La tiza de la urgencia

Fabián Cueva Jiménez

En el sistema educativo ecuatoriano se garantiza el acceso universal sin ningún discrimen. Por ello, hay 34.450 niños y jóvenes extranjeros estudiando; 16.851 son venezolanos. Acogerlos es difícil con tantos problemas económicos que tenemos, pero es comprensible.

El presidente de la Federación Venezolana de Maestros dice que las condiciones para el inicio del año lectivo 2019-2020 no existen y da razones: en el sector docente la seguridad social del maestro colapsó, el servicio de salud es pésimo, no hay prestaciones y se han pulverizado los sueldos, un maestro gana el equivalente a 30 dólares mensuales, motivo de renuncias permanentes. Cada dólar equivale a 248.000 bolívares.

Con la reducción del poder adquisitivo en un 70%, educar en Venezuela resulta difícil, hay mucha deserción y disminución diaria de asistencia. Para ejemplo: el costo del transporte es de 3.000 bolívares, si dos niños de la familia van a la escuela, gastan 6.000 diariamente, multiplicado por 5 días son 30.000 y al mes representan 120.000, aparte de los gastos escolares y alimentación. El salario básico es de 40.000.

Cínicamente Maduro dijo: “Hay jóvenes que se han ido de Venezuela con la idea de mejorar su vida en el exterior, yo les digo, vayan y vuelvan, porque país como Venezuela no han de encontrar en ningún lugar del mundo”. La Alta Comisionada de los Derechos Humanos de la ONU, Michele Bachelet, señala: “La situación económica y social sigue deteriorándose… Lo que podía ser el episodio hiperinflacionario más agudo que haya experimentado América Latina”.

Leonardo Padrón, venezolano, en la “La tiza de urgencia” cuenta que recibió una circular del colegio en la que piden a los padres que conozcan sobre varias materias, se acerquen, una tiza los espera, porque es mejor a pupitres vacíos.

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