Democracia ecuatoriana

Santiago Pérez Samaniego

En contraposición a las dictaduras, monarquías, gobiernos autoritarios, totalitarios o autocráticos, donde las personas tienen una poca, o ninguna opinión o participación sobre quién es elegido o cómo se maneja y administra el Estado, a menudo se dice que la democracia es la forma más intrépida de gobierno. Han pasado 40 años desde que Jaime Roldós Aguilera (1979) protagonizó uno de los momentos más importantes y representativos en la historia de la política nacional cuando tuvo la difícil tarea de materializar el retorno al orden constitucional y democrático después de más de 10 años de dictaduras civiles y militares.

En estos 40 años, se han presentado una serie de eventos políticos, económicos o sociales protagonizados por organizaciones o personajes que pusieron a prueba la institucionalidad, la paz o los procesos democráticos en el país. 14 presidentes entre sucesiones de presidente y vicepresidente, tres Constituciones, hiperinflación, dolarización de la economía, guerra, paz, migraciones, levantamiento indígena, criminalización de la protesta social, riqueza, pobreza, violencia machista, violación de derechos humanos, hiperpresidencialismo, locos o caudillos, son adjetivos que suenan familiares cuando hablamos de la historia política contemporánea del Ecuador.

Aunque la vida política de los últimos años estuvo marcada por la inestabilidad, escándalos, violencia, autoritarismo, desequilibrio de poderes o la corrupción, es importante también rescatar lo positivo de estos años democráticos, sobre todo a nivel social, cuando hablamos de reivindicación, reconocimiento de derechos e inclusión de los colectivos indígenas como actores clave de la política nacional, la mujer recocida y empoderada en diferentes esferas de la vida pública y privada, la firma de la paz que cerró una etapa trágica de violencia e inestabilidad con el vecino del sur, el reconocimiento de los derechos de las minorías, colectivos sociales, ecologistas o feministas, la mejora de la infraestructura nacional o servicios entre muchas otras cuestiones positivas, son ejemplos claros de los avances en democracia que hemos experimentado a nivel nacional. Aunque aún nos falta mucho más. (O)

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