Fórmulas viejas en la TV

Pablo Escandón Montenegro

Volvimos al pasado. Mirar la televisión nacional un domingo, es regresar en el tiempo a 20 o 30 años, cuando se inauguraban con frescura algunos formatos de entretenimiento que ahora se vuelven iguales en contenido y que copian la estética y ritmo de esas producciones humorísticas que se transmiten en las salas de espera. Son programas fáciles, que incorporan a conocidos cómicos nacionales, que desarrollan sus peores facetas: se les siente forzados, incómodos queriendo ser graciosos con monólogos de 20 segundos que por su puesta en escena televisiva pierden el efecto del chiste. Un fuego artificial sin sonido o sin color.

Esta producción en la parrilla familiar indica que la audiencia no ha mejorado en su capacidad crítica. Los realizadores de televisión comercial solo repiten fórmulas de maquila, de franquicia, que no representan cultural ni estéticamente a su audiencia. La unifica y la asimila como si fuera un maniquí. Es una pena que luego de todo lo que Rodrigo y Jalal hicieron con los programas de entretenimiento y diversión, que tenían una finalidad reflexiva, de reírnos y cambiar, haya sido solo un capítulo en la historia de la televisión ecuatoriana. El marasmo vuelve a reinar y se piensa en el televidente como quien solo pasa el tiempo.

Programas como estos siguen siendo pautados en la televisión abierta. Hay canales que no tienen una definición de quién es su audiencia y confirma la decadencia de su programación. Tampoco es necesaria una televisión inteligentísima, pero sí que tenga dos dedos de frente, en donde se puedan apreciar los cambios sociales y no retrocedamos con imágenes sexistas o degradantes, ni que volvamos a las bromas facilonas que repiten los estereotipos.

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