Los dogmas ancestrales respetan a la naturaleza

AGUA. Varias lagunas del país son consideradas sitios sagrados y energéticos. (Foto: Archivo de La Hora)
AGUA. Varias lagunas del país son consideradas sitios sagrados y energéticos. (Foto: Archivo de La Hora)

“Para tratar de adentrarnos en lo que hoy se denominan geografías sagradas, es necesario indagar en nuestro interior aquello que nos lleva como humanos a la búsqueda de trascendencia; a aquella necesidad de rebasar lo meramente terrenal o material”, escribe textualmente la antropóloga Cristina Bustamante Duran en la revista Patrimonio Cultural Inmaterial.

La especialista comenta que mas allá de la espiritualidad que cada persona pase, los colectivos humanos comparten un sentido de pertenencia, afinidad y de unión con lo sobrenatural. Experimentar esa aproximación a lo sagrado, como la fuerza protectora, benefactora, pero también con poder para dilucidar entre lo bueno y lo malo, históricamente ha motivado a practicar distintas formas de espiritualidad, señala.

Todo tiene vida
En unos casos, como muchos pueblos y culturas no occidentales, su espiritualidad es animista, de lo que derivan sus rituales y cultos honrando a elementos de la naturaleza y el universo. Para estas concepciones filosóficas todo tiene vida, una energía, todo se relaciona con todo, escribe Bustamante, quien cita a Josef Esterman, quien agrega que en la cosmovisión andina “no existen jerarquías, sino correspondencias recíprocas entre entidades del mismo valor y peso”.

Sin embargo, señala que dada la diversidad cultural y las diferentes raíces de las cuales “provenimos”, también son diferentes las prácticas espirituales que cada grupo cultural realiza. En este sentido, cada cultura tiene una manera particular de aproximación y celebración a sus divinidades; lugares diversos en los cuales palpita su vida espiritual, además de momentos especiales para honrar y celebrar a sus entidades sagradas.

Espacios de respeto
La antropóloga dice que las culturas andinas, animistas, sacralizan distintos espacios de la naturaleza y el cosmos. Por su concepción holística y de conexión natural con su entorno, el ser humano es asumido como parte de un todo; por esto, siendo parte de esa totalidad, coparticipa con otros seres del universo y de su Madre Tierra.

Esta tradición ha sido transmitida generacionalmente por pueblos y formas de vida de América. Así, las culturas indígenas, por ejemplo, desde su cosmovisión, ancestralmente han identificado espacios sagrados, como: montañas, peñas, lomas; piedras, cascadas, lagunas, vertientes… y, como contraparte, también han ubicado lugares no benéficos para la salud de los distintos seres de la naturaleza.

Mientras en otras sociedades, cuya población adscribe a religiones como el catolicismo, el hinduismo y más, por lo general tienen sus geografías sagradas que, en muchos de los casos, han sido construidas para efecto de veneración a sus dioses o divinidades. Pero en todos los casos, se trata de lugares privilegiados por su carga simbólica y sagrada, indica. (DLH)