Gustavo Hinojosa

Luis Fernando Revelo

La noticia de su muerte el pasado viernes 26 de abril, me destrozó el corazón. La segadora implacable había cortado el hilo de la existencia del ciudadano querendón sanpableño, del hombre altruista y justo. Su muerte cubrió de fúnebres crespones a la familia y a su parroquia natal.

César Gustavo Hinojosa Luna fue un robusto roble, que supo encarar la vida sin fatigas. Allá por 1941, cuando frisaba sus 19 años de edad, ingresó al antiguo Cuartel militar que funcionaba en el tradicional parque La Merced. Luego fue trasladado al Oriente, al sector del Curaray en el batallón “17 Patria”. Allí permaneció 7 años, desempeñando arduas y delicadas misiones, haciendo relucir el temple extraordinario de los “hinojosas”, raíz rebelde, raíz sampableña. En el servicio militar levantó una cima de valor y de genio relievando esa arcilla con que estaba amasado este invencible titán en quien ni el espíritu ni la carne desfallecían ante las colosales empresas. Luego retornó a la casa paterna, para más tarde, contraer nupcias con Dña. Magdalena Dávila y construir su digna familia.

El Normal Alfredo Pérez Guerrero fue mudo testigo de su trabajo diario y constante. En Gustavo Hinojosa vivió el hombre de campo. El hombre con espíritu de filantropía para colaborar con las obras de la Iglesia con fe viva, activa, llameante. Nimbada su austera frente por el inmenso dolor que le produjo la muerte de su amada esposa, comenzó la ruta ascendente para encontrarse con el Amado.

Que revivan la gratitud y la veneración debidas a su memoria. Que su tumba se cubra con las frescas flores que cultivaba en su jardín de ensueño. Duerme sereno caballero de la vida. Duerme tu sueño eterno. La tierra, las espigas, las flores y tus plantas trazarán tu nombre en el panteón de la historia.