Peregrinaje de esclavos en el siglo XXI

Diego Cazar Baquero

La esclavitud en Ecuador se abolió en 1851, bajo el mandato de José María Urbina. Pero ahora, en el 2019, todavía hay esclavos en este país. Por entonces, Urbina decretó la manumisión de esclavos y destinó ingentes cantidades de dinero del erario público para indemnizar a los esclavistas que perderían sus ‘máquinas humanas’ de trabajo y sus medios de producción.

Ahora, 168 años después de Urbina, más de 1.400 campesinos de provincias de la costa ecuatoriana –unas 400 familias de agricultores analfabetos, algunos mutilados, niños, ancianos, aislados– peregrinan por las dependencias públicas, lejos de donde malviven, exigiendo del Estado un mínimo de justicia por los 56 años durante los cuales fueron esclavizados por la empresa japonesa Furukawa.

Desde febrero de 2019 –cuando la Defensoría del Pueblo reveló las violaciones de Derechos Humanos cometidas por la firma japonesa–, el Gobierno decidió negociar condiciones y términos de la reparación de derechos de esos cientos de agricultores, con la misma empresa que los esclavizó a ellos, a sus hijos, a sus padres y a sus abuelos. En la misma mesa se sentaron víctimas y victimarios, con la mediación de un funcionario estatal, para negociar migajas.

Después del informe de la Defensoría del Pueblo, el Ministerio del Trabajo emitió sanciones contra la empresa que saben a reprimenda por una travesura. La Fiscalía tiene el caso en sus manos hace meses, pero no ha iniciado el proceso. Los campesinos continúan mendigando derechos y Furukawa funciona campante. Con menos esclavos, pero campante.

¿Cómo es posible que un Estado negocie con esclavistas? ¿Por qué una multinacional que esclavizó es sancionada con un cierre de 60 días y luego sigue operando? ¿Qué tipo de negociación por derechos permite inmunidad para el esclavista y humillación para los esclavos?

Cuatro meses después, el caso Furukawa llegó a la Comisión de Derechos Colectivos de la Asamblea Nacional. Ahora es ahí donde se exigen derechos y sanciones por más de medio siglo de esclavitud moderna. Estamos atentos.

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