Inconsciente político

Rodrigo Contero Peñafiel

Por mucho que quieran adoctrinarnos quienes tienen la obligación y el deber de legislar y fiscalizar en beneficio del país, lo innato forma parte de nuestro propio medio, y todo ha de hacerse y rehacerse en función a las necesidades y voluntad del pueblo. La civilización es la práctica del progreso de la población y no de la discordia y el desconcierto que conducen a la deshumanización y el personalismo, donde la comunicación se utiliza para dar paso a la desunión, lo que era una alianza entre generaciones la política lo ha convertido en una batalla de miserias.

Ser inteligente no le hace fuerte a nadie: una persona fuerte lo es en todos los contextos; sin embargo, alguien que es brillante en un campo puede no serlo en otro. ¿Cómo entender a los políticos que funcionan en base a doctrinas o disposiciones de una ideología, que dicen respetar al ser humano y rechazan una propuesta de resolución que condena el ataque a personas que reclaman alimentación, vestido, medicinas, seguridad y el derecho a una vida digna? ¿Cómo es que las personas pueden despistarse de la manera más baja?

El cerebro es falible, es el lugar donde habita la conciencia y es el motor que impulsa toda la experiencia humana, pero así mismo su desorden y desorganización no conoce límites.

Los hechos que se viven en Venezuela, donde no se permite la alternancia política, se manipulan todas las instituciones del Estado y la crisis humanitaria es evidente, no pueden ser ignorados por ningún grupo político que tenga entre sus postulados la libertad y la democracia.

Cuando el poder de un ciudadano paranoide es absoluto, puede llegar a controlar la mente de determinados segmentos de la sociedad, sobre una base delirante de su personalidad que distorsiona gravemente la realidad; por lo cual es imposible mediar con él, así sea una persona corriente y sin capacidad de discernimiento. A pesar de que su trastorno sea reconocido por la comunidad mundial es improbable que la eliminación del dictador se pueda llevar a cabo de manera pacífica o humanitaria. Todas las figuras políticas paranoides ejercen una influencia destructiva.

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