Un barco al garete

Ugo Stornaiolo

Que el Gobierno de Moreno es un barco al garete poco se duda. Que algunos personajes del círculo cercano manejan su propia agenda y encuestas, para seguir disfrutando del poder, tampoco. Es innegable que el asesor Santiago Cuesta era una piedra en el zapato para muchos de ellos.

Su renuncia provocó una sensación de alivio, sobre todo porque sus declaraciones, dislates y enfrentamientos provocaron más de una preocupación en la cúpula morenista. Cuesta era, al fin y al cabo, el hombre fuerte. Y eso era bastante.

Que en el Gobierno se empieza a sentir el peso de la crisis es innegable, que se preparan medidas parche también. Que la idea de aumentar el IVA está presente (como si no hicieran falta más impuestos), existe la necesidad de negociar una agenda mínima y que este régimen debe recordar que su presencia en el poder es transitoria.

El presidente aparece cada vez más aislado y solo, encargando muchas de sus funciones a otras personas. Despunta la figura del vicepresidente, Otto Sonnenholzner, como un rostro fresco que oxigena al Gobierno .

Los indicadores económicos no cuadran. Crece el desempleo y hay más migrantes venezolanos en las fronteras. La Asamblea dio paso a la denuncia del tratado de Unasur, así el país deja de ser parte del cartel chavista, pero los legisladores piden un incremento del presupuesto en tiempos de austeridad. Encima, se anuncia la novelería de hacer un mundial de fútbol en el país.

Sonnenholzner, José Augusto Briones, Rosángela Adoum, María Paula Romo, Juan Sebastián Roldán, Richard Martínez e Iván Granda, los del círculo íntimo, le ganaron la partida al deslenguado Cuesta, el fusible más notorio del régimen, quien hablaba de hacer otra refinería en Esmeraldas, monetizar al Estado vendiendo empresas y depurar -por fin- la burocracia, pero habló de más y se cayó.

El barco sigue al garete y no se ve un rumbo. Existe la reelección, pero sería la peor idea que tendrían los cercanos al mandatario, muy desgastado y con mucha indecisión en materia económica (y con la deuda china latente). Urge un cambio en el timón del barco y en la tripulación. El 2021 está a las puertas.

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