Agricultores en vilo

César Sandoya Valdiviezo

La situación que viven los agricultores es cada vez más dramática. La abundante producción de maíz que se espera ocurra este año en los cantones de Pindal, Zapotillo, Puyango y Celica, contrasta con su bajo costo.

A pesar que el precio oficial del maíz, aprobado por el Gobierno el pasado 22 de abril en Quevedo, es de 15.25 dólares, sin embargo los comerciantes lo adquieren a 11 y 12 dólares, dependiendo del estado en que se encuentre. Estos valores no representan ni el costo de producción, que se sitúa en 14.25 dólares.

Las pérdidas de los agricultores aumentan si consideramos que el maíz tiene un precio en la chacra y otro en la bodega. Además en tiempos de cosecha deben contratar personal para las agotadoras jornadas que se llevan a cabo en medio de la inclemencia del tiempo, caso siempre bajo un sol canicular qua abrasa.

Los comerciantes que compran maíz defienden un margen de utilidad de 0.50 ctvs. por quintal, descontando otros gastos como la subida y bajada del producto de los vehículos que lo transportan, así como el nivel de humedad, calidad y distancia.

La grave situación por la que atraviesan los productores de maíz, los obligó, en la semana que decurre, a viajar a la ciudad de Loja para informar, a través de una rueda de prensa, la realidad que los agobia. También impulsaron otras acciones para llamar la atención del Gobierno y de la Asamblea Nacional, con el fin de exigir que se haga respetar el precio oficial de la gramínea y así poder recuperar los gastos realizados durante la siembra y cosecha.

Precisamente, los créditos otorgados por las entidades bancarias y cooperativas de ahorro y crédito de la zona, mantienen en vilo a los agricultores porque a partir de la cosecha deben empezar a pagar los intereses y capital de los préstamos. Frente a esta realidad vienen pidiendo la reestructuración de los mismos, con el fin de tener mayores facilidades de pago, de lo contrario les resulta imposible cumplir con los compromisos crediticios.

Finalmente, piden al Gobierno que se controle a los grandes empresarios y trasnacionales que desangran a los campesinos con la venta de insumos, de semillas y de abonos, cuyos precios se disparan cada año. La lucha de los agricultores es justa, y si no los atienden, mañana podrían tomar medidas más radicales. (O)