Cerrar filas a su alrededor

Utilizando las posibilidades que brinda el Estado de derecho, la defensa de ciertos cabecillas de los casos de corrupción que se ventilan en los tribunales ha echado mano a la recusación de los operadores de justicia incómodos. La fiscal y una jueza, en particular, son los muros que pretenden quitarse de enfrente, con el afán de que, por el mecanismo disponible, tengan “del otro lado” gente más complaciente. Con la jueza no pudieron.

Es una de las enfermedades de la vida pública del país. Para casi nadie es un secreto que muchas de las instancias de nuestro sistema judicial aún están carcomidas por la corrupción. Mientras no se produzca un “barrido” a conciencia y a fondo, los procesos judiciales estarán minados por el soborno y el latrocinio. Los ejemplos, por el momento en sus niveles inferiores, los tenemos a diario.

Las mentiras, exageraciones, omisiones y “errores” son la plataforma propicia para el incumplimiento de la Ley. Este fenómeno, de larga data, es solo la fiebre de la enfermedad, es decir, la corrupción. Una endemia que se ha vuelto insoportable para grandes sectores sociales, que la perciben como parte del ejercicio rutinario de la política y la justicia.

Forma parte de las demandas sentidas o no, pero presentes, de las protestas violentas que vivimos en este aciago octubre. Es necesario, en consecuencia, que todos asumamos la defensa de los fiscales y jueces que tengan su actuación como un deber moral con su conciencia y con la sociedad. Hay que cerrar filas a su alrededor, en bien de la democracia y nuestra república.


Si el cántaro da en la piedra, o la piedra en el cántaro, mal para el cántaro”. Ramón J. Sénder. Escritor español (1902-1982)
Siempre se repite la misma historia: cada individuo no piensa más que en sí mismo”. Sófocles. Poeta trágico griego (495AC-406AC)

Utilizando las posibilidades que brinda el Estado de derecho, la defensa de ciertos cabecillas de los casos de corrupción que se ventilan en los tribunales ha echado mano a la recusación de los operadores de justicia incómodos. La fiscal y una jueza, en particular, son los muros que pretenden quitarse de enfrente, con el afán de que, por el mecanismo disponible, tengan “del otro lado” gente más complaciente. Con la jueza no pudieron.

Es una de las enfermedades de la vida pública del país. Para casi nadie es un secreto que muchas de las instancias de nuestro sistema judicial aún están carcomidas por la corrupción. Mientras no se produzca un “barrido” a conciencia y a fondo, los procesos judiciales estarán minados por el soborno y el latrocinio. Los ejemplos, por el momento en sus niveles inferiores, los tenemos a diario.

Las mentiras, exageraciones, omisiones y “errores” son la plataforma propicia para el incumplimiento de la Ley. Este fenómeno, de larga data, es solo la fiebre de la enfermedad, es decir, la corrupción. Una endemia que se ha vuelto insoportable para grandes sectores sociales, que la perciben como parte del ejercicio rutinario de la política y la justicia.

Forma parte de las demandas sentidas o no, pero presentes, de las protestas violentas que vivimos en este aciago octubre. Es necesario, en consecuencia, que todos asumamos la defensa de los fiscales y jueces que tengan su actuación como un deber moral con su conciencia y con la sociedad. Hay que cerrar filas a su alrededor, en bien de la democracia y nuestra república.


Si el cántaro da en la piedra, o la piedra en el cántaro, mal para el cántaro”. Ramón J. Sénder. Escritor español (1902-1982)
Siempre se repite la misma historia: cada individuo no piensa más que en sí mismo”. Sófocles. Poeta trágico griego (495AC-406AC)

Utilizando las posibilidades que brinda el Estado de derecho, la defensa de ciertos cabecillas de los casos de corrupción que se ventilan en los tribunales ha echado mano a la recusación de los operadores de justicia incómodos. La fiscal y una jueza, en particular, son los muros que pretenden quitarse de enfrente, con el afán de que, por el mecanismo disponible, tengan “del otro lado” gente más complaciente. Con la jueza no pudieron.

Es una de las enfermedades de la vida pública del país. Para casi nadie es un secreto que muchas de las instancias de nuestro sistema judicial aún están carcomidas por la corrupción. Mientras no se produzca un “barrido” a conciencia y a fondo, los procesos judiciales estarán minados por el soborno y el latrocinio. Los ejemplos, por el momento en sus niveles inferiores, los tenemos a diario.

Las mentiras, exageraciones, omisiones y “errores” son la plataforma propicia para el incumplimiento de la Ley. Este fenómeno, de larga data, es solo la fiebre de la enfermedad, es decir, la corrupción. Una endemia que se ha vuelto insoportable para grandes sectores sociales, que la perciben como parte del ejercicio rutinario de la política y la justicia.

Forma parte de las demandas sentidas o no, pero presentes, de las protestas violentas que vivimos en este aciago octubre. Es necesario, en consecuencia, que todos asumamos la defensa de los fiscales y jueces que tengan su actuación como un deber moral con su conciencia y con la sociedad. Hay que cerrar filas a su alrededor, en bien de la democracia y nuestra república.


Si el cántaro da en la piedra, o la piedra en el cántaro, mal para el cántaro”. Ramón J. Sénder. Escritor español (1902-1982)
Siempre se repite la misma historia: cada individuo no piensa más que en sí mismo”. Sófocles. Poeta trágico griego (495AC-406AC)

Utilizando las posibilidades que brinda el Estado de derecho, la defensa de ciertos cabecillas de los casos de corrupción que se ventilan en los tribunales ha echado mano a la recusación de los operadores de justicia incómodos. La fiscal y una jueza, en particular, son los muros que pretenden quitarse de enfrente, con el afán de que, por el mecanismo disponible, tengan “del otro lado” gente más complaciente. Con la jueza no pudieron.

Es una de las enfermedades de la vida pública del país. Para casi nadie es un secreto que muchas de las instancias de nuestro sistema judicial aún están carcomidas por la corrupción. Mientras no se produzca un “barrido” a conciencia y a fondo, los procesos judiciales estarán minados por el soborno y el latrocinio. Los ejemplos, por el momento en sus niveles inferiores, los tenemos a diario.

Las mentiras, exageraciones, omisiones y “errores” son la plataforma propicia para el incumplimiento de la Ley. Este fenómeno, de larga data, es solo la fiebre de la enfermedad, es decir, la corrupción. Una endemia que se ha vuelto insoportable para grandes sectores sociales, que la perciben como parte del ejercicio rutinario de la política y la justicia.

Forma parte de las demandas sentidas o no, pero presentes, de las protestas violentas que vivimos en este aciago octubre. Es necesario, en consecuencia, que todos asumamos la defensa de los fiscales y jueces que tengan su actuación como un deber moral con su conciencia y con la sociedad. Hay que cerrar filas a su alrededor, en bien de la democracia y nuestra república.


Si el cántaro da en la piedra, o la piedra en el cántaro, mal para el cántaro”. Ramón J. Sénder. Escritor español (1902-1982)
Siempre se repite la misma historia: cada individuo no piensa más que en sí mismo”. Sófocles. Poeta trágico griego (495AC-406AC)