Improvisa y reinarás

Víctor Cabezas

A este Gobierno le debemos mucho. Desarticuló una compleja estructura de concentración de poder en el ejecutivo. Permitió que la Asamblea, la justicia y la fiscalía –con los errores propios del ejercicio– hagan su trabajo con relativa independencia. Destruyó la nefasta noción de que la disidencia y la crítica al presidente debían combatirse con todos los medios del Estado. Lenín Moreno no entró a medrar del poder absoluto que el régimen anterior le dejó. Por el contrario, llegó para transformarlo.

Todo eso le debemos a Lenín. Y él, por su parte, nos debe muchísimo más. El Gobierno no tiene ningún norte. Los ecuatorianos no sabemos quién lidera en el día a día nuestro país. A veces parece que es el presidente Moreno, pero a ratos está tan desconectado de su gestión que fácilmente podríamos creer que el grupo de ministros y secretarios cercanos son quienes colectivamente algo hacen por la marcha del país y, precisamente por ese liderazgo conjunto y acéfalo, es tan contradictoria la gestión del Gobierno.

Tan contradictoria que puede alinearse con el libre mercado, con la innovación y la tecnología en el marco de la reunión de gobernadores del BID y exactamente el mismo día condenar a las nuevas aplicaciones de transporte y evaluar medidas para suspenderlas.

El mismo Gobierno que estaba hablando de apertura a las nuevas tecnologías y a la innovación en Guayaquil, en Quito estaba cediendo a las presiones del gremio de taxistas y lastrando el camino para el desarrollo de, quizás, la mayor expresión de la economía del siglo veintiuno: las aplicaciones de trabajo digital.
Poco o nada sé sobre quién o quiénes gobiernan nuestro país, de lo que estoy completamente seguro es que la descoordinación, la desorientación y la improvisación es la nota característica y el padecimiento continuo del régimen de Lenín Moreno.

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