Una lección magistral

Jaime Guzmán

Un padre de familia de bajos ingresos económicos, siempre acostumbra a llevar a sus hijos y esposa de paseo para mantener la unidad familiar.

Para financiar los costos que demandan este tipo de periplos, día tras día, ahorra en una pequeña alcancía y adicionalmente solicita un crédito vacacional en una entidad financiera de su lugar de trabajo. No obstante, estos dos rubros no alcanzaban para cubrir la cantidad de dinero que debe pagar.

En estas condiciones, nuestro personaje de hoy, con tal de lograr arrancar una sonrisa en el rostro de su adorada familia, muchas de las veces ocultando su hambre y con un gesto tierno, dulce y sobrecogedor, a la hora de la alimentación, para abaratar los gastos, estila decir que no tiene apetito y/o que padece de un malestar estomacal; pero a los demás les permite elegir libremente sus platos favoritos.

Esta es una historia real y una lección magistral de la abnegación de un padre, que lamentablemente en la actualidad es ignorada e incomprendida.

No sé. Es muy difícil comprender esta situación, pero aunque no duela decirlo es una terrible realidad que se vive y siente en nuestro pais. No cierto? Sin embargo, no todo está perdido. Ahora más que nunca – sin desconocer desde luego el trabajo y el valor innegable y grandioso de una madre- un gran sector de la sociedad, en medio de tanta tormenta, por fin está empezado a reconocer que el padre es el héroe de carne y hueso del hogar quien, con amor, sacrificio y paciencia se esfuerza por satisfacer las necesidades del hogar.

Así es que, justo en este mes de junio en el que se celebra el Día del padre, sacando el tiempo necesario, es nuestro deber honrar a nuestro padre; el con su noble y desinteresada entrega es nuestro proveedor, nuestro escudo y quien nos fortalece y a veces es capaz de robar para darnos de comer.

Eso nada más. ¡Feliz Día del Padre! (O)