Autoridades de a mula

Pablo Ruiz Aguirre

Cuando era pequeño, por allá en los 90, escuchaba historias, leyendas para mí, de hecho, de cómo se demoraba la gente antes en viajar de Loja a Quito, en mula o caballo por varios días. ¡Que exageración! Pensaba en ese entonces. En esos años, cuando uno salía de vacaciones de la escuela no hacía mucho. Sin embargo, mis padres hacían un esfuerzo enorme y me mandaban con mi abuela a Quito, para mí el solo hecho de pensarlo, era enigmático, pues era la capital. Se preguntarán, por qué antes decía ¡qué exagerados! Pues bueno porque ya en mi época a la capital uno se demoraba en bus unas 20 horas. 24 si iba en Panamericana con dos llantas bajas, como parte del viaje donde se le ocurría al bus o 22 si iba en Santa pero parando en todo lado y acompañado tal vez de una buena gallina.

Los tiempos cambiaron, gobiernos invirtieron en la expansión vial, sobre todo el anterior, es verdad. Pensar que ahora llegamos a Quito desde Loja en 10 horas, claro en un bus que parece se lo lleva el diablo -como muchos dirían- es un lujo que entienden los de mi generación, algo imposible hecho posible para los de antes de mi generación y seguramente algo que se puede consultar en internet para comprobar si es verdad por los de la generación que me sigue.

Cuando era pequeño en los mismos 90, escuché, sobre todo cuando viví una guerra -si una guerra, a veces nos olvidamos de dónde venimos-, por primera vez el nombre de Benjamín Carrión. Escuché que había dicho algo como «si no podemos ser potencia militar, económica, seremos potencia cultural». Supongo lo decían para justificar el posible hecho de que estábamos a la deriva de perder más territorio, implantando la esperanza por donde caminaríamos como país desde la «cultura». Lo usó el gobierno en esa época. Como también lo usó en la década de los 40, donde Perú había conflictuado con nosotros y efectivamente las palabras de Carrión eran tal vez la excusa perfecta para seguir sintiendo país, aunque país con menos territorio.

No hablaré de la historia y el legado de Carrión, lo que nos dejó el, su generación lojana, sus pupilos o tan simple como quienes desearon seguir sus pasos. Pero sí diré que el gobierno usó sus palabras para supervivir desgracias militares. Y creo que así, como en ese entonces, el gobierno actual usa ahora a nuestra tierra y cultura, a Carrión y a los que quieren seguir sus pasos.

La usa cuando después de una larga batalla de reconocimiento -ojo digo reconocimiento no entrega- del legado cultural de Loja, sobre todo por el gobierno anterior y eso hay que reconocerlo, siendo correístas o no -ojalá podamos madurar políticamente para ser objetivos- este gobierno soslaya nuestro presupuesto del festival, lastima nuestro teatro y perjudica nuestro futuro cultural.

Este gobierno que se siente de a mula, con autoridades locales de a mula, y algunos también de Panamericana, que cada vez nos separan más de lo que nos corresponde, de la descentralización, de la autonomía cultural, viene a dar caramelos y tarjetitas de amor para justificar su robo a la cultura lojana.

Porque podemos estar conectados más rápido que antes con el centro, podemos llegar más rápido y mejor. Pero cuando la visión política es de los 40 da igual cualquier tecnología del presente.

Por eso Loja debe denunciar, debe rechazar cualquier gobierno de a mula, de Panamericana y cualquier autoridad local que no ejerza su papel ante él, defender los intereses de Loja, no los individuales, no los centralistas, no los del sueldo a su bolsillo. Loja merece más. (O)