Se quema Quilanga…

Zoila Isabel Loyola Román

Hace unos cuantos millones de años, un homínido fue elegido con una “señal muy especial”, que lo hizo atreverse: se bajó de los árboles donde el resto de sus parientes se quedaron instalados. Se atrevió a caminar erguido mirando al cielo. De su atrevimiento devino el fuego, la rueda, la escritura, y muchas cosas más. Desde allí a la humanidad nos deparan, a la vez, grandes riesgos y grandes promesas, porque tiene sus embriones incubándose en lo que hacemos o dejamos de hacer hoy.

La elección es nuestra: cuidar de nuestro planeta, y cuidarnos unos a otros o arriesgarnos a la destrucción de nosotros mismos y del mundo, un espíritu de solidaridad humana, un profundo respeto y gratitud por la vida y una grandeza y humildad para reconocer el lugar de privilegio que como seres humanos ocupamos en el planeta.

Somos una sola familia humana con un destino común. ¡Unirnos es nuestra mejor elección! Crear esa sociedad global, sostenible, fundada en el respeto a los derechos humanos universales, a la naturaleza, a la justicia, teniendo como horizonte una cultura de paz. “Si no se ponen de acuerdo la gran rueda parará, la alegría se irá al cuerno y nosotros a la par”, decía cantando Alberto Cortez, para señalar que se necesitan cambios radicales en nuestros valores, en nuestra forma de vivir y de concebir nuestra relación con el entorno.

Entonces así, y solo así, la historia de la humanidad y del Planeta, que es nuestra casa grande, será acogedoramente habitable con un presente y futuro de esperanza como resultado de la unión de fuerzas en torno a una conciencia ecológica integral, unos valores éticos, unos fines humanísticos y un renovado sentido de ser. Solo así honraremos al Planeta donde vivimos, a la Tierra, a la Pachamama, a nuestra buena, generosa y provisoria madre y casa grande. (O)

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