Marlon Tandazo Palacio
Una pregunta que más de uno se hace a propósito del nuevo inicio de clases región Sierra, que arranca esta semana. Y que, según el Ministerio de Educación los inscritos para este año escolar son 1’926.026 entre estudiantes públicos y particulares.
Pero volvamos a nuestra pregunta. En 2006, el movimiento ciudadano Contrato Social por la Educación en el Ecuador, promovió un concurso nacional de ensayo juvenil, que lo denominó “Educación ¿para qué?” El certamen convocó a estudiantes de bachillerato de varias provincias. La ganadora fue una participante de la provincia de Zamora Chinchipe, quien manifestaba en una parte de su trabajo: “hoy están desocupados tres de cuatro graduados. Miles son los médicos que emigraron por falta de trabajo y decenas de miles los abogados que no pueden ejercer su profesión. Son también miles de estudiantes de otras carreras que, desconociendo que existen profesionales que no tienen ya cabida en el sistema económico, siguen engrosando las filas de desocupados. Yo no quisiera ser parte de ellos”
Lo cierto, es que vivimos en un cambio de época, donde el camino es repensar nuevas soluciones para viejos problemas. Es preciso subir el nivel de pensamiento. Si en este momento necesitas comprobar el precio de una computadora, puedes googlearlo. Antes, posiblemente lo habrías consultado con tus conocidos de confianza para que te asesoraran.
Ahora las personas que se jubilan con 60 años o más, se sienten con energía como para continuar entregando lo mejor de sí, quizás no en la rutina de sus antiguos trabajos, pero sí en otras actividades que les permita disfrutar de su tiempo libre.
Hace 30 años profesiones como community manager, diseñador web, desarrollador de app, etc. No existían. No me refiero únicamente a profesiones elegidas por jóvenes. Hace poco una importante cadena de librerías buscaba “abuelitas” para contar historias a niños dentro de sus instalaciones.
Entonces ¿para qué estudiar? Para abrir los ojos, diría mi abuelita. (O)
@marlontandazop