Sodomía

Patricio Durán

Los ecuatorianos nos hemos pasado la vida sodomizándonos unos a otros, tanto en temas políticos, económicos, sociales, culturales como religiosos. El idioma español está lleno de expresiones que le envían a uno a tomar por la retaguardia de la manera más escabrosa o más sutil. La diferencia, ahora, desde que asomaron los “revolucionarios del socialismo del siglo 21 y su década ganada”, consiste en que nos lo hacemos con preservativo y no en crudo, que era la silvestre costumbre.

El preservativo ha sido considerado artículo de primera necesidad, es un método sencillo y muy eficaz para prevenir enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados -que pueden desembocar en aborto con todo el lío que al respecto se armó en la Asamblea Nacional- y se lo distribuye gratuitamente en colegios y universidades, gracias a que los “revolucionarios” vinieron con sus aires renovadores, y hoy, metafóricamente, los estudiantes deben llevar como útiles de primera necesidad: pañuelo, peinilla y condón. Una trasnochada asambleísta “revolucionaria” proponía crear alguna ley para demandar penalmente a la pareja que no satisficiere sexualmente a su cónyuge.

Los ecuatorianos gastamos mucho dinero en preservativos, y yo no creo que todo ese material se vaya en vicio y fornicio. Es que ahora, ya digo, en el trabajo, en la iglesia, en la calle, el político a sus mandantes, entre amigos y enemigos, nos pasamos el día sodomizándonos fácticamente, aunque no sexualmente -y, en general, el de arriba al de abajo-.

Nos hemos acostumbrado a que los “revolucionarios” nos sodomicen con su rampante corrupción, con su sapada y sus mentiras, y ya que nos lo hacen, ahora nos lo hacen con profiláctico, con el preservativo del “no me acuerdo”, “yo no fui”, “no le conozco”, o simplemente “toman las de Villadiego” y huyen como ratas.