Diego Cazar Baquero
Sabemos que la crónica es un género proscrito en las salas de redacción de la mayoría de medios de Latinoamérica. Sabemos que los libros son extraños e inaccesibles para buena parte de latinoamericanos. Pero sabemos también que el relato, las tradiciones orales, el cuento y las crónicas mismas son la sangre que circula por las venas ancestrales del continente.
Por eso es un acierto que la edición 2019 de la Feria del Libro de la Pontificia Universidad Católica haya enlazado al libro con la crónica y al mundo editorial con el periodismo. El éxito que tuvo ‘Un fotógrafo en las tinieblas’, el libro del cronista quiteño Santiago Rosero, que el Centro de Publicaciones de la PUCE editó en 2018, fue la señal de que la crónica tiene lectores y de que es posible montar un encuentro atrevido, dedicado especialmente a esos lectores. Los vínculos entre los libros y sus procesos de producción y distribución ocurren en la vida cotidiana.
Más de treinta periodistas latinoamericanos –hombres y mujeres– han compartido charlas sobre el oficio y sobre las historias de no ficción que mueven sus plumas. La fundadora del portal de ‘fact-checking’ Ecuador Chequea, Desirée Yépez, resaltó que la feria “haya vinculado al público con el contar historias de no ficción, un oficio atravesado por las corrientes actuales: formatos, temas, estilos y enfoques”.
El editor peruano Julio Villanueva Chang, fundador de la mítica revista Etiqueta Negra, hincó sus frases: “La mayoría de nosotros solo producimos olvido e indiferencia (…) Nuestro trabajo es intuir cómo recuerdan y cómo olvidan las otras personas”. Y el periodista quiteño Luis Fernando Fonseca resaltó que la crónica haya servido de pretexto para “abrir el techo de las salas de redacción y exponer cómo se trabaja con el lenguaje y con las personas”.
La Feria de la PUCE entiende a los libros y a los medios como nodos de un mismo tejido social. Por eso acierta –cosa que muchas ferias organizadas por el Estado no han alcanzado, enmarañadas en sus estratagemas de politiquería y vanidades. ¡De entre esas tinieblas, estos aciertos!