Anita Caicedo
Entender, desde un contexto de derechos, el proceso de lucha sociales a lo largo de la historia implica hacer un examen de interiorización. Las incógnitas radican en comprender algunas de las situaciones en lo cotidiano, el análisis es muy amplio entender implica realizar acercamientos, aunque no exclusivamente desde el sentimentalismo por el simple hecho de pertenecer a un grupo étnico. No se trata de generar tensión entre la sociedad civil, que al igual que muchos sectores culturales todas tienen sus propias luchas válidas, pero sí es preciso el cuestionamiento de un marco de procesos y privilegios a diferencias de otros sectores que en pleno siglo XXI muchos representantes de Pueblos y Nacionalidades no tienen acceso.
Para entrar en detalle invito a hacer una reflexión simple y práctica: ¿cuántos Indígenas, Afrodescendientes, Montubios, Tsachilas , Chachis representes de los Pueblos y Nacionalidades van a las universidades? Me centraré en los jóvenes que acceden a este privilegio en los últimos años, (entiéndase la connotación de la palabra “privilegio” cuando esto simplemente debería suceder de forma natural, ¡pero no!). Después de varios momentos de introspección entendí que los Estados tienen deudas enormes con las grandes minorías, hombres y mujeres racializadas, en ámbitos como la educación, el mercado laboral, los espacios culturales e incluso de cómo estamos siendo retratadas desde la misma academia.
Sin embargo, el sistema limita las posibilidades de realizar una verdadera concienciación para el fortalecimiento de estas luchas debido a las pocas “políticas públicas” aplicadas dentro de los espacios, e instituciones gubernamentales, que históricamente han ideologizado programas eventuales donde se exija la puesta en escena de la diversidad cultural y fortalecimiento étnico como una política de estado, liberándose de un sistema que pretende mantenerlos en la historia errada. de la presencia en cada una de nuestros pueblos y nacionalides en el contexto social.