Analfabetismos

Rosalía Arteaga Serrano

Nos referimos con frecuencia al analfabetismo digital, que tiene que ver con la manipulación de computadores personales, las tablets, los celulares, los Iphones, los Ipads. Llevan razón, es necesario aprender este nuevo lenguaje, que a veces nos cuesta un poco a quienes somos parte de otras generaciones y que no nacimos con esa especie de chip incorporado.

Pero qué decir de los otros analfabetismos que se mantienen como el de la lectura y escritura del propio idioma, aquel en el que se nace, que viene acompañado de la leche materna.

Mucha gente no se ha beneficiado de lo que significa leer y escribir o que, si lo hacen, es de una manera muy rudimentaria, más bien a manera de cumplir con los porcentajes de alfabetización exigidos, pero que en la práctica no entrañan ningún beneficio para quienes apenas pueden trazar una firma y no hacen uso de la lectura jamás.

También hablamos del analfabetismo funcional, que, ese sí, probablemente crece por la falta de práctica en estos menesteres de quienes aprendieron los rudimentos de la lectoescritura, pero que simplemente no leen ni escriben y no entienden lo que los textos quieren decir.

Y aquel analfabetismo que tiene que ver con la comprensión de lo que se lee, con el desciframiento más allá de los códigos, de lo que quieren decir las palabras, los conceptos.

Podríamos hablar de otro analfabetismo, el de la ética, con la práctica de los valores, que tampoco es considerado por muchos como algo importante porque impera la ley del más listo, del más sapo, del que se beneficia de manera ilegal y no atiende ni a leyes, ni a los principios del bien común.

¿Qué tipo de analfabetismo es el más peligroso para la sociedad? Todos. La pregunta queda planteada y responderá a la conciencia de cada uno.

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