La corrupción no para, está mutando

Patricio Valdivieso Espinosa

El haber vivido un pasado reciente con tanta lacra en un sistema único gubernativo, pensamos que nos debía dejar como gran enseñanza, que la corrupción, los corruptos y los corruptores, paren en sus fechorías; pero al parecer, lo único que hacen es mutar. Son tan hábiles, que transforman sus juicios en indultos, sin pestañear; sus glosas se desvanecen, por arte de magia negra sobornativa; y, sus clanes se protegen de cualquier manera, en cualquier esfera pública que la manipulan, en cualquier ambiente social que inconscientemente se hace el ciego, sordo y mudo.

Lo más seguro es el reencuentro con sus contratistas, inversionistas y adláteres, que seguirán haciendo de las suyas, bajo la complicidad de los órganos estatales, que están cundidos de proteccionismo solapador. Cuando sostenemos que la corrupción no para, que está mutando, lo aseguramos, porque con el pasar del tiempo, se hacen más fuertes y llenan sus filas de servidores débiles de conciencia; que se escudan en cuidar y mantener sus cargos a como dé lugar, bajo el pretexto de que nada pueden hacer en un sistema que está corroído de artimañas.

Si no los detenemos seguirán en su afán deformativo contra la sociedad, priorizando sus banales ambiciones y nos pasarán factura en nuestros hijos y en los hijos de nuestros hijos. La mejor receta y el mejor catálogo a seguir, para parar estos exabruptos, es obrar de manera honesta en cada uno de nuestros actos, en los públicos y en los privados; la mejor forma de combatir la corrupción y evitar que se siga proliferando con nuevas prácticas estatizadas, es no caer en silencios cómplices y enfrentarlos.

Es un tema de conciencia individual con efectos multiplicadores: si su padre gasta más de lo que gana, preocúpese de entender y cuestionar de dónde saca el dinero; si su hijo tiene una vida económicamente muy alta, intente saber de dónde obtiene los recursos, no son tan limpios; si un servidor público adquiere bienes superiores a los que podría acceder con su sueldo, es parte de la corrupción sin duda alguna. No buscamos caer en moralinas, ni cambiar el mundo de la noche a la mañana, pero nos sentimos obligados a invitarlos a reflexionar: ¿estamos dispuestos a permitir que sigan dañando el entorno social en el que habitamos? (O)

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