El bípedo implume

Carlos E. Correa J.

Platón definió al hombre como un bípedo implume. Y en realidad el hombre es bípedo porque tiene dos patas o pies, como las aves. Pero se diferencia de ellas porque no tiene plumas: es implume.

La definición de Platón, ¿es esencial? Es decir, ¿se refiere a aquello específico del ser humano que lo diferencia del resto de seres existentes? ¿O se refiere a características o cualidades no esenciales?

Cuando hablamos de una característica esencial, nos estamos refiriendo a aquella característica sin la cual un objeto deja de ser ese objeto. Determinar esa característica esencial es importante cuando se trata de dar una definición que permita identificar claramente lo que se está definiendo.

En el caso presente no interesan mayor cosa las diferencias de grado que tiene el ser humano con los demás seres. Así, por ejemplo, si definimos al ser humano como un animal social, solo nos referimos a una diferencia de grado porque los animales también son sociables en alguna medida.

Tampoco se diferencia esencialmente de los animales si decimos que el hombre es un animal económico. Porque los animales también construyen sus viviendas, buscan el alimento, buscan formas de defenderse del medio, etc. Solo hay una diferencia de grado que, aunque puede ser grande, no es esencial.

Y vemos que tener dos pies no es algo esencial en el hombre, pues ha habido casos de hombres que nacen sin pies. Tampoco lo es el hecho de no tener plumas. Hay otras características del ser humano que no las poseen los minerales, ni los vegetales ni los animales. Por lo que la definición de Platón no pasa de ser una alusión divertida a aspectos no esenciales del hombre en comparación con las aves.

Y para burlarse de Platón, se cuenta que Diógenes, el cínico, se presentó con un pollo desplumado y dijo: “he aquí el hombre de Platón”. (O)

[email protected]