Patricio Córdova Cepedda
Muchos presumen en sus ofertas de servicios en salud y para captar clientes, que sus negocios cuentan con acreditaciones de calidad, lo que se conoce como ISO. La acreditación es un proceso voluntario mediante el cual una organización de salud es capaz de medir la calidad de sus servicios y el rendimiento frente a los estándares reconocidos a nivel nacional e internacional.
Es bueno y pertinente que haya calidad técnica en lo que se propone al público y la más alta tecnología. Pero, en la misma o mayor escala debe estar también una acreditación de transparencia, de ética y moral, en todo lo que hacemos y producimos. No nos sirve de nada tener los mejores equipos o maquinarias, contar con los más ilustrados científicos y sabios., cuando todo consideramos mera mercancía, un instrumento para acaparar dinero, concentrar fortuna a toda costa, negociar con quien sea y como sea para alcanzar beneficios económicos.
Las crisis de nuestras sociedades no solo son económicas, son de valores y principios. Hay aventureros, incluso de otros lados, que no nacieron en nuestras tierras, que vienen a corromperse y corromper, con la venia de algunos profesionales de acá que comparten el interés común de utilidades monetarias a cambio de lo que sea, sin recato alguno y con comportamientos nocivos para el trabajo honesto, honrado y digno.
Estamos en la obligación de impedir que ocurra lo que afirmó Tomás Jefferson: “ Si la ciencia solo produjera la tiranía, el asesinato, la rapiña y la inmoralidad, sería preferible la ignorancia honesta y estimable de los salvajes”. La honestidad es todo, no se mide en grados, somos o no somos, no hay medias tintas. Esas acreditaciones éticas las conferimos nosotros mismos, nuestra conciencia y voluntad, depende de cada uno.