El cura peor que la enfermedad

Gustavo Ortiz Hidalgo

Antes de elegir a los consejeros del Cpccs manifesté que resultaba demasiado riesgoso votar nulo para «deslegitimar» a esta entidad, mientras los correístas, disciplinadamente, votarían por los candidatos promovidos por su capo. Precisé que había que votar por los candidatos que no estén identificados con el «correato» y, luego, apoyar el procedimiento legal para eliminar al Cpccs de la estructura orgánica del Estado.

No me equivoqué: el voto nulo permitió que el actual Cpccs esté plagado de correístas y presidido por un curita que, aparte de mentirosito y pecador, amenaza, con «la espada de Bolívar que camina por América Latina», «revisar» las designaciones que realizó el Cpccs transitorio, presidido por el eminente jurista y político Julio César Trujillo.

Al curita pecador y a sus corifeos hay que enseñarles el principio que «en derecho público solo se puede hacer lo que la norma estrictamente señala». Ni la Constitución ni la Ley le otorgan la competencia al Cpccs para «revisar» designaciones de las autoridades de control. Esta competencia la tiene la Asamblea Nacional, a través del juicio político, censura y destitución, conforme lo establece el artículo 131 de la Constitución de la República.

Reitero, el Cpccs es un peligro para la democracia; pues, si un futuro presidente de la República llega a controlarlo puede instaurar otra tiranía, eliminando la independencia de las Funciones del Estado y los necesarios frenos y contrapesos en el ejercicio del poder político. Por tal motivo, hay que eliminar el Cpccs; dejar que las organizaciones de la sociedad civil promuevan la participación ciudadana; y, establecer un procedimiento que permita la designación de autoridades de control capaces, probas, imparciales y que no sean alcahuetes de los corruptos sino pilares del sistema democrático. (O)