La amistad es un agujero negro

Juan Aranda Gámiz

Un agujero negro se forma a partir de un momento de colapso gravitatorio, tal y como predijo Stephen Hawking en 1972, al igual que en la vida real, pues los verdaderos amigos surgen a partir de situaciones críticas, en las que nos encontramos indefensos y expuestos, maltratados o indecisos.

Un agujero negro es un espacio del universo constituido por una gran masa de materia, a altas temperaturas, que no permite que escape ni la luz, así como en la verdadera amistad hay una fuerza generada que supera -con mucho- a la energía necesaria para generar un enemigo.

Para que se forme un agujero negro debe morir, previamente, una gigante roja y esto es parecido a lo que ocurre cuando nace una verdadera amistad de las cenizas de una tristeza consumida, de un apagón en una relación previa o de una simple despedida, que consumió una esperanza que ya se venía desvaneciendo.

Hay agujeros negros súper-masivos, como las amistades que traspasan fronteras, circunstancias y épocas, comprometiéndose los amigos más allá de esta vida, en un esfuerzo por mantener viva la fuerza de la amistad hasta después de la muerte.

Hay agujeros negros de masa intermedia, como las amistades creadas y mantenidas durante un tiempo real, pero que la distancia o el olvido las va amilanando y debilitando, gota a gota.

Hay agujeros negros de masa estelar, que son los amigos de las diferentes etapas de la vida, como los del instituto o de la escuela primaria, los que tuviste en tu primer trabajo o durante un viaje que te motivó por lo que recibiste de apoyo y comprensión.

Y, por último, hay micro agujeros negros, tan pequeños que se parecen a las amistades que aparentan tener vínculos y que se rompen al primer reto.

Ayer se celebró el Día Internacional de la Amistad, de ese gran agujero negro. Felicidades. (O)

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