Acorralados

EDUARDO TABAREZ RAMÍREZ

Conciudadanos, me ahonda la inmensa preocupación que aún sigamos en el letargo, esta pasividad, inacción asombrosa que venimos dando muestra a lo que por años es conocido por todos, me refiero al alto grado de contaminación que tenemos en nuestra ciudad. Siempre decimos que estamos contaninados, pero poco o nada hacemos por hacer valer nuestro derecho a la vida.

Cuál es la razón para que ahora tomemos como caballo de batalla las declaraciones de un alto funcionario del Gobierno, a quien no conozco sin que por ello deje de reconocer la firmeza y certeza a lo dicho, que razones hemos tenido el haber esperado tanto tiempo y no hayamos hecho visible con acciones prácticas el irreparable daño de la contaminación, cuya impronta en la refinería asentada hoy ya pleno perímetro urbano.

¿Hasta cuándo de forma silenciosa tenemos que seguir lamentándonos y acompañando en el dolor a los familiares de quienes han interrumpido el curso de la vida por la contaminación? ¿Dónde ha quedado nuestra rebeldia innata de nuestros antepasados que lucharon por romper las garras del patrono? Seguimos siendo medalla de oro de la paciencia, de la pasividad, de la mera retórica persuasiva, de la inacción en la defensa del bienestar colectivo.

¿Dónde está el hospital de especialidades médicas? yo prefiero un gran hospital antes que una estructura de cemento fastuosa como oficina del sector público; yo prefiero un río y mar no contaminados antes que parque automotor del sector público para beneficio de pocos; prefiero la continuidad de la vida con las alegrías y vicisitudes, antes que morir silenciosamente.

¿Dónde estuvieron las anteriores autoridades que dejaron transcurrir más de tres décadas sin que haya un reclamo firme? ahora se escucha a las vigentes, por lo menos dan a notar convicción en los reclamos ciudadanos esperando que esto no sea un veranillo lleno de emociones políticas transitoria.

Llegó el momento de un frente común, asambleístas, Alcaldía, Prefectura, gremios y cuerpos colegiados, estudiantes, cuando la conformación de junta cívica incluyente. De una vez por todas dejemos se ser reactivos, hagamos valer nuestro derecho a la vida, dejemos de ser conformistas con pequeñas dádivas económicas disque como compensación al daño ocasionado ¿acaso la salud se repara con regalos y ofertas que se dan en una sesión solemne en cada efeméride provincial?

El día que tengamos una real protección a la salud como un derecho, es cuando dejemos de seguir lamentando la partida de Sugey, Carlos, Guido, entre tantos hermanos que hoy no nos acompañan físicamente.

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