Cerrar la herida

Ecuador y la democracia estuvieron cerca del fracaso. Es nuestro reto y desafío construir la paz desde la justicia. El estado debe hacer los suyo y ser fiel al compromiso con los mecanismos democráticos: dialogar y llegar a acuerdos con las fuerzas políticas opositoras, avanzar reformas sociales, defender libertades civiles, prestar oído a la nueva cultura de los jóvenes y asegurar el crecimiento económico. No es fácil hacer todo a la vez pero indispensable para cerrar la herida.

El nuestro, es un país hermoso pero desigual y debería dolernos a todos. Hemos visto imágenes horribles, sangrientas, desoladoras, enfrentamientos que no tienen lugar. Hoy es más necesario que nunca, apelar a la solidaridad y el respeto por la integridad de todos. La esperanza está en creer que hemos aprendido algo estos años de democracia. Ella es como el tango: necesita de dos. Con uno solo es otra cosa, no puede ser virtud, ocupa el espacio del vicio.

A los ciudadanos nos corresponde trabajar de manera incansable para lograr una democracia madura con separación de poderes y no una inventada “justicia legítima” como alcahueta del poder. Es trabajo de todos neutralizar el odio acumulado por años, potenciar una participación ciudadana, corregir errores políticos, optimizar la comunicación oficial y vigorizar los servicios de inteligencia. Caso contrario, la olla de presión podría explotar.

Después del paro nacional y las horas vividas de angustia y dolor, el Gobierno busca pruebas contra los verde flex y sus radicalizados fanáticos que pretendían voltearlo, pero el propio oficialismo es parcialmente responsable de esa situación al haberlos elegido como sus únicos antagonistas.

Ese juego lastima a la sociedad por ser el camino más errado al pretender ser simplemente la contracara del ex. Cerrar la grieta atacando a los que no coinciden es asumir que lo único que los separaba del pasado era el sueño de sustituirlos.

Queremos circular libres por la calles y para eso necesitamos justicia y respuestas a las peticiones; sanar juntos y volver a hacer de la política un asunto que represente a los pueblos, que nos dé garantías básicas y que nos permita vivir en paz a todos los que habitamos este país.

[email protected]

Ecuador y la democracia estuvieron cerca del fracaso. Es nuestro reto y desafío construir la paz desde la justicia. El estado debe hacer los suyo y ser fiel al compromiso con los mecanismos democráticos: dialogar y llegar a acuerdos con las fuerzas políticas opositoras, avanzar reformas sociales, defender libertades civiles, prestar oído a la nueva cultura de los jóvenes y asegurar el crecimiento económico. No es fácil hacer todo a la vez pero indispensable para cerrar la herida.

El nuestro, es un país hermoso pero desigual y debería dolernos a todos. Hemos visto imágenes horribles, sangrientas, desoladoras, enfrentamientos que no tienen lugar. Hoy es más necesario que nunca, apelar a la solidaridad y el respeto por la integridad de todos. La esperanza está en creer que hemos aprendido algo estos años de democracia. Ella es como el tango: necesita de dos. Con uno solo es otra cosa, no puede ser virtud, ocupa el espacio del vicio.

A los ciudadanos nos corresponde trabajar de manera incansable para lograr una democracia madura con separación de poderes y no una inventada “justicia legítima” como alcahueta del poder. Es trabajo de todos neutralizar el odio acumulado por años, potenciar una participación ciudadana, corregir errores políticos, optimizar la comunicación oficial y vigorizar los servicios de inteligencia. Caso contrario, la olla de presión podría explotar.

Después del paro nacional y las horas vividas de angustia y dolor, el Gobierno busca pruebas contra los verde flex y sus radicalizados fanáticos que pretendían voltearlo, pero el propio oficialismo es parcialmente responsable de esa situación al haberlos elegido como sus únicos antagonistas.

Ese juego lastima a la sociedad por ser el camino más errado al pretender ser simplemente la contracara del ex. Cerrar la grieta atacando a los que no coinciden es asumir que lo único que los separaba del pasado era el sueño de sustituirlos.

Queremos circular libres por la calles y para eso necesitamos justicia y respuestas a las peticiones; sanar juntos y volver a hacer de la política un asunto que represente a los pueblos, que nos dé garantías básicas y que nos permita vivir en paz a todos los que habitamos este país.

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Ecuador y la democracia estuvieron cerca del fracaso. Es nuestro reto y desafío construir la paz desde la justicia. El estado debe hacer los suyo y ser fiel al compromiso con los mecanismos democráticos: dialogar y llegar a acuerdos con las fuerzas políticas opositoras, avanzar reformas sociales, defender libertades civiles, prestar oído a la nueva cultura de los jóvenes y asegurar el crecimiento económico. No es fácil hacer todo a la vez pero indispensable para cerrar la herida.

El nuestro, es un país hermoso pero desigual y debería dolernos a todos. Hemos visto imágenes horribles, sangrientas, desoladoras, enfrentamientos que no tienen lugar. Hoy es más necesario que nunca, apelar a la solidaridad y el respeto por la integridad de todos. La esperanza está en creer que hemos aprendido algo estos años de democracia. Ella es como el tango: necesita de dos. Con uno solo es otra cosa, no puede ser virtud, ocupa el espacio del vicio.

A los ciudadanos nos corresponde trabajar de manera incansable para lograr una democracia madura con separación de poderes y no una inventada “justicia legítima” como alcahueta del poder. Es trabajo de todos neutralizar el odio acumulado por años, potenciar una participación ciudadana, corregir errores políticos, optimizar la comunicación oficial y vigorizar los servicios de inteligencia. Caso contrario, la olla de presión podría explotar.

Después del paro nacional y las horas vividas de angustia y dolor, el Gobierno busca pruebas contra los verde flex y sus radicalizados fanáticos que pretendían voltearlo, pero el propio oficialismo es parcialmente responsable de esa situación al haberlos elegido como sus únicos antagonistas.

Ese juego lastima a la sociedad por ser el camino más errado al pretender ser simplemente la contracara del ex. Cerrar la grieta atacando a los que no coinciden es asumir que lo único que los separaba del pasado era el sueño de sustituirlos.

Queremos circular libres por la calles y para eso necesitamos justicia y respuestas a las peticiones; sanar juntos y volver a hacer de la política un asunto que represente a los pueblos, que nos dé garantías básicas y que nos permita vivir en paz a todos los que habitamos este país.

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Ecuador y la democracia estuvieron cerca del fracaso. Es nuestro reto y desafío construir la paz desde la justicia. El estado debe hacer los suyo y ser fiel al compromiso con los mecanismos democráticos: dialogar y llegar a acuerdos con las fuerzas políticas opositoras, avanzar reformas sociales, defender libertades civiles, prestar oído a la nueva cultura de los jóvenes y asegurar el crecimiento económico. No es fácil hacer todo a la vez pero indispensable para cerrar la herida.

El nuestro, es un país hermoso pero desigual y debería dolernos a todos. Hemos visto imágenes horribles, sangrientas, desoladoras, enfrentamientos que no tienen lugar. Hoy es más necesario que nunca, apelar a la solidaridad y el respeto por la integridad de todos. La esperanza está en creer que hemos aprendido algo estos años de democracia. Ella es como el tango: necesita de dos. Con uno solo es otra cosa, no puede ser virtud, ocupa el espacio del vicio.

A los ciudadanos nos corresponde trabajar de manera incansable para lograr una democracia madura con separación de poderes y no una inventada “justicia legítima” como alcahueta del poder. Es trabajo de todos neutralizar el odio acumulado por años, potenciar una participación ciudadana, corregir errores políticos, optimizar la comunicación oficial y vigorizar los servicios de inteligencia. Caso contrario, la olla de presión podría explotar.

Después del paro nacional y las horas vividas de angustia y dolor, el Gobierno busca pruebas contra los verde flex y sus radicalizados fanáticos que pretendían voltearlo, pero el propio oficialismo es parcialmente responsable de esa situación al haberlos elegido como sus únicos antagonistas.

Ese juego lastima a la sociedad por ser el camino más errado al pretender ser simplemente la contracara del ex. Cerrar la grieta atacando a los que no coinciden es asumir que lo único que los separaba del pasado era el sueño de sustituirlos.

Queremos circular libres por la calles y para eso necesitamos justicia y respuestas a las peticiones; sanar juntos y volver a hacer de la política un asunto que represente a los pueblos, que nos dé garantías básicas y que nos permita vivir en paz a todos los que habitamos este país.

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