Minas, pasión y muerte

Kléber Mantilla Cisneros

Las grandes multinacionales y corporaciones internacionales buscan acceder a la explotación minera, a recursos del otrora mar territorial y a innovar la tecnología con dominio de Internet; aunque su principal obstáculo deviene de un déficit y descrédito de gobernabilidad. Un indicador al mundo, que refleja la realidad carcelaria cuya obscuridad de sucesos iluminan un drama: reos incinerados y decapitados. O aquella señal de ministros reciclados como embajadores después de desastrosas y bochornosas administraciones.

Más allá de esa amalgama de intereses por la explotación del oro, plata y cobre, está la resistencia de la comunidad, la protección del páramo y fuentes de agua. Esclarecer el blanqueo de dinero a través de la minería informal, comercio al exterior del oro y las formas de generación de empleo (agricultor por minero). De ahí que la gran minería se contrapone al agro. Y, no hay ciencia que niegue el impacto al ecosistema sea Quimsacocha, Río Blanco, San Carlos Panantza o Buenos Aires, en Imbabura.

Por eso el concepto de trabajo tiene que modificarse pues no cabe un salario a cambio de contaminar ríos, quebradas y lagunas. Peor, depredar reservas marinas como Galápagos que sufre el acoso de la industria pesquera asiática. Sin olvidar la ‘guerra del atún’ original de 1975 cuando EEUU desconoció las 200 millas del mar territorial de entonces, según un telegrama de WikiLeaks.

En la actualidad, el abominable correato y la Constitución ‘Frankenstein’ de Montecristi apresuraron el retaceo soberano de derechos al mar. Las rutas en los océanos se volvieron dependientes de la economía del narcotráfico y sus acólitos. No solo pescadores artesanales ‘mulas’ incriminados en la gran navegación con droga sino el apogeo caudillista y usanza por globalizar los mares. ¿Cómo? Con una educación sin patriotismo y desarticulando las Fuerzas
Armadas.

El tercer mercado cautivo es la alfabetización digital: uso de Internet, velocidad y simplicidad de conexiones. Esas cripto monedas que ayudan a los traficantes. Un extremismo violento justifica la explotación de recursos sin pisca de análisis y nace la idea tóxica de resolver el hambre con un costal de oro que provoca resistencia a todo y atrae un aire de familia en el nacionalismo libertario. Una consulta popular será gelatina de otro planeta, lo que sí, las marchas por la vida en las cárceles y el matrimonio igualitario ilustrarán ‘pasiones movilizadoras’, que Robert Paxton, las convoca cuando la democracia está moribunda.

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