El caos persiste

Rodrigo Contero Peñafiel

Si la confusión, falta de criterio y la improvisación persisten se revela la crisis, lo que produce angustia y desconfianza en la gente ante la desorganización. La incoherencia en los altos mandos impide el control de quienes están llamados a dirigir, organizar y ejecutar planes, programas y proyectos que permitan salir al país del subdesarrollo y la violencia en la que se encuentra.

Cuando el poder no consigue organizar y armonizar su estructura gubernamental, es suficiente pretexto para que la mayoría haga lo que les viene en gana, no se respeten la Constitución, leyes, ni reglamentos, permitiendo que la estructura del Estado funcione de manera incomprensible, imprevisible e ilógica. ¿Cómo entender que quienes destruyeron la economía del país, jugaron con la vida de los ecuatorianos, cobraron comisiones, se llevaron el dinero de mil maneras e hicieron de la corrupción su “modus vivendi”, sigan ocupando cargos públicos o se encuentren libres con el subterfugio de ser perseguidos políticos? ¿Por qué muchos personajes de “alto rango” siguen burlando a la justicia?

¿Qué sentido tiene convocar a mesas de diálogo en las que participan la sociedad y el Gobierno en busca de encontrar soluciones a los problemas nacionales, si el desconcierto, la confrontación y el reciclamiento persisten en las funciones del Estado? Los problemas crecen sin control y la crisis avanza.

La corrupción es la causa principal del rompimiento de las relaciones sociales; la inseguridad y el desconcierto ahondan la crisis. Los funcionarios de elección popular tienen los más bajos índices de aprobación y confianza por parte de la ciudadanía, el fracaso y la incapacidad demostrados en la resolución de los problemas, revelan la improvisación. El cambio frecuente de “jefes”, la supresión de cargos y el incumplimiento de los compromisos adquiridos induce a los afectados a reaccionar con huelgas de hambre, movilizaciones y protestas.

Se fracasa cuando las falencias administrativas superan las expectativas; no obstante, visto desde un ángulo optimista, toda crisis es una oportunidad para renovarse y alcanzar el éxito, cuando los errores se corrigen a tiempo.

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