repatriación estuvieron involucrados su Ministerio, la Cancillería, el INPC, la Fiscalía y la Procuraduría, entre otros organismos públicos.

Y recordó que aún hay «muchas, muchas» piezas patrimoniales ecuatorianas en otros países, por lo que las gestiones para concretar su repatriación continúan.

LUCHA SIN DESCANSO CONTRA EL CONTRABANDO

«Ecuador ha emprendido una lucha inmensa y sin descanso contra el tráfico ilegal de bienes culturales y patrimoniales», la tercera actividad que más dinero moviliza en el mundo después del contrabando de drogas y armas, según Moscoso.

Por eso, los 530 bienes repatriados son un mensaje a la conciencia nacional y mundial que busca evitar el cercenamiento constante de bienes culturales universales.

Mencionó los casos de México, Perú, Argentina y Ecuador como los países de la región más afectados por esta lacra.

Ecuador, que cuenta con la primera unidad de investigaciones de delitos patrimoniales de toda la región, se ha embarcado por ello en un proceso de suscripción de convenios internacionales (más de 18 hasta el momento) para evitar este tráfico ilícito.

Y tras la repatriación no pretenden mantener ocultos los bienes sino exhibirlos para que el público pueda apreciar su riqueza e historia.

Repatriar las piezas -concluye Moscoso- es «recuperar nuestro pasado» para «darnos un presente», pues el patrimonio cultural es un constructor de identidad y un «diferenciador» en un mundo globalizado donde «el ser humano se homogeneiza» cada vez más.

Quito, EFE

Un proceso ágil, poco costoso y exento de todo tipo de líos legales, permitió a Ecuador recuperar 530 bienes culturales y patrimoniales, gracias al gesto de un alemán que las recibió en herencia y quiso devolverlas voluntariamente a su entorno natural.

Corría el año 2015 cuando Josef Rettinger se contactó con la Embajada de Ecuador en Alemania para averiguar sobre el destino que debería tener la colección de objetos con características arqueológicas que recibió en herencia de un tío suyo, que había vivido en el país andino entre 1985 y 2005.

«No podemos determinar cómo, cuándo ni (por) dónde», salieron los bienes porque se trató de un «traslado ilegal», dijo a Efe Joaquín Moscoso, director ejecutivo del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), pero las piezas proceden de culturas precolombinas tan antiguas como la Valdivia o la Chorrera.

UNA DE LAS REPATRIACIONES «MÁS BARATAS» DE ECUADOR

Entre las 530 piezas repatriadas el pasado 14 de octubre hay estatuillas antropomorfas, zoomorfas, cuencos, narigueras, y otros objetos en diferente paleta de materiales: cerámica, hueso, piedra, vidrio, metales y concha.

Su origen se remonta, entre otras, a las culturas Valdivia, Chorrera, Guangala, La Tolita, Jama Coaque, Bahía, Manteña, Milagro Quevedo y otras de la costa ecuatoriana, algunas con una antigüedad de más de un milenio antes de la Era Común.

Depositadas por el momento en el INPC, expertos trabajan ahora en la limpieza y catálogo de las piezas, que miden desde medio centímetro (cuentas de collares) hasta unos 45 centímetros (vasijas).

Allí está, por ejemplo una vasija de cerámica asociada a la cultura Cosanga-Panzaleo (Andes), de 35 centímetros de alto por 30 de diámetro en su parte más amplia.

Se trata de un recipiente de contorno compuesto y es una representación antropomorfa, que tiene base anular, cuerpo globular con apéndices alargados a manera de brazos recogidos hacia la boca con las manos juntas y los dedos entrelazados.

De cuello cóncavo, gollete con representación de rostro humano, ojos tipo botón, nariz prominente, boca entreabierta, orejas en forma de «C» en sentido horizontal, la pieza fue elaborada a mano mediante la técnica del acordelado expandido.

Tiene decoración de pintura negativa postcocción, con diseños geométricos en color rojo sobre blanco, también presenta engobe («baño de arcilla») de color rojo alisado.

Aparentemente está completa, pero presenta repintes actuales, principalmente en el rostro y el borde del recipiente pues generalmente los comerciantes de objetos arqueológicos suelen realizar modificaciones a los bienes para que sean más vistosos y así comercializarlos más rápidamente, explicó a Efe Andrea Yánez, arqueóloga y catalogadora del INPC.

Los bienes llegaron vía aérea a Ecuador en dos cajas altamente protegidas y con todos los seguros correspondientes, en un proceso que le costó al Ministerio de Cultura y Patrimonio 5.000 dólares, una de las repatriaciones «más baratas», reconoció Moscoso.

En años anteriores, por el retorno de seis objetos desde Alemania el Ministerio tuvo que invertir más de 100.000 dólares en trámites judiciales y otros costes, mientras que para repatriar otras 4.000 piezas desde Italia invirtió medio millón de dólares porque implicaban más seguros y movilizaciones «gigantes».

EL ADN CULTURAL DE UN PAÍS

Para el ministro de Cultura y Patrimonio, Juan Fernando Velasco, la llegada de los bienes pone de manifiesto que la recuperación del patrimonio nacional es «una política de Estado» en Ecuador, que ha logrado desde 2010 la repatriación de unas 7.000 piezas y la recuperación de un número similar en operativos nacionales.

«Es una mutilación hacia los pueblos el hecho (de) que pierdan sus tesoros arqueológicos en donde está cifrado el ADN cultural de nuestras naciones», lamentó el ministro en una entrevista con Efe en la que manifestó su preocupación por el tráfico de este tipo de bienes.

Comentó que en las relaciones culturales y sociales que se desvelan del estudio de las piezas arqueológicas se puede «entender la sociedad cultural actual».

En la operación de repatriación estuvieron involucrados su Ministerio, la Cancillería, el INPC, la Fiscalía y la Procuraduría, entre otros organismos públicos.

Y recordó que aún hay «muchas, muchas» piezas patrimoniales ecuatorianas en otros países, por lo que las gestiones para concretar su repatriación continúan.

LUCHA SIN DESCANSO CONTRA EL CONTRABANDO

«Ecuador ha emprendido una lucha inmensa y sin descanso contra el tráfico ilegal de bienes culturales y patrimoniales», la tercera actividad que más dinero moviliza en el mundo después del contrabando de drogas y armas, según Moscoso.

Por eso, los 530 bienes repatriados son un mensaje a la conciencia nacional y mundial que busca evitar el cercenamiento constante de bienes culturales universales.

Mencionó los casos de México, Perú, Argentina y Ecuador como los países de la región más afectados por esta lacra.

Ecuador, que cuenta con la primera unidad de investigaciones de delitos patrimoniales de toda la región, se ha embarcado por ello en un proceso de suscripción de convenios internacionales (más de 18 hasta el momento) para evitar este tráfico ilícito.

Y tras la repatriación no pretenden mantener ocultos los bienes sino exhibirlos para que el público pueda apreciar su riqueza e historia.

Repatriar las piezas -concluye Moscoso- es «recuperar nuestro pasado» para «darnos un presente», pues el patrimonio cultural es un constructor de identidad y un «diferenciador» en un mundo globalizado donde «el ser humano se homogeneiza» cada vez más.

Quito, EFE

Un proceso ágil, poco costoso y exento de todo tipo de líos legales, permitió a Ecuador recuperar 530 bienes culturales y patrimoniales, gracias al gesto de un alemán que las recibió en herencia y quiso devolverlas voluntariamente a su entorno natural.

Corría el año 2015 cuando Josef Rettinger se contactó con la Embajada de Ecuador en Alemania para averiguar sobre el destino que debería tener la colección de objetos con características arqueológicas que recibió en herencia de un tío suyo, que había vivido en el país andino entre 1985 y 2005.

«No podemos determinar cómo, cuándo ni (por) dónde», salieron los bienes porque se trató de un «traslado ilegal», dijo a Efe Joaquín Moscoso, director ejecutivo del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), pero las piezas proceden de culturas precolombinas tan antiguas como la Valdivia o la Chorrera.

UNA DE LAS REPATRIACIONES «MÁS BARATAS» DE ECUADOR

Entre las 530 piezas repatriadas el pasado 14 de octubre hay estatuillas antropomorfas, zoomorfas, cuencos, narigueras, y otros objetos en diferente paleta de materiales: cerámica, hueso, piedra, vidrio, metales y concha.

Su origen se remonta, entre otras, a las culturas Valdivia, Chorrera, Guangala, La Tolita, Jama Coaque, Bahía, Manteña, Milagro Quevedo y otras de la costa ecuatoriana, algunas con una antigüedad de más de un milenio antes de la Era Común.

Depositadas por el momento en el INPC, expertos trabajan ahora en la limpieza y catálogo de las piezas, que miden desde medio centímetro (cuentas de collares) hasta unos 45 centímetros (vasijas).

Allí está, por ejemplo una vasija de cerámica asociada a la cultura Cosanga-Panzaleo (Andes), de 35 centímetros de alto por 30 de diámetro en su parte más amplia.

Se trata de un recipiente de contorno compuesto y es una representación antropomorfa, que tiene base anular, cuerpo globular con apéndices alargados a manera de brazos recogidos hacia la boca con las manos juntas y los dedos entrelazados.

De cuello cóncavo, gollete con representación de rostro humano, ojos tipo botón, nariz prominente, boca entreabierta, orejas en forma de «C» en sentido horizontal, la pieza fue elaborada a mano mediante la técnica del acordelado expandido.

Tiene decoración de pintura negativa postcocción, con diseños geométricos en color rojo sobre blanco, también presenta engobe («baño de arcilla») de color rojo alisado.

Aparentemente está completa, pero presenta repintes actuales, principalmente en el rostro y el borde del recipiente pues generalmente los comerciantes de objetos arqueológicos suelen realizar modificaciones a los bienes para que sean más vistosos y así comercializarlos más rápidamente, explicó a Efe Andrea Yánez, arqueóloga y catalogadora del INPC.

Los bienes llegaron vía aérea a Ecuador en dos cajas altamente protegidas y con todos los seguros correspondientes, en un proceso que le costó al Ministerio de Cultura y Patrimonio 5.000 dólares, una de las repatriaciones «más baratas», reconoció Moscoso.

En años anteriores, por el retorno de seis objetos desde Alemania el Ministerio tuvo que invertir más de 100.000 dólares en trámites judiciales y otros costes, mientras que para repatriar otras 4.000 piezas desde Italia invirtió medio millón de dólares porque implicaban más seguros y movilizaciones «gigantes».

EL ADN CULTURAL DE UN PAÍS

Para el ministro de Cultura y Patrimonio, Juan Fernando Velasco, la llegada de los bienes pone de manifiesto que la recuperación del patrimonio nacional es «una política de Estado» en Ecuador, que ha logrado desde 2010 la repatriación de unas 7.000 piezas y la recuperación de un número similar en operativos nacionales.

«Es una mutilación hacia los pueblos el hecho (de) que pierdan sus tesoros arqueológicos en donde está cifrado el ADN cultural de nuestras naciones», lamentó el ministro en una entrevista con Efe en la que manifestó su preocupación por el tráfico de este tipo de bienes.

Comentó que en las relaciones culturales y sociales que se desvelan del estudio de las piezas arqueológicas se puede «entender la sociedad cultural actual».

En la operación de repatriación estuvieron involucrados su Ministerio, la Cancillería, el INPC, la Fiscalía y la Procuraduría, entre otros organismos públicos.

Y recordó que aún hay «muchas, muchas» piezas patrimoniales ecuatorianas en otros países, por lo que las gestiones para concretar su repatriación continúan.

LUCHA SIN DESCANSO CONTRA EL CONTRABANDO

«Ecuador ha emprendido una lucha inmensa y sin descanso contra el tráfico ilegal de bienes culturales y patrimoniales», la tercera actividad que más dinero moviliza en el mundo después del contrabando de drogas y armas, según Moscoso.

Por eso, los 530 bienes repatriados son un mensaje a la conciencia nacional y mundial que busca evitar el cercenamiento constante de bienes culturales universales.

Mencionó los casos de México, Perú, Argentina y Ecuador como los países de la región más afectados por esta lacra.

Ecuador, que cuenta con la primera unidad de investigaciones de delitos patrimoniales de toda la región, se ha embarcado por ello en un proceso de suscripción de convenios internacionales (más de 18 hasta el momento) para evitar este tráfico ilícito.

Y tras la repatriación no pretenden mantener ocultos los bienes sino exhibirlos para que el público pueda apreciar su riqueza e historia.

Repatriar las piezas -concluye Moscoso- es «recuperar nuestro pasado» para «darnos un presente», pues el patrimonio cultural es un constructor de identidad y un «diferenciador» en un mundo globalizado donde «el ser humano se homogeneiza» cada vez más.

Quito, EFE

Un proceso ágil, poco costoso y exento de todo tipo de líos legales, permitió a Ecuador recuperar 530 bienes culturales y patrimoniales, gracias al gesto de un alemán que las recibió en herencia y quiso devolverlas voluntariamente a su entorno natural.

Corría el año 2015 cuando Josef Rettinger se contactó con la Embajada de Ecuador en Alemania para averiguar sobre el destino que debería tener la colección de objetos con características arqueológicas que recibió en herencia de un tío suyo, que había vivido en el país andino entre 1985 y 2005.

«No podemos determinar cómo, cuándo ni (por) dónde», salieron los bienes porque se trató de un «traslado ilegal», dijo a Efe Joaquín Moscoso, director ejecutivo del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), pero las piezas proceden de culturas precolombinas tan antiguas como la Valdivia o la Chorrera.

UNA DE LAS REPATRIACIONES «MÁS BARATAS» DE ECUADOR

Entre las 530 piezas repatriadas el pasado 14 de octubre hay estatuillas antropomorfas, zoomorfas, cuencos, narigueras, y otros objetos en diferente paleta de materiales: cerámica, hueso, piedra, vidrio, metales y concha.

Su origen se remonta, entre otras, a las culturas Valdivia, Chorrera, Guangala, La Tolita, Jama Coaque, Bahía, Manteña, Milagro Quevedo y otras de la costa ecuatoriana, algunas con una antigüedad de más de un milenio antes de la Era Común.

Depositadas por el momento en el INPC, expertos trabajan ahora en la limpieza y catálogo de las piezas, que miden desde medio centímetro (cuentas de collares) hasta unos 45 centímetros (vasijas).

Allí está, por ejemplo una vasija de cerámica asociada a la cultura Cosanga-Panzaleo (Andes), de 35 centímetros de alto por 30 de diámetro en su parte más amplia.

Se trata de un recipiente de contorno compuesto y es una representación antropomorfa, que tiene base anular, cuerpo globular con apéndices alargados a manera de brazos recogidos hacia la boca con las manos juntas y los dedos entrelazados.

De cuello cóncavo, gollete con representación de rostro humano, ojos tipo botón, nariz prominente, boca entreabierta, orejas en forma de «C» en sentido horizontal, la pieza fue elaborada a mano mediante la técnica del acordelado expandido.

Tiene decoración de pintura negativa postcocción, con diseños geométricos en color rojo sobre blanco, también presenta engobe («baño de arcilla») de color rojo alisado.

Aparentemente está completa, pero presenta repintes actuales, principalmente en el rostro y el borde del recipiente pues generalmente los comerciantes de objetos arqueológicos suelen realizar modificaciones a los bienes para que sean más vistosos y así comercializarlos más rápidamente, explicó a Efe Andrea Yánez, arqueóloga y catalogadora del INPC.

Los bienes llegaron vía aérea a Ecuador en dos cajas altamente protegidas y con todos los seguros correspondientes, en un proceso que le costó al Ministerio de Cultura y Patrimonio 5.000 dólares, una de las repatriaciones «más baratas», reconoció Moscoso.

En años anteriores, por el retorno de seis objetos desde Alemania el Ministerio tuvo que invertir más de 100.000 dólares en trámites judiciales y otros costes, mientras que para repatriar otras 4.000 piezas desde Italia invirtió medio millón de dólares porque implicaban más seguros y movilizaciones «gigantes».

EL ADN CULTURAL DE UN PAÍS

Para el ministro de Cultura y Patrimonio, Juan Fernando Velasco, la llegada de los bienes pone de manifiesto que la recuperación del patrimonio nacional es «una política de Estado» en Ecuador, que ha logrado desde 2010 la repatriación de unas 7.000 piezas y la recuperación de un número similar en operativos nacionales.

«Es una mutilación hacia los pueblos el hecho (de) que pierdan sus tesoros arqueológicos en donde está cifrado el ADN cultural de nuestras naciones», lamentó el ministro en una entrevista con Efe en la que manifestó su preocupación por el tráfico de este tipo de bienes.

Comentó que en las relaciones culturales y sociales que se desvelan del estudio de las piezas arqueológicas se puede «entender la sociedad cultural actual».

En la operación de repatriación estuvieron involucrados su Ministerio, la Cancillería, el INPC, la Fiscalía y la Procuraduría, entre otros organismos públicos.

Y recordó que aún hay «muchas, muchas» piezas patrimoniales ecuatorianas en otros países, por lo que las gestiones para concretar su repatriación continúan.

LUCHA SIN DESCANSO CONTRA EL CONTRABANDO

«Ecuador ha emprendido una lucha inmensa y sin descanso contra el tráfico ilegal de bienes culturales y patrimoniales», la tercera actividad que más dinero moviliza en el mundo después del contrabando de drogas y armas, según Moscoso.

Por eso, los 530 bienes repatriados son un mensaje a la conciencia nacional y mundial que busca evitar el cercenamiento constante de bienes culturales universales.

Mencionó los casos de México, Perú, Argentina y Ecuador como los países de la región más afectados por esta lacra.

Ecuador, que cuenta con la primera unidad de investigaciones de delitos patrimoniales de toda la región, se ha embarcado por ello en un proceso de suscripción de convenios internacionales (más de 18 hasta el momento) para evitar este tráfico ilícito.

Y tras la repatriación no pretenden mantener ocultos los bienes sino exhibirlos para que el público pueda apreciar su riqueza e historia.

Repatriar las piezas -concluye Moscoso- es «recuperar nuestro pasado» para «darnos un presente», pues el patrimonio cultural es un constructor de identidad y un «diferenciador» en un mundo globalizado donde «el ser humano se homogeneiza» cada vez más.