Medicina sin remedio…

Alfonso Espín Mosquera

En Ecuador enfermarse es una calamidad mayor, porque significa ponerse a las puertas del abismo. El ISFA, por ejemplo, que atiende a los militares activos y pasivos, no está capacitado para brindar cierto tipo de cuidados intensivos y tiene que buscar la remisión de sus pacientes en condiciones catastróficas a clínicas privadas.

Es una odisea, porque o los establecimientos privados son peores que el Hospital Militar o simplemente se declaran llenos. Cuando se logra una transferencia, hay que padecer horas hasta que una de las cuatro o cinco ambulancias parqueadas, se ponga en servicio, porque no hay chofer. No hay nada que hacer, porque un día en terapia intensiva cuesta desde 1.500 a 3.000 dólares diarios en las clínicas privadas, sin incluir los medicamentos e insumos.
Los hospitales públicos, aun contando con un excelente personal calificado, que además demuestra la mejor disposición de servicio a los pacientes, se ven atados de pies y manos cuando los aparatos y máquinas de soporte o laboratorio no funcionan, o cuando el espacio físico no alcanza para prestar atención a los enfermos.

Hay que reclamar a este Gobierno y al de la “revolución ciudadana”, a ese que hacía tanto aspaviento publicitando como exitosa la atención médica. Gobierno que contrató a cientos de médicos extranjeros, como si los nuestros no estuvieran en la desocupación. No solo Moreno, Correa y sus secuaces, sino todos los gobiernos, nunca priorizaron la salud y nos han mantenido en la zozobra de enfermarnos, como si dependiese de nosotros.

La dignidad significa el trato humano por excelencia, la oportunidad en los procedimientos y el abastecimiento de medicamentos e insumos que permitan afrontar las vicisitudes en momentos de la pérdida de la salud y por tanto del mantenimiento de la vida.

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