Jugando con fuego

Rodrigo Contero Peñafiel

En el país se observan procedimientos sinuosos en la práctica de la verdad y la justicia. El respeto y la honestidad perdidos por las instituciones del Estado, les obliga a recuperar su prestigio para volver a ser reconocidas por la sociedad; el pueblo tiene la esperanza de que la política sea el arte de gobernar sin dejar de ser buenos y virtuosos.

Lamentablemente, la política ha cambiado la naturaleza de las personas, degradándolas al plano del cinismo, consecuencia de maniobras obscuras que rompen o adecúan la Ley para favorecer a sus camaradas y a quienes se enriquecen de manera fácil y fraudulenta. La corrupción incrustada en el sector público ha creado las condiciones adecuadas para engañar, robar y fugar, mientras un grupo de acólitos pervierten y confunden aún más las huellas de los corruptos, haciendo que quienes no toman decisiones resulten implicados en la perversión populista.

La lenta reacción de la Asamblea Nacional y algunas autoridades han permitido que se irrespete la Ley y las instituciones del Estado. Los intereses personales y partidistas entorpecen las reformas legales, políticas y económicas que el país necesita. Cuando no se tiene la gente adecuada en el puesto adecuado, se pierde credibilidad y prestigio.

“El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. El índice de percepción de la Corrupción (IPC) de un total de 180 países, ubica a Haití, Venezuela y Ecuador como los más corruptos de Latinoamérica; populistas y socialistas cierran filas y rechazan este informe por considerarlo subjetivo, sesgado, de “persecución política”, negando su existencia cuando a semana seguida un escándalo cubre a otro.

La herencia de la descomposición política ha detenido el mercado laboral; la producción siente las consecuencias de la recesión económica; la seguridad social ha sido saqueada; el perjuicio es incuantificable. La influencia paranoide en el gobierno y la política es una bomba de tiempo que detonará muy pronto, sus consecuencias son impredecibles. La racionalidad, la ética y la moral están seriamente en peligro.

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