Gabriela Ponce: Escrituras de un cuerpo que sangra

AUTORA. Ponce ha dirigido varias obras de teatro. En narrativa publicó el libro de cuentos ‘Antropofaguitas’.
AUTORA. Ponce ha dirigido varias obras de teatro. En narrativa publicó el libro de cuentos ‘Antropofaguitas’.
AUTORA. Ponce ha dirigido varias obras de teatro. En narrativa publicó el libro de cuentos ‘Antropofaguitas’.
AUTORA. Ponce ha dirigido varias obras de teatro. En narrativa publicó el libro de cuentos ‘Antropofaguitas’.
AUTORA. Ponce ha dirigido varias obras de teatro. En narrativa publicó el libro de cuentos ‘Antropofaguitas’.
AUTORA. Ponce ha dirigido varias obras de teatro. En narrativa publicó el libro de cuentos ‘Antropofaguitas’.
AUTORA. Ponce ha dirigido varias obras de teatro. En narrativa publicó el libro de cuentos ‘Antropofaguitas’.
AUTORA. Ponce ha dirigido varias obras de teatro. En narrativa publicó el libro de cuentos ‘Antropofaguitas’.

Una escritura que hormiguea en la piel; que tiene temperatura, olor, múltiples sabores y una inmensa, desgarradora sensación de vacío. La lectura de ‘Sanguínea’, el debut de Gabriela Ponce en la novela y el primer libro de la editorial independiente Severo, es una caída en esa oscuridad húmeda y fangosa que es el deseo.

Reconocida por su dramaturgia y con una estupenda recepción de su trabajo en relato corto, Ponce ingresó a la novela sin proponérselo, guiada por un impulso que tiene como fuente lo visual: “Son las imágenes las que despiertan mi escritura, aquellas que, de alguna forma, están ahí de manera recurrente. Me entrego a esa experiencia”.

En este caso fue la sangre, pero no como elixir romántico ni escenario del crimen, sino como manifestación de lo femenino: ese sangrado innombrable, cuya textura y olores se intenta camuflar por todos los medios.

El redescubrimiento de esa imagen negada desde la adolescencia fue la puerta hacia “una escritura desbocada”, dice la autora, que abrió “una vía de exploración a eso desconocido de mí misma, lo que me sorprende de mí misma, lo impensado, un territorio no muy domesticado de mí”.

Erótica femenina
‘Sanguínea’ arranca con el vértigo de unos patines que huyen de la soledad, del abandono, a buscar refugio en la esperanza del amor que aguarda en el calor de otros cuerpos. La voz narrativa rompe el cristal empañado que ha protegido, por siglos, el ideal del erotismo femenino y lo pone al desnudo, en toda su voracidad y angustia:

“No había una intención de hablar de lo erótico, sino de dejar que lo erótico hable a través de mí -cuenta Ponce-. No tengo mucho dominio de mi escritura y me gusta esa vulnerabilidad. No tengo, tampoco, mucho filtro. Pero solo puedo vivir la escritura así; solo tiene sentido en la medida en que no hay ese filtro moral. Es un ejercicio de honestidad”.

Ponce lleva consigo a su personaje en “una experiencia de desolación profunda”, que está atravesada por el amor, la reconciliación con el cuerpo, y por esa educación emocional femenina que estuvo marcada por los romances de telenovela y la cursilería:

“Hay una belleza que está profundamente restringida por los códigos morales, por unos censores culturales. Es reivindicar esos universos para hacerlos estallar y habilitar otras sexualidades posibles, otra experiencia de la sexualidad, y hablar de un modo que no nos está permitido”. (AA)

FRASE

Para mí era importante volver sobre esos lugares comunes de la experiencia romántica, para hacerlos estallar”. Gabriela Ponce, escritora.

Una escritura que hormiguea en la piel; que tiene temperatura, olor, múltiples sabores y una inmensa, desgarradora sensación de vacío. La lectura de ‘Sanguínea’, el debut de Gabriela Ponce en la novela y el primer libro de la editorial independiente Severo, es una caída en esa oscuridad húmeda y fangosa que es el deseo.

Reconocida por su dramaturgia y con una estupenda recepción de su trabajo en relato corto, Ponce ingresó a la novela sin proponérselo, guiada por un impulso que tiene como fuente lo visual: “Son las imágenes las que despiertan mi escritura, aquellas que, de alguna forma, están ahí de manera recurrente. Me entrego a esa experiencia”.

En este caso fue la sangre, pero no como elixir romántico ni escenario del crimen, sino como manifestación de lo femenino: ese sangrado innombrable, cuya textura y olores se intenta camuflar por todos los medios.

El redescubrimiento de esa imagen negada desde la adolescencia fue la puerta hacia “una escritura desbocada”, dice la autora, que abrió “una vía de exploración a eso desconocido de mí misma, lo que me sorprende de mí misma, lo impensado, un territorio no muy domesticado de mí”.

Erótica femenina
‘Sanguínea’ arranca con el vértigo de unos patines que huyen de la soledad, del abandono, a buscar refugio en la esperanza del amor que aguarda en el calor de otros cuerpos. La voz narrativa rompe el cristal empañado que ha protegido, por siglos, el ideal del erotismo femenino y lo pone al desnudo, en toda su voracidad y angustia:

“No había una intención de hablar de lo erótico, sino de dejar que lo erótico hable a través de mí -cuenta Ponce-. No tengo mucho dominio de mi escritura y me gusta esa vulnerabilidad. No tengo, tampoco, mucho filtro. Pero solo puedo vivir la escritura así; solo tiene sentido en la medida en que no hay ese filtro moral. Es un ejercicio de honestidad”.

Ponce lleva consigo a su personaje en “una experiencia de desolación profunda”, que está atravesada por el amor, la reconciliación con el cuerpo, y por esa educación emocional femenina que estuvo marcada por los romances de telenovela y la cursilería:

“Hay una belleza que está profundamente restringida por los códigos morales, por unos censores culturales. Es reivindicar esos universos para hacerlos estallar y habilitar otras sexualidades posibles, otra experiencia de la sexualidad, y hablar de un modo que no nos está permitido”. (AA)

FRASE

Para mí era importante volver sobre esos lugares comunes de la experiencia romántica, para hacerlos estallar”. Gabriela Ponce, escritora.

Una escritura que hormiguea en la piel; que tiene temperatura, olor, múltiples sabores y una inmensa, desgarradora sensación de vacío. La lectura de ‘Sanguínea’, el debut de Gabriela Ponce en la novela y el primer libro de la editorial independiente Severo, es una caída en esa oscuridad húmeda y fangosa que es el deseo.

Reconocida por su dramaturgia y con una estupenda recepción de su trabajo en relato corto, Ponce ingresó a la novela sin proponérselo, guiada por un impulso que tiene como fuente lo visual: “Son las imágenes las que despiertan mi escritura, aquellas que, de alguna forma, están ahí de manera recurrente. Me entrego a esa experiencia”.

En este caso fue la sangre, pero no como elixir romántico ni escenario del crimen, sino como manifestación de lo femenino: ese sangrado innombrable, cuya textura y olores se intenta camuflar por todos los medios.

El redescubrimiento de esa imagen negada desde la adolescencia fue la puerta hacia “una escritura desbocada”, dice la autora, que abrió “una vía de exploración a eso desconocido de mí misma, lo que me sorprende de mí misma, lo impensado, un territorio no muy domesticado de mí”.

Erótica femenina
‘Sanguínea’ arranca con el vértigo de unos patines que huyen de la soledad, del abandono, a buscar refugio en la esperanza del amor que aguarda en el calor de otros cuerpos. La voz narrativa rompe el cristal empañado que ha protegido, por siglos, el ideal del erotismo femenino y lo pone al desnudo, en toda su voracidad y angustia:

“No había una intención de hablar de lo erótico, sino de dejar que lo erótico hable a través de mí -cuenta Ponce-. No tengo mucho dominio de mi escritura y me gusta esa vulnerabilidad. No tengo, tampoco, mucho filtro. Pero solo puedo vivir la escritura así; solo tiene sentido en la medida en que no hay ese filtro moral. Es un ejercicio de honestidad”.

Ponce lleva consigo a su personaje en “una experiencia de desolación profunda”, que está atravesada por el amor, la reconciliación con el cuerpo, y por esa educación emocional femenina que estuvo marcada por los romances de telenovela y la cursilería:

“Hay una belleza que está profundamente restringida por los códigos morales, por unos censores culturales. Es reivindicar esos universos para hacerlos estallar y habilitar otras sexualidades posibles, otra experiencia de la sexualidad, y hablar de un modo que no nos está permitido”. (AA)

FRASE

Para mí era importante volver sobre esos lugares comunes de la experiencia romántica, para hacerlos estallar”. Gabriela Ponce, escritora.

Una escritura que hormiguea en la piel; que tiene temperatura, olor, múltiples sabores y una inmensa, desgarradora sensación de vacío. La lectura de ‘Sanguínea’, el debut de Gabriela Ponce en la novela y el primer libro de la editorial independiente Severo, es una caída en esa oscuridad húmeda y fangosa que es el deseo.

Reconocida por su dramaturgia y con una estupenda recepción de su trabajo en relato corto, Ponce ingresó a la novela sin proponérselo, guiada por un impulso que tiene como fuente lo visual: “Son las imágenes las que despiertan mi escritura, aquellas que, de alguna forma, están ahí de manera recurrente. Me entrego a esa experiencia”.

En este caso fue la sangre, pero no como elixir romántico ni escenario del crimen, sino como manifestación de lo femenino: ese sangrado innombrable, cuya textura y olores se intenta camuflar por todos los medios.

El redescubrimiento de esa imagen negada desde la adolescencia fue la puerta hacia “una escritura desbocada”, dice la autora, que abrió “una vía de exploración a eso desconocido de mí misma, lo que me sorprende de mí misma, lo impensado, un territorio no muy domesticado de mí”.

Erótica femenina
‘Sanguínea’ arranca con el vértigo de unos patines que huyen de la soledad, del abandono, a buscar refugio en la esperanza del amor que aguarda en el calor de otros cuerpos. La voz narrativa rompe el cristal empañado que ha protegido, por siglos, el ideal del erotismo femenino y lo pone al desnudo, en toda su voracidad y angustia:

“No había una intención de hablar de lo erótico, sino de dejar que lo erótico hable a través de mí -cuenta Ponce-. No tengo mucho dominio de mi escritura y me gusta esa vulnerabilidad. No tengo, tampoco, mucho filtro. Pero solo puedo vivir la escritura así; solo tiene sentido en la medida en que no hay ese filtro moral. Es un ejercicio de honestidad”.

Ponce lleva consigo a su personaje en “una experiencia de desolación profunda”, que está atravesada por el amor, la reconciliación con el cuerpo, y por esa educación emocional femenina que estuvo marcada por los romances de telenovela y la cursilería:

“Hay una belleza que está profundamente restringida por los códigos morales, por unos censores culturales. Es reivindicar esos universos para hacerlos estallar y habilitar otras sexualidades posibles, otra experiencia de la sexualidad, y hablar de un modo que no nos está permitido”. (AA)

FRASE

Para mí era importante volver sobre esos lugares comunes de la experiencia romántica, para hacerlos estallar”. Gabriela Ponce, escritora.

AUTORA. Ponce ha dirigido varias obras de teatro. En narrativa publicó el libro de cuentos ‘Antropofaguitas’.
AUTORA. Ponce ha dirigido varias obras de teatro. En narrativa publicó el libro de cuentos ‘Antropofaguitas’.
AUTORA. Ponce ha dirigido varias obras de teatro. En narrativa publicó el libro de cuentos ‘Antropofaguitas’.
AUTORA. Ponce ha dirigido varias obras de teatro. En narrativa publicó el libro de cuentos ‘Antropofaguitas’.
AUTORA. Ponce ha dirigido varias obras de teatro. En narrativa publicó el libro de cuentos ‘Antropofaguitas’.
AUTORA. Ponce ha dirigido varias obras de teatro. En narrativa publicó el libro de cuentos ‘Antropofaguitas’.
AUTORA. Ponce ha dirigido varias obras de teatro. En narrativa publicó el libro de cuentos ‘Antropofaguitas’.
AUTORA. Ponce ha dirigido varias obras de teatro. En narrativa publicó el libro de cuentos ‘Antropofaguitas’.

Severo Editorial lanza su primera obra
° El nuevo sello editorial quiteño -encabezado por el editor Fausto Rivera Yánez, el artista visual Adrián Balseca y la promotora cultural Nessa Terán- inaugurará su colección de narrativa ‘Cobra’ con la novela ‘Sanguínea’, de Gabriela Ponce. La presentación se realizará mañana a las 19:30, en La Terraza Urbana (Carlos Tamayo E10-25 y Av. 6 de Diciembre). La editorial debe su nombre al multifacético escritor cubano Severo Sarduy, y tendrá pronto también en su catálogo el poemario inédito ‘Historia de la leche’, de Mónica Ojeda.

Severo Editorial lanza su primera obra
° El nuevo sello editorial quiteño -encabezado por el editor Fausto Rivera Yánez, el artista visual Adrián Balseca y la promotora cultural Nessa Terán- inaugurará su colección de narrativa ‘Cobra’ con la novela ‘Sanguínea’, de Gabriela Ponce. La presentación se realizará mañana a las 19:30, en La Terraza Urbana (Carlos Tamayo E10-25 y Av. 6 de Diciembre). La editorial debe su nombre al multifacético escritor cubano Severo Sarduy, y tendrá pronto también en su catálogo el poemario inédito ‘Historia de la leche’, de Mónica Ojeda.

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° El nuevo sello editorial quiteño -encabezado por el editor Fausto Rivera Yánez, el artista visual Adrián Balseca y la promotora cultural Nessa Terán- inaugurará su colección de narrativa ‘Cobra’ con la novela ‘Sanguínea’, de Gabriela Ponce. La presentación se realizará mañana a las 19:30, en La Terraza Urbana (Carlos Tamayo E10-25 y Av. 6 de Diciembre). La editorial debe su nombre al multifacético escritor cubano Severo Sarduy, y tendrá pronto también en su catálogo el poemario inédito ‘Historia de la leche’, de Mónica Ojeda.

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