Hacia una ‘pintura’ llamada Quilotoa

VIAJE. La recompensa se la obtiene cuando se aprecia de cerca el color y la inmensidad de la laguna.
VIAJE. La recompensa se la obtiene cuando se aprecia de cerca el color y la inmensidad de la laguna.

La laguna del Quilotoa (en Cotopaxi) es un destino imperdible para los visitantes nacionales y extranjeros. La impresionante extensión de agua verde-esmeralda deja embrujados a todos quienes la observan desde el mirador levantado en el complejo turístico que es manejado por la comunidad que tiene el mismo nombre.

Pero aún más impresionados quedan quienes descienden hasta la orilla de esta majestuosa laguna que llena el cráter del volcán Quilotoa, que tiene un diámetro de casi 9 km y que según los guías de turismo, cuando erupcionó, hace unos 800 años, el flujo llegó hasta el mismo océano Pacífico.

Cuando la persona arriba al complejo se encuentra con locales comerciales, donde ofertan sacos, ponchos, gorras, guantes, bufandas, debido al frío intenso que persiste en el lugar. También hay restaurantes con una variedad de comida típica y en las cercanías existen sitios de hospedaje.

Pero antes, en el trayecto desde Quito, se observan algunas maravillosas elevaciones como el Pasochoa, el Rumiñahui, el Corazón, los Illinizas, detrás de los cuales está el volcán Quilotoa, al que se llega viajando por la Panamericana y luego por la vía Latacunga- Pujilí-La Maná, por aproximadamente tres horas, si es que no se hacen paradas ‘técnicas’ en los sitios que se levantan al filo de la carretera, en Tambillo o en Machahi, esta última tierra ganadera y lechera.

El camino
La vía Latacunga-Pujilí-La Maná es una carretera de dos carriles en buen estado, la cual atraviesa extensos campos verdes que dan cuenta de los cultivos propios de zona de páramo, como papas, cebolla, ajo; vegetación, esponjas de agua y rocas volcánicas gigantes que sobresalen entre la naturaleza para dar cuenta de la magnitud de la última erupción del Quilotoa.

Asimismo, se observa ganado, especialmente borregos, de los que aprovechan su lana para tejer la vestimenta que ofertan a los turistas.

Desde la carretera, a lo lejos se avista la comunidad de Tigua, que se formó en torno a la hacienda del mismo nombre, y donde pintores indígenas han sabido plasmar sus vivencias en el campo sobre el cuero de borrego curado. En esta oportunidad no fue posible visitar el lugar, porque el objetivo era llegar al Quilotoa.

Pero antes del destino final, una parada fue en el cañón del río Toachi, un gran accidente geográfico que parece una quebrada gigante, que puede ser apreciado desde miradores improvisados y que requieren de mayor seguridad.

NATURALEZA. En el cañón del río Toachi las fotos al filo del precipicio son una aventura.
NATURALEZA. En el cañón del río Toachi las fotos al filo del precipicio son una aventura.

La aventura del descenso
El Quilotoa está a 3.800 msnm y la idea no es solo apreciar la laguna desde lejos, sino llegar hasta el filo de ella y comprobar que efectivamente su agua tiene un color especial por los minerales existentes en el lugar.

El descenso se realiza por un sendero que hay que transitarlo con cuidado, pues la arena que forma parte del piso es resbaladiza y puede provocar algún accidente. La caminata se completa en aproximadamente 30 minutos desde el mirador hasta la laguna.

Al llegar el visitante queda maravillado con la inmensidad de la laguna y con solo pensar que está dentro del cráter de un volcán. Unas pequeñas cabañas con asientos invitan a sentarse, descansar y disfrutar de tanta belleza.

Los comuneros alquilan botes para dar paseos de media hora, aproximadamente, y aunque está prohibido bañarse en las aguas de la laguna, hay quienes se atreven a meter sus pies y refrescarse de la caminata.

Lo más duro de esta aventura es el retorno. La subida toma a los visitantes entre una hora y media a dos horas, dependiendo de las condiciones físicas de cada uno, pero al final de la aventura se valora la recompensa, el haber disfrutado de cerca una maravilla natural que es muy codiciada a escala mundial. (CM)

El sendero
° La caminata de descenso y ascenso a la laguna del Quilotoa es muy congestionada, sobre todo los fines de semana. Gente baja y sube a pie, aunque hay algunos que pagan 10 dólares para regresar a lomo de caballo.
Cuando pasa el caballo, las personas deben hacerse a un lado, pues estos animales tienen preferencia, ya que su caminar es mucho más rápido que el de los turistas.

Los comuneros se encargan de mantener el sendero limpio. Están permanentemente subiendo y bajando con pala en mano para limpiar, sobre todo, los excrementos de los animales.

Valores
Para el paseo

° 25 dólares cuesta un ‘Full Day’ que promocionan operadoras de turismo desde Quito. Incluye transporte, guía y almuerzo.

° 5 dólares es el valor del desayuno, que corre por cuenta del visitante.

° 10 dólares cuesta el ascenso en caballo desde la laguna.

° 3 dólares cobran por el alquiler de los botes para navegar, por 30 minutos, por la laguna.

° El hospedaje va desde 10 dólares en adelante.