Vicente Chato al frente de la lucha por la reivindicación de los saberes ancestrales

Unión. Chato fue uno de los líderes del levantamiento indígena de 1990.
Unión. Chato fue uno de los líderes del levantamiento indígena de 1990.
Unión. Chato fue uno de los líderes del levantamiento indígena de 1990.
Unión. Chato fue uno de los líderes del levantamiento indígena de 1990.
Unión. Chato fue uno de los líderes del levantamiento indígena de 1990.
Unión. Chato fue uno de los líderes del levantamiento indígena de 1990.
Unión. Chato fue uno de los líderes del levantamiento indígena de 1990.
Unión. Chato fue uno de los líderes del levantamiento indígena de 1990.

Viste poncho rojo y pantalón blanco; bajo el brazo, lleva un cuaderno que guarda sus pensamientos y pendientes. Es de ligero caminar, de sonrisa espontánea y convicciones firmes.

Vicente Chato Chango es reconocido en Tungurahua como uno de los dirigentes sociales con mayor trayectoria. Lo más sobresaliente de su trabajo es el rescate de las fiestas, los ritos andinos y el conocimiento ancestral, así como la reivindicación de la lucha social impulsada por el movimiento indígena.
‘Taita’ Vicente ha tomado estas luchas como algo primordial de su vida diaria, impulsando el debate, la documentación y el reconocimiento de las prácticas ancestrales como parte de la sabiduría andina que debe ser aplicada, respetada y conservada.

“Hay mucha gente oportunista que, con pasar un huevo o soplar un trago, empiezan a desvirtuar todo un proceso que existe por siglos y que lleva consigo sabiduría milenaria”, señala.

Causa social
Chato fue uno de los protagonistas del levantamiento indígena de 1990 y recuerda este acto rebelde como una consecuencia de lo que su pueblo vivía en aquellos días:

“Nos empujaban, nos decían ‘quiten, longos’. Para que nos arreglen una vía teníamos que venir en comisiones por varios días. Creían que éramos animales raros cuando hablábamos en nuestro idioma”, recuerda.

Por varios meses, las conversaciones sobre un posible levantamiento fueron parte de las reuniones de los dirigentes indígenas, hasta que la idea se propuso ante la Conaie. La mayoría de miembros aceptó esta medida como respuesta a un Estado que los había ignorado por siglos.

“Gracias a ese levantamiento se avanzó en el tema de educación, obras y en el más fundamental: el respeto. Antes de eso nos trataban como animales; ahora tenemos hasta asambleístas, espacio que fue abierto por la lucha de varias generaciones”, enfatiza Chato.

Muchos de los relatos y memorias de este suceso están incluidos en el libro: ‘El glorioso levantamiento indígena de Tungurahua, junio de 1990’, texto que fue distribuido de manera gratuita en varios centros educativos.

Viste poncho rojo y pantalón blanco; bajo el brazo, lleva un cuaderno que guarda sus pensamientos y pendientes. Es de ligero caminar, de sonrisa espontánea y convicciones firmes.

Vicente Chato Chango es reconocido en Tungurahua como uno de los dirigentes sociales con mayor trayectoria. Lo más sobresaliente de su trabajo es el rescate de las fiestas, los ritos andinos y el conocimiento ancestral, así como la reivindicación de la lucha social impulsada por el movimiento indígena.
‘Taita’ Vicente ha tomado estas luchas como algo primordial de su vida diaria, impulsando el debate, la documentación y el reconocimiento de las prácticas ancestrales como parte de la sabiduría andina que debe ser aplicada, respetada y conservada.

“Hay mucha gente oportunista que, con pasar un huevo o soplar un trago, empiezan a desvirtuar todo un proceso que existe por siglos y que lleva consigo sabiduría milenaria”, señala.

Causa social
Chato fue uno de los protagonistas del levantamiento indígena de 1990 y recuerda este acto rebelde como una consecuencia de lo que su pueblo vivía en aquellos días:

“Nos empujaban, nos decían ‘quiten, longos’. Para que nos arreglen una vía teníamos que venir en comisiones por varios días. Creían que éramos animales raros cuando hablábamos en nuestro idioma”, recuerda.

Por varios meses, las conversaciones sobre un posible levantamiento fueron parte de las reuniones de los dirigentes indígenas, hasta que la idea se propuso ante la Conaie. La mayoría de miembros aceptó esta medida como respuesta a un Estado que los había ignorado por siglos.

“Gracias a ese levantamiento se avanzó en el tema de educación, obras y en el más fundamental: el respeto. Antes de eso nos trataban como animales; ahora tenemos hasta asambleístas, espacio que fue abierto por la lucha de varias generaciones”, enfatiza Chato.

Muchos de los relatos y memorias de este suceso están incluidos en el libro: ‘El glorioso levantamiento indígena de Tungurahua, junio de 1990’, texto que fue distribuido de manera gratuita en varios centros educativos.

Viste poncho rojo y pantalón blanco; bajo el brazo, lleva un cuaderno que guarda sus pensamientos y pendientes. Es de ligero caminar, de sonrisa espontánea y convicciones firmes.

Vicente Chato Chango es reconocido en Tungurahua como uno de los dirigentes sociales con mayor trayectoria. Lo más sobresaliente de su trabajo es el rescate de las fiestas, los ritos andinos y el conocimiento ancestral, así como la reivindicación de la lucha social impulsada por el movimiento indígena.
‘Taita’ Vicente ha tomado estas luchas como algo primordial de su vida diaria, impulsando el debate, la documentación y el reconocimiento de las prácticas ancestrales como parte de la sabiduría andina que debe ser aplicada, respetada y conservada.

“Hay mucha gente oportunista que, con pasar un huevo o soplar un trago, empiezan a desvirtuar todo un proceso que existe por siglos y que lleva consigo sabiduría milenaria”, señala.

Causa social
Chato fue uno de los protagonistas del levantamiento indígena de 1990 y recuerda este acto rebelde como una consecuencia de lo que su pueblo vivía en aquellos días:

“Nos empujaban, nos decían ‘quiten, longos’. Para que nos arreglen una vía teníamos que venir en comisiones por varios días. Creían que éramos animales raros cuando hablábamos en nuestro idioma”, recuerda.

Por varios meses, las conversaciones sobre un posible levantamiento fueron parte de las reuniones de los dirigentes indígenas, hasta que la idea se propuso ante la Conaie. La mayoría de miembros aceptó esta medida como respuesta a un Estado que los había ignorado por siglos.

“Gracias a ese levantamiento se avanzó en el tema de educación, obras y en el más fundamental: el respeto. Antes de eso nos trataban como animales; ahora tenemos hasta asambleístas, espacio que fue abierto por la lucha de varias generaciones”, enfatiza Chato.

Muchos de los relatos y memorias de este suceso están incluidos en el libro: ‘El glorioso levantamiento indígena de Tungurahua, junio de 1990’, texto que fue distribuido de manera gratuita en varios centros educativos.

Viste poncho rojo y pantalón blanco; bajo el brazo, lleva un cuaderno que guarda sus pensamientos y pendientes. Es de ligero caminar, de sonrisa espontánea y convicciones firmes.

Vicente Chato Chango es reconocido en Tungurahua como uno de los dirigentes sociales con mayor trayectoria. Lo más sobresaliente de su trabajo es el rescate de las fiestas, los ritos andinos y el conocimiento ancestral, así como la reivindicación de la lucha social impulsada por el movimiento indígena.
‘Taita’ Vicente ha tomado estas luchas como algo primordial de su vida diaria, impulsando el debate, la documentación y el reconocimiento de las prácticas ancestrales como parte de la sabiduría andina que debe ser aplicada, respetada y conservada.

“Hay mucha gente oportunista que, con pasar un huevo o soplar un trago, empiezan a desvirtuar todo un proceso que existe por siglos y que lleva consigo sabiduría milenaria”, señala.

Causa social
Chato fue uno de los protagonistas del levantamiento indígena de 1990 y recuerda este acto rebelde como una consecuencia de lo que su pueblo vivía en aquellos días:

“Nos empujaban, nos decían ‘quiten, longos’. Para que nos arreglen una vía teníamos que venir en comisiones por varios días. Creían que éramos animales raros cuando hablábamos en nuestro idioma”, recuerda.

Por varios meses, las conversaciones sobre un posible levantamiento fueron parte de las reuniones de los dirigentes indígenas, hasta que la idea se propuso ante la Conaie. La mayoría de miembros aceptó esta medida como respuesta a un Estado que los había ignorado por siglos.

“Gracias a ese levantamiento se avanzó en el tema de educación, obras y en el más fundamental: el respeto. Antes de eso nos trataban como animales; ahora tenemos hasta asambleístas, espacio que fue abierto por la lucha de varias generaciones”, enfatiza Chato.

Muchos de los relatos y memorias de este suceso están incluidos en el libro: ‘El glorioso levantamiento indígena de Tungurahua, junio de 1990’, texto que fue distribuido de manera gratuita en varios centros educativos.

Iniciativa. Ha sido emblema de la lucha por los derechos de los pueblos ancestrales.
Iniciativa. Ha sido emblema de la lucha por los derechos de los pueblos ancestrales.
Iniciativa. Ha sido emblema de la lucha por los derechos de los pueblos ancestrales.
Iniciativa. Ha sido emblema de la lucha por los derechos de los pueblos ancestrales.
Iniciativa. Ha sido emblema de la lucha por los derechos de los pueblos ancestrales.
Iniciativa. Ha sido emblema de la lucha por los derechos de los pueblos ancestrales.
Iniciativa. Ha sido emblema de la lucha por los derechos de los pueblos ancestrales.
Iniciativa. Ha sido emblema de la lucha por los derechos de los pueblos ancestrales.

Representante político
‘Taita’ Vicente es parte de la historia, a tal punto de haber sido nombrado presidente del Congreso en el Triunvirato del año 2000. Chato ocupó el cargo por 18 horas, en las que trató de aprobar leyes que bajaran el precio de la gasolina y del gas.

“Creíamos que se podía comenzar a construir un nuevo país, pero no duró mucho y de seguro se hubiera hecho muchas cosas si estábamos más tiempo”, confiesa. Estas y otras historias estarán incluidas en su nuevo libro: ‘Terremoto social’ que espera entrar en circulación el próximo año.

“La memoria es importante. Algunos creen que la historia es solo de los grandes genios, pero nosotros también hemos aportado para que estas realidades se den. Es necesario que sepan que esto es parte de la conquista de los pueblos, que la lucha en las calles no fue en vano”, asegura Chato. (AVI)

Representante político
‘Taita’ Vicente es parte de la historia, a tal punto de haber sido nombrado presidente del Congreso en el Triunvirato del año 2000. Chato ocupó el cargo por 18 horas, en las que trató de aprobar leyes que bajaran el precio de la gasolina y del gas.

“Creíamos que se podía comenzar a construir un nuevo país, pero no duró mucho y de seguro se hubiera hecho muchas cosas si estábamos más tiempo”, confiesa. Estas y otras historias estarán incluidas en su nuevo libro: ‘Terremoto social’ que espera entrar en circulación el próximo año.

“La memoria es importante. Algunos creen que la historia es solo de los grandes genios, pero nosotros también hemos aportado para que estas realidades se den. Es necesario que sepan que esto es parte de la conquista de los pueblos, que la lucha en las calles no fue en vano”, asegura Chato. (AVI)

Representante político
‘Taita’ Vicente es parte de la historia, a tal punto de haber sido nombrado presidente del Congreso en el Triunvirato del año 2000. Chato ocupó el cargo por 18 horas, en las que trató de aprobar leyes que bajaran el precio de la gasolina y del gas.

“Creíamos que se podía comenzar a construir un nuevo país, pero no duró mucho y de seguro se hubiera hecho muchas cosas si estábamos más tiempo”, confiesa. Estas y otras historias estarán incluidas en su nuevo libro: ‘Terremoto social’ que espera entrar en circulación el próximo año.

“La memoria es importante. Algunos creen que la historia es solo de los grandes genios, pero nosotros también hemos aportado para que estas realidades se den. Es necesario que sepan que esto es parte de la conquista de los pueblos, que la lucha en las calles no fue en vano”, asegura Chato. (AVI)

Representante político
‘Taita’ Vicente es parte de la historia, a tal punto de haber sido nombrado presidente del Congreso en el Triunvirato del año 2000. Chato ocupó el cargo por 18 horas, en las que trató de aprobar leyes que bajaran el precio de la gasolina y del gas.

“Creíamos que se podía comenzar a construir un nuevo país, pero no duró mucho y de seguro se hubiera hecho muchas cosas si estábamos más tiempo”, confiesa. Estas y otras historias estarán incluidas en su nuevo libro: ‘Terremoto social’ que espera entrar en circulación el próximo año.

“La memoria es importante. Algunos creen que la historia es solo de los grandes genios, pero nosotros también hemos aportado para que estas realidades se den. Es necesario que sepan que esto es parte de la conquista de los pueblos, que la lucha en las calles no fue en vano”, asegura Chato. (AVI)