‘Las canas se respetan’

Yadira C. Torres

“Las canas se respetan”. Esa fue la frase que el vicepresidente de la República, Otto Sonnenholzner, profirió en su última visita a Loja (Vilcabamba). Manifestación derivada por los hechos promovidos en la Capital de la República el lunes de la semana que acaba de fenecer, cuando el entonces presidente del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social transitorio, Julio Cesar Trujillo, fue agraviado por personas que en el afán de hacer prevalecer su creencia lanzaron al viento su prepotencia y malcriadez. Episodio que lamentablemente tuvo consecuencias irreparables.

Una vida se apagó y la desidia campea por las redes sociales, la ofensa no siente vergüenza mucho menos compasión por sus deudos. El odio abofetea a la prudencia y la fogosidad sepulta ideales.

Me pregunto, ¿cuál es el problema para estos improperios? ¿Será la ideología la que está impregnando cicatrices en el alma y conciencia? Indudablemente no. Es el irrespeto, la intolerancia, los códigos machistas desiguales y violentos que con doble moral y lenguajes violentos arremeten contra quien opina diferente.

El respeto es una actitud permanente de ida y de vuelta que garantiza una forma armoniosa de convivencia.

La opinión y visión es inherente a cada ser humano, la cultura y educación nos da una huella que establece diferencia en cada uno; y, que al unirse con otros permite un complemento en la sociedad. La justicia y los códigos harán lo suyo, pero será la manera de ser y de hacer de cada persona la que encuentre el camino para resolver estos problemas.

Afortunadamente la mayor parte de la sociedad, goza de una alta dosis de respeto; consiente del impacto que tiene a corto y largo plazo sus acciones. No se necesita compaginar con la ideología que tuvo Trujillo, para reconocer su sentido de justicia, valentía y frontalidad; y, para respetar el dolor que embarga a su familia. (O)

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