Las mentiras siempre tienen cola

Patricio Valdivieso Espinosa

Como Seres Humanos estamos hechos de virtudes y defectos; compartimos cada día aciertos y desazones; con nuestro comportamiento vamos narrando en el camino verdades y mentiras; somos la esencia de como obramos. Labramos la confianza de la gente cuando no necesitamos inventar falacias para agradarles, siendo auténticos; o, nos investimos voluntariamente de repudio, cuando con falsía construimos castillos en el aire, que al caer por su propio peso se convierten en simples muros de arena, que nos separan.

¿Por qué se dice que las mentiras siempre tienen cola? Porque cuando se falta a la verdad, el mentiroso se ve forzado a crear ficciones e inventar un cuento tras otro para ocultar la realidad; al despojarse de la certeza, deja un camino lleno de dudas, que para justificarlas va fantaseando una mentira tras otra. Es ahí donde la incertidumbre hace presa fácil de los débiles, se aprovecha de los astutos, y les arrebata la calma a los oportunistas, transformándolos en falsos paradigmas.

No debemos olvidar: los fantasmas de la mentira te roban los sueños, te arrebatan la armonía familiar, destruyen la paz social y aniquilan la tranquilidad individual. Cuando se sostiene que la mentira tiene patas cortas, es preciso comprender que no hay mentiras eternas, que no se las puede mantener por mucho tiempo, porque la verdad siempre prevalecerá sobre el engaño, sabiendo que más temprano que tarde desnudará a quienes osaron en aprovecharse.

No buscamos en teoría ser perfectos, ni pretendemos pensar que nunca fallaremos, pero mientras esté en nuestras manos, vale recordar: las mentiras terminan haciendo daño a los que más queremos; desestabiliza la confianza, porque siempre te llenará de pobreza moral, mientras que la verdad te hará alcanzar prácticas positivas y abundantes valores. Está en nuestras manos alcanzar la certeza en cada acto, y no vernos abochornados con las mentiras que siempre nos llevan al fracaso. (O)

[email protected]

Patricio Valdivieso Espinosa

Como Seres Humanos estamos hechos de virtudes y defectos; compartimos cada día aciertos y desazones; con nuestro comportamiento vamos narrando en el camino verdades y mentiras; somos la esencia de como obramos. Labramos la confianza de la gente cuando no necesitamos inventar falacias para agradarles, siendo auténticos; o, nos investimos voluntariamente de repudio, cuando con falsía construimos castillos en el aire, que al caer por su propio peso se convierten en simples muros de arena, que nos separan.

¿Por qué se dice que las mentiras siempre tienen cola? Porque cuando se falta a la verdad, el mentiroso se ve forzado a crear ficciones e inventar un cuento tras otro para ocultar la realidad; al despojarse de la certeza, deja un camino lleno de dudas, que para justificarlas va fantaseando una mentira tras otra. Es ahí donde la incertidumbre hace presa fácil de los débiles, se aprovecha de los astutos, y les arrebata la calma a los oportunistas, transformándolos en falsos paradigmas.

No debemos olvidar: los fantasmas de la mentira te roban los sueños, te arrebatan la armonía familiar, destruyen la paz social y aniquilan la tranquilidad individual. Cuando se sostiene que la mentira tiene patas cortas, es preciso comprender que no hay mentiras eternas, que no se las puede mantener por mucho tiempo, porque la verdad siempre prevalecerá sobre el engaño, sabiendo que más temprano que tarde desnudará a quienes osaron en aprovecharse.

No buscamos en teoría ser perfectos, ni pretendemos pensar que nunca fallaremos, pero mientras esté en nuestras manos, vale recordar: las mentiras terminan haciendo daño a los que más queremos; desestabiliza la confianza, porque siempre te llenará de pobreza moral, mientras que la verdad te hará alcanzar prácticas positivas y abundantes valores. Está en nuestras manos alcanzar la certeza en cada acto, y no vernos abochornados con las mentiras que siempre nos llevan al fracaso. (O)

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Como Seres Humanos estamos hechos de virtudes y defectos; compartimos cada día aciertos y desazones; con nuestro comportamiento vamos narrando en el camino verdades y mentiras; somos la esencia de como obramos. Labramos la confianza de la gente cuando no necesitamos inventar falacias para agradarles, siendo auténticos; o, nos investimos voluntariamente de repudio, cuando con falsía construimos castillos en el aire, que al caer por su propio peso se convierten en simples muros de arena, que nos separan.

¿Por qué se dice que las mentiras siempre tienen cola? Porque cuando se falta a la verdad, el mentiroso se ve forzado a crear ficciones e inventar un cuento tras otro para ocultar la realidad; al despojarse de la certeza, deja un camino lleno de dudas, que para justificarlas va fantaseando una mentira tras otra. Es ahí donde la incertidumbre hace presa fácil de los débiles, se aprovecha de los astutos, y les arrebata la calma a los oportunistas, transformándolos en falsos paradigmas.

No debemos olvidar: los fantasmas de la mentira te roban los sueños, te arrebatan la armonía familiar, destruyen la paz social y aniquilan la tranquilidad individual. Cuando se sostiene que la mentira tiene patas cortas, es preciso comprender que no hay mentiras eternas, que no se las puede mantener por mucho tiempo, porque la verdad siempre prevalecerá sobre el engaño, sabiendo que más temprano que tarde desnudará a quienes osaron en aprovecharse.

No buscamos en teoría ser perfectos, ni pretendemos pensar que nunca fallaremos, pero mientras esté en nuestras manos, vale recordar: las mentiras terminan haciendo daño a los que más queremos; desestabiliza la confianza, porque siempre te llenará de pobreza moral, mientras que la verdad te hará alcanzar prácticas positivas y abundantes valores. Está en nuestras manos alcanzar la certeza en cada acto, y no vernos abochornados con las mentiras que siempre nos llevan al fracaso. (O)

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Como Seres Humanos estamos hechos de virtudes y defectos; compartimos cada día aciertos y desazones; con nuestro comportamiento vamos narrando en el camino verdades y mentiras; somos la esencia de como obramos. Labramos la confianza de la gente cuando no necesitamos inventar falacias para agradarles, siendo auténticos; o, nos investimos voluntariamente de repudio, cuando con falsía construimos castillos en el aire, que al caer por su propio peso se convierten en simples muros de arena, que nos separan.

¿Por qué se dice que las mentiras siempre tienen cola? Porque cuando se falta a la verdad, el mentiroso se ve forzado a crear ficciones e inventar un cuento tras otro para ocultar la realidad; al despojarse de la certeza, deja un camino lleno de dudas, que para justificarlas va fantaseando una mentira tras otra. Es ahí donde la incertidumbre hace presa fácil de los débiles, se aprovecha de los astutos, y les arrebata la calma a los oportunistas, transformándolos en falsos paradigmas.

No debemos olvidar: los fantasmas de la mentira te roban los sueños, te arrebatan la armonía familiar, destruyen la paz social y aniquilan la tranquilidad individual. Cuando se sostiene que la mentira tiene patas cortas, es preciso comprender que no hay mentiras eternas, que no se las puede mantener por mucho tiempo, porque la verdad siempre prevalecerá sobre el engaño, sabiendo que más temprano que tarde desnudará a quienes osaron en aprovecharse.

No buscamos en teoría ser perfectos, ni pretendemos pensar que nunca fallaremos, pero mientras esté en nuestras manos, vale recordar: las mentiras terminan haciendo daño a los que más queremos; desestabiliza la confianza, porque siempre te llenará de pobreza moral, mientras que la verdad te hará alcanzar prácticas positivas y abundantes valores. Está en nuestras manos alcanzar la certeza en cada acto, y no vernos abochornados con las mentiras que siempre nos llevan al fracaso. (O)

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