Sensatez y justicia…

La violencia y las declaraciones de los dirigentes del paro, instigaron una ola de terror y desestabilización. Jaime Vargas, presidente de la Conaie, en el Ágora de CCE, donde los indígenas secuestraron a un grupo de policías, instó a un golpe de Estado, cuando pidió a los militares retirarle el apoyo al Presidente de la República. Se solazó de haber enviado a los “guerreros amazónicos” a cerrar todas las tuberías del petróleo.

Nadie niega los derechos y justas reivindicaciones que merecen los pueblos indígenas, pero cuando la violencia es el camino, se da pábulo a peligrosas circunstancias, como la incursión de grupos mercenarios ajenos al indigenado, pero que consumaron el caos y terror entre la población. No podemos dejar impunes a quienes procediendo así, aparecen como adalides de la justicia.

Es respetable la minoría representada por los dirigentes indígenas pero ¿quién representa a la inmensa mayoría de mestizos, que por esta causa no logramos determinar jurisdicciones, por ejemplo, con motivo de la condición plurinacional? ¿Quién levanta la voz por los millones de ecuatorianos que también sufrimos las consecuencias de la corrupción de los gobiernos?

Preocupa que cada anuncio de paro o de movilización social se convierta en un nido en el que se acomoden las ratas del terrorismo urbano. Las legítimas organizaciones de indígenas, de trabajadores y de gremios profesionales deberán que asegurarse de quiénes les acompañan, no vaya a suceder que se conviertan en títeres del vandalismo y la guerrilla.

El Gobierno debe ser atinado, consensuar sus decisiones y aplicar los principios de una comunicación profesional; de lo contrario, nos desconcierta al punto de hacernos pensar mal. Por ejemplo, ¿aún es compinche de los “revolucionarios del siglo XXI”.?

[email protected]

La violencia y las declaraciones de los dirigentes del paro, instigaron una ola de terror y desestabilización. Jaime Vargas, presidente de la Conaie, en el Ágora de CCE, donde los indígenas secuestraron a un grupo de policías, instó a un golpe de Estado, cuando pidió a los militares retirarle el apoyo al Presidente de la República. Se solazó de haber enviado a los “guerreros amazónicos” a cerrar todas las tuberías del petróleo.

Nadie niega los derechos y justas reivindicaciones que merecen los pueblos indígenas, pero cuando la violencia es el camino, se da pábulo a peligrosas circunstancias, como la incursión de grupos mercenarios ajenos al indigenado, pero que consumaron el caos y terror entre la población. No podemos dejar impunes a quienes procediendo así, aparecen como adalides de la justicia.

Es respetable la minoría representada por los dirigentes indígenas pero ¿quién representa a la inmensa mayoría de mestizos, que por esta causa no logramos determinar jurisdicciones, por ejemplo, con motivo de la condición plurinacional? ¿Quién levanta la voz por los millones de ecuatorianos que también sufrimos las consecuencias de la corrupción de los gobiernos?

Preocupa que cada anuncio de paro o de movilización social se convierta en un nido en el que se acomoden las ratas del terrorismo urbano. Las legítimas organizaciones de indígenas, de trabajadores y de gremios profesionales deberán que asegurarse de quiénes les acompañan, no vaya a suceder que se conviertan en títeres del vandalismo y la guerrilla.

El Gobierno debe ser atinado, consensuar sus decisiones y aplicar los principios de una comunicación profesional; de lo contrario, nos desconcierta al punto de hacernos pensar mal. Por ejemplo, ¿aún es compinche de los “revolucionarios del siglo XXI”.?

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La violencia y las declaraciones de los dirigentes del paro, instigaron una ola de terror y desestabilización. Jaime Vargas, presidente de la Conaie, en el Ágora de CCE, donde los indígenas secuestraron a un grupo de policías, instó a un golpe de Estado, cuando pidió a los militares retirarle el apoyo al Presidente de la República. Se solazó de haber enviado a los “guerreros amazónicos” a cerrar todas las tuberías del petróleo.

Nadie niega los derechos y justas reivindicaciones que merecen los pueblos indígenas, pero cuando la violencia es el camino, se da pábulo a peligrosas circunstancias, como la incursión de grupos mercenarios ajenos al indigenado, pero que consumaron el caos y terror entre la población. No podemos dejar impunes a quienes procediendo así, aparecen como adalides de la justicia.

Es respetable la minoría representada por los dirigentes indígenas pero ¿quién representa a la inmensa mayoría de mestizos, que por esta causa no logramos determinar jurisdicciones, por ejemplo, con motivo de la condición plurinacional? ¿Quién levanta la voz por los millones de ecuatorianos que también sufrimos las consecuencias de la corrupción de los gobiernos?

Preocupa que cada anuncio de paro o de movilización social se convierta en un nido en el que se acomoden las ratas del terrorismo urbano. Las legítimas organizaciones de indígenas, de trabajadores y de gremios profesionales deberán que asegurarse de quiénes les acompañan, no vaya a suceder que se conviertan en títeres del vandalismo y la guerrilla.

El Gobierno debe ser atinado, consensuar sus decisiones y aplicar los principios de una comunicación profesional; de lo contrario, nos desconcierta al punto de hacernos pensar mal. Por ejemplo, ¿aún es compinche de los “revolucionarios del siglo XXI”.?

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La violencia y las declaraciones de los dirigentes del paro, instigaron una ola de terror y desestabilización. Jaime Vargas, presidente de la Conaie, en el Ágora de CCE, donde los indígenas secuestraron a un grupo de policías, instó a un golpe de Estado, cuando pidió a los militares retirarle el apoyo al Presidente de la República. Se solazó de haber enviado a los “guerreros amazónicos” a cerrar todas las tuberías del petróleo.

Nadie niega los derechos y justas reivindicaciones que merecen los pueblos indígenas, pero cuando la violencia es el camino, se da pábulo a peligrosas circunstancias, como la incursión de grupos mercenarios ajenos al indigenado, pero que consumaron el caos y terror entre la población. No podemos dejar impunes a quienes procediendo así, aparecen como adalides de la justicia.

Es respetable la minoría representada por los dirigentes indígenas pero ¿quién representa a la inmensa mayoría de mestizos, que por esta causa no logramos determinar jurisdicciones, por ejemplo, con motivo de la condición plurinacional? ¿Quién levanta la voz por los millones de ecuatorianos que también sufrimos las consecuencias de la corrupción de los gobiernos?

Preocupa que cada anuncio de paro o de movilización social se convierta en un nido en el que se acomoden las ratas del terrorismo urbano. Las legítimas organizaciones de indígenas, de trabajadores y de gremios profesionales deberán que asegurarse de quiénes les acompañan, no vaya a suceder que se conviertan en títeres del vandalismo y la guerrilla.

El Gobierno debe ser atinado, consensuar sus decisiones y aplicar los principios de una comunicación profesional; de lo contrario, nos desconcierta al punto de hacernos pensar mal. Por ejemplo, ¿aún es compinche de los “revolucionarios del siglo XXI”.?

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