Migrantes hicieron del parque Atacazo su hogar

Situación. Dormían en  la terminal de Quitumbe. Los árboles son ahora su refugio.
Situación. Dormían en la terminal de Quitumbe. Los árboles son ahora su refugio.

Dejaron de dormir en el suelo de la terminal de Quitumbe para hacerlo sobre el pasto de un bosque en el sur de Quito.

Cerca de 60 migrantes venezolanos han hecho del parque Atacazo su hogar. “Aquí podemos dormir tranquilos, aunque con frío. También podemos bañarnos y lavar la ropa, porque hay un pozo”, dice con una sonrisa entristecida, Katherine Rodríguez, de 35 años.

Al adentrarse al parque, se escucha el correr de un río. Antes de cruzar un puente, se puede divisar a un grupo de personas conversando entre sí, algunas prendas de vestir secándose y varios niños correteando.

Hasta ahí llegaron, luego de ser desalojados de la terminal, quienes viajaron a pie desde Venezuela para entrar a Ecuador, ansiosos por encontrar una oportunidad de empleo; o quienes no han logrado completar el costo del pasaje para avanzar hasta Perú.

Abuso laboral
Rodríguez llegó a Quito hace nueve meses. Ella es una de las 26.000 personas venezolanas que viven en Pichincha, según datos levantados por la Asociación Civil Venezuela en Ecuador.

A ella y a su esposo les ofrecieron trabajo en una empresa dedicada al catering. Tras varios meses de servicio, les dijeron que no podían pagarles en efectivo. La pareja había trabajado horas extras y fines de semana. Decidieron irse, pues al no tener sus papeles en regla les fue imposible denunciar a su empleadora.

Daniel Regalado, presidente de la Asociación Civil Venezuela, confirma que constantemente sus compatriotas informan sobre estas malas prácticas: “Les damos guías, porque estén irregulares o no ellos tienen sus derechos”.

Más casos
Dentro del bosque, las historias son similares. Así lo confirma Antony Miquilena (22). Recuerda que hace un mes una mujer le ofreció trabajo a él y a tres de sus compatriotas.

45%
migrantes son mujeres. Ellos debían cuidar un terreno en el sector de la Ecuatoriana (sur de Quito). “Ahí pasamos muchas noches, a veces sin comer. Pasaron cuatro semanas y le pedí que al menos me diera $30 de adelanto, para enviarle a mi familia, pero dijo que no tenía”.

Cuando los hombres reclamaron su salario, su empleadora los sacó con la Policía y les dijo que no les debía nada. Él y sus amigos cuentan que aquellos días de labor sin paga los llevaron a dormir en las calles, en las paradas de buses y luego en el bosque.

Por un destino
“Aquí es un lugar fresco para descansar y pasar un rato”, dice Richard Joan (27), mientras una mujer lava una camisa y una niña se lava los dientes con el agua estancada de un pozo.

El plan de Joan es llegar a Guayaquil, pues le han dicho que ahí, como en Manta o Ibarra, es más fácil encontrar empleo.

Él llegó a Ecuador con toda su familia. Quiere completar el costo del pasaje, con lo que vende en las calles, para ir a Guayaquil con sus tres hijos.

Regalado indica que el 40% de venezolanos residentes en Quito se dedican al comercio en las calles. “Lo principal es la venta de comida”, asegura.

Los únicos que disfrutan del lugar son los niños. Yusleiny (11) dice que ella no quiere volver a dormir lejos de su mamá así sea entre los árboles. (AVV)

Inconformidad en la zona
° Hace dos días la Policía entró a desalojar a los venezolanos que duermen en el parque Atacazo. Lo hicieron tras la denuncia de los moradores, quienes comentan que estos campamentos improvisados “atraen a la delincuencia y la inseguridad”. Mauro Pérez Padrón, quien migró junto a su esposa y sus tres hijos, lamenta que algunos de sus coterráneos cometan delitos que “nos manchan a todos”.